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No te metas (tanto) en política: las razones del ocaso de 'Sálvame'
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'TRINCHERA CULTURAL'

No te metas (tanto) en política: las razones del ocaso de 'Sálvame'

El programa de los romances inventados, los jetas que iban de guapos y de los cuernos y las deslealtades está llegando a su fin. Es el adiós de una visión de España, producto de una suma de factores

Foto: Jorge Javier Vázquez. (Mediaset)
Jorge Javier Vázquez. (Mediaset)
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Este es uno de esos artículos que no habría querido escribir jamás. Por dos motivos: porque una no suele celebrar el mal ajeno, salvo en contadas excepciones, y porque el ocaso de 'Sálvame' implica el fin de una época en la que una ha vivido y se ha educado hasta el tuétano.

Una era que empezó con programas como 'Tómbola', continuó con ‘Qué me dices’, ‘Aquí hay tomate’, ‘Mamma mía’, ‘Salsa Rosa’, ‘La Noria’, ‘Dónde estás corazón’, ‘A tu lado’ y ‘Sabor a ti’. Y una mujer que soy yo que sintió un gozo indescriptible con la llegada de Jorge Javier Vázquez a un circo en el que las fieras se desbocaban solas.

Foto: Diseño: Irene de Pablo.

El mundo era un poco mejor para los que identificábamos el eje del mal como el formado por los dos Kikos (Matamoros y Hernández) y Milagros Ximénez de Cisneros. Esos que sabíamos que la juerga y el drama estaban asegurados las tardes de los laborables; y por si eso no fuera suficiente, los viernes tenías otras cinco horas y media en formato 'deluxe'. Conchita y el polígrafo como pareja indestructible. Ríete tú de Paul Newman y Joan Woodward.

Éramos muchos repartidos por cualquier rincón de España y de edades diversas. Enterados todos de las emociones que movían cuerpos y almas que no eran los nuestros. Y a tiempo real. Con esas sagas que siempre nos funcionan. Los Jurado, los Pantoja y sus satélites imprescindibles. Los novios y novias fugaces y duraderos, las de Jesulín y las de Kiko Rivera cuando era Paquirrín.

Apuntarse al activismo

Las ‘nuevas ilusiones’. Los cuernos que luego se convirtieron en deslealtades. Los cabreos impostados, los embarazos no deseados. Los romances inventados. Los jetas que iban de guapos, las dobles vidas endulzadas con eufemismos, el agua con misterio, los problemas con Hacienda. Un populismo del que no hace daño. Una sobremesa encendida cuando no sabes de qué hablar con tus padres. Una vía de escape en la sala de espera de un hospital.

Las tertulias políticas se ‘salvamizaron’ y alguien consideró que era una buena idea hacer lo contrario. No cortarse

Hasta que un buen día —o quizá fueron varios— alguien decidió dejarse los rodeos en casa y apuntarse al activismo. Y esta vez no podemos echarle la culpa a la llamada que realizó Pedro Sánchez al programa en 2014 para decirle al presentador que a él no le verían nunca en una corrida de toros. “Entonces os devuelvo mi voto”, contestó Jorge Javier.

Vázquez pesaba entonces al menos 15 kilos más, a mí me seguían sobrando cinco y Pedro ya era secretario general del PSOE, pero no era aún uno de los hombres más odiados de España. Para eso ya estaba el eje del mal.

Un programa de rojos y maricones

Las tertulias políticas se ‘salvamizaron’ y alguien consideró que era una buena idea hacer lo contrario. No cortarse. La asertividad a cualquier precio. Porque este es un programa de rojos y maricones. Una etiqueta que a mí no me chirría, pero que expulsa a señoras como fue mi madre, que se habría sentido enormemente decepcionada tras escuchar a la Esteban y al presentador del programa discutir por los culpables de la gestión de la pandemia y por quién era mejor ejemplo de la España que sufre y madruga. Una etiqueta que expulsa a señores como lo fue mi padre, que hacía como que no se enteraba y de vez en cuando levantaba la cabeza para despejar sus dudas: “¿Entonces Makoke quién es?”.

Foto: Jorge Javier, en 'Sálvame'. (Telecinco)

Aquel hace tiempo dejó de ser un lugar en el que lo mismo untabas a un famoso de verdad para contar sus miserias y alegrías como a criaturas en busca de los 15 minutos de fama. Jamás olvidaré a aquella muchacha que aseguraba ser Miss Asturias con escasa credibilidad. La misma que tuvo al presentarse como prometida de Enrique Iglesias, para lo que mostró un anillo en el anular como prueba que parecía sacado de ese bazar de regalos indescriptibles de cualquier revista infantil.

"Quizás es solo que hasta ese modelo se agota", me decían ayer mientras yo devoraba caballa en aceite y patatas fritas

“Quizás es solo que hasta ese modelo se agota”, me decían ayer mientras yo devoraba caballa en aceite y patatas fritas. Pero creo que va más allá. Sobre todo tras los últimos movimientos, ceses y abandonos en el programa de la Fábrica de la Tele. 48 horas en que aquel nido de rojos pareció Ciudadanos en plena desbandada. Lo que son las cosas.

El fin de una España

Más bien una lo interpreta como el fin de una España que muchos conocemos y en la que nos reconocemos. El ocaso que llega tras una suma de factores.

La pandemia y la imposibilidad de generar nuevos personajes. Considerar que lo de antes no era suficiente, que ahora hay que influir y educar. Para ello metes la política, los sucesos, el feminismo y la salud mental como ejes del bien.

Y todo para captar a una izquierda quinoa que solo se asomará a verte muy de vez en cuando

La idea puede ser buena, pero quizá no la forma de ejecutarla. A pecho descubierto, sin anestesia. Una brillantísima docuserie con Rocío Carrasco estirada hasta lo obsceno. Otra vez con las dos Españas peleadas por el azul y el fucsia.

Foto: El actor Murat Ünalmış da vida a Demir en 'Tierra amarga'. (Atresmedia)

Y todo para captar a una izquierda quinoa que solo se asomará a verte muy de vez en cuando. Aunque para ello expulses a esa España que no votó a Felipe en el 82, que no vive en ciudades o en barrios donde no se baldean las calles, que no sabe quiénes son Isaac Rosa ni Los Punsetes. Esa España que está tan cansada que prefiere un buen culebrón turco a la cocina con isla de Bertín Osborne.

Y luego quieres volver y no se puede. “Nuestro amor de pareja toma caminos distintos, pero no lejanos”, os ha dicho parte de la audiencia, como dijeron Iker Casillas y Sara Carbonero en el comunicado que anunciaba su separación. Yo, por mi parte, solo puedo decir que allá donde vayáis, estaré. Pero no sé el resto.

Este es uno de esos artículos que no habría querido escribir jamás. Por dos motivos: porque una no suele celebrar el mal ajeno, salvo en contadas excepciones, y porque el ocaso de 'Sálvame' implica el fin de una época en la que una ha vivido y se ha educado hasta el tuétano.

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