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Juana Salabert se adentra en el infierno terrorista de la yihad: "Tenemos el horror dentro"
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Entrevista

Juana Salabert se adentra en el infierno terrorista de la yihad: "Tenemos el horror dentro"

La escritora persigue en su novela 'Atentado' lo que les puede pasar por la cabeza a las personas ante el ataque de unos terroristas

Foto: La escritora Juana Salabert (EFE)
La escritora Juana Salabert (EFE)

Juana Salabert podría haber sido una escritora francesa -y casi lo es puesto que nació en París en 1962, hija del periodista y traductor Miguel Salabert, exiliado durante el franquismo- pero, por suerte, la tenemos de nuestro lado. Tiene novelas aplaudidas por crítica y público como 'Velódromo de invierno', 'La faz de la tierra' o 'La noche ciega', que se detienen en temas como la ocupación nazi de París, el atentado de la cafetería California en 1981 o la guerra civil. Siempre el horror está presente. Y por ellas ha ganado premios importantes como el Nacional de Narrativa o el Biblioteca Breve de Seix Barral.

Su última novela no tiene trampa ni cartón. Se titula ‘Atentado’ (Alianza) y todo transcurre en media hora. Lapso de tiempo suficiente para que ocurra de todo: tiros, secuestros, muertos, rehenes. El terror del yihadismo tal y como se pudo vivir en Bataclán, en Niza, en las Ramblas de Barcelona o en Madrid en el 11M. En definitiva, es una novela muy a tener en cuenta. A su autora, tal y como explica en esta entrevista por zoom, le ha servido como catarsis, como arma de combate contra los malos y como defensa de la dignidad.

placeholder 'Atentado', de Juana Salabert
'Atentado', de Juana Salabert

PREGUNTA: ¿Esta novela se le cruza por los atentados que hay en Europa como los de París?

RESPUESTA: Desde el 11S y con nuestro 11M en Madrid yo he estado obsesionada con el tema. Pero este se cruzó de manera obsesiva: de pronto veía los personajes, esa plaza en una mañana de verano en esa ciudad imaginaria que sale en bastantes otras de mis novelas, Finis. Y comprendí que era de esas novelas a las que tenía que atender. Creo que es una novela que he escrito desde la necesidad absoluta de escribirla.

P: ¿Cómo es eso de que se aparezca la plaza, los personajes, la trama?

R: A mí normalmente las novelas me surgen de una especie de fogonazo, de una imagen repentina. Y aquí veía clarísimamente esa plaza de una ciudad del norte de España una mañana de agosto. Y hay muchos personajes que van desfilando porque toda la acción transcurre en menos de media hora. Hay un atropello, después acuchillamientos en esa plaza en un día muy soleado. Hay un teatro modernista que no existe, pero que yo podría pasearme por su interior perfectamente, con esa toma de rehenes y la jovencísima guía turística en su primer día de trabajo. Son personajes de muy distinta edad, condición, nacionalidad… una policía, una niña de seis años, una neoyorkina visitando la ciudad que es de origen egipcio copto… Y todas estas personas van sintiendo que son los últimos instantes de su vida. Y la novela surge de eso: qué se siente cuando sabes que estás a punto de morir, cuando estás enfrente del mal absoluto y de la irracionalidad y el fanatismo.

P: ¿Y cómo responde la literatura en su caso a esa pregunta?

R: Cuando veía las imágenes de París, que es la ciudad donde yo he nacido, veía a esa chica colgada en las ventanas del Bataclán y a la gente tiroteada en las terrazas. O cuando veía las ramblas de Barcelona o nuestro 11M siempre pensaba en esa sensación de haber estado en el lugar equivocado en el momento equivocado y quién decide cuál es el lugar y cuándo es el momento para interrumpir las vidas. Y para mí escribir significa colocarse en la piel y en las voces de otros. Creo que un escritor trata de entender el caos del mundo cuando se sienta a imaginar otro mundo, en este caso el de sus ficciones.

"Para mí escribir significa colocarse en la piel y en las voces de otros. Creo que un escritor trata de entender el caos del mundo"

P: Este libro se titula ‘Atentado’, cero metáforas…

R: Sí, el título no engaña en absoluto. Creo que después del 11S, al menos en occidente porque en otras partes del mundo llevan sufriendo crueles atentados desde hace mucho tiempo, perdimos esa seguridad. Pensábamos que exceptuando un cáncer o un accidente el horror estaba un poco alejado de nuestras esquinas y de pronto lo teníamos dentro.

P: No es la primera vez que retrata el horror. Lo hizo en ‘Velódromo de invierno’, con la ocupación nazi de París, en ‘La noche ciega’, al tratar la guerra civil española’, en ‘La faz de la tierra’, sobre el atentado en la cafetería California de Madrid a cargo de un grupo de extrema derecha. Y ahora el terrorismo islamista.

R: Siempre me ha obsesionado la tendencia hacia el mal de la condición humana. Además no solamente el mal, sino causarle el mayor de los daños posibles a otro. El deshumanizar al otro, además de perverso, es en sí poco inteligente porque la bondad nos ayuda a la especie. Si hay solidaridad y entendimiento entre unos y otros seres humanos es más factible poder salir adelante. La crueldad, el sadismo, la codicia, los resentimientos que estaban tan presentes en la mayor parte de los criminales nazis y hoy están tan presentes en estos fanáticos descerebrados causan una herida profunda en las conciencias colectivas. A mí desde pequeña siempre me aterrorizó el mal y siempre he querido, no comprenderlo, porque no hay comprensión posible, pero sí colocarme en el lugar de la persona que por las tormentas de la historia se ve atrapada en las peores circunstancias.

"Siempre me ha obsesionado la tendencia hacia el mal de la condición humana. No solamente el mal, sino causarle el mayor de los daños posibles a otro"

P: Al escribir estas historias, ¿encuentra similitudes en el fanatismo? Eso que dice de que la crueldad, el sadismo etc, está en nazis y en los fanáticos actuales.

R: Sí, aunque hay diferencias en el sentido de que algunos son suicidas y otros no. Pero realmente el odio al otro y el ansia de causar el mal es similar. En el caso de los yihadistas no olvidemos que durante los años cuarenta crearon una división en Bosnia-Herzegovina que no llegó a operar del todo que se llamaban las SS Kandahar. Estaban muy vinculados a ciertos jerifaltes nazis a través del fascista Gran Mufti de Jerusalén [Amin al-Husayni]. Pero en cualquier caso el mal consiste casi siempre en tratar de esclavizar, atormentar o aniquilar al otro, a cualquiera que pase por la calle.

P: ¿Esta novela le ha resultado más difícil que otras por el tema?

R: La escribí dos veces porque la primera no me satisfacía. Eliminé la primera persona. Sí se juega con el afuera y el adentro de las personas, con sus pensamientos, sus palabras, sus últimos fogonazos de recuerdos… Y cada personaje es muy distinto. No es lo mismo los pensamientos de una niña de seis años que además como su familia proviene de mexicanos, que a su vez proceden de españoles salidos en el 39 hacia México. Y esta niña, que ya es española y ha tenido que abandonar México por las amenazas de los narcos a su familia, piensa cuando escucha los disparos que es el narco, que para ella no deja de ser un personaje maligno de un cuento de hadas. Y no es lo mismo eso que un quiosquero que había perdido el trabajo y está sustituyendo a otro o que una joven neoyorkina con parientes asesinados en Egipto o un chico estudiante de arquitectura que tiene una familia que entronca con el atentado también horroroso de Hipercor. Es decir, tienes que conseguir que cada personaje hable y vea el mundo de una manera diferente. Esa fue la dificultad y la pasión de escribir esta novela.

placeholder Juana Salabert (B.Moya/Anaya)
Juana Salabert (B.Moya/Anaya)

P: ¿Y cómo sale una de una novela así?

R: En cierto modo fue una especie de catarsis porque todas esas veces que me he quedado como todo el mundo clavada ante la televisión viendo imágenes de atentados en cualquier escenario urbano me sentí tan, no ya aterrorizada, sino indignada, impotente… Me parecía tan humillante presenciar el dolor y el miedo de esas personas. Con los atentados de París tuve un fortísimo ataque de asma nada más presenciar aquello. A mí esta novela me ha ayudado a no quedarme paralizada delante de esas imágenes de terror o a asumirlas y comprender que nunca se termina de luchar contra el mal, contra la violencia, el dogmatismo y los diversos fanatismos. Pero vivir también consiste en saber que si no es posible la felicidad, sí la dignidad y cualquiera que atente contra la dignidad de otro ser merece nuestra repulsa y ser combatido con mucha energía.

P: La novela como arma de combate.

R: Claro. Y desde luego son armas contra el silencio. Nos ayudan a conocernos y a conocer el mundo mejor.

P: Aunque sea la parte más mala de nosotros.

R: Sí, pero esa parte está equilibrada. El ser humano no hubiera sobrevivido si no hubiera habido manos tendida a los otros a lo largo de la Historia. Y son esas manos las que cuentan. En el siglo XX ha costado mucho combatir los totalitarismos y el siglo XXI no ha empezado bien, pero de nosotros también depende saber contarlo y defender los mejores valores de la Ilustración sobre los que debe sustentarse la dignidad y las vidas.

"Con los atentados de París tuve un fortísimo ataque de asma nada más presenciar aquello. Esta novela me ha ayudado a no quedarme paralizada"

P: En la novela expones cómo los yihadistas hacen daño a sus propios compatriotas que han adoptado valores occidentales. Como esa mujer, por ejemplo, que no lleva velo, tiene la pareja que quiere etc.

R: Sí, pero hay otro personaje que en origen es un pequeño delincuente y un vago de sietesuelas cuyos padres, cuando lo encarcelan por tráfico de drogas le dicen que ya no hay más dinero. Odia a su hermana, que se ha casado con un no musulman, pero los padres adoran al yerno. Es decir, son gente normal. Muchas veces cuando la gente dice, “no, es que estos pobrecillos no han tenido oportunidades y por eso hacen lo que hacen” me parece que es un insulto a un sinfín de gente que ha tenido pocas oportunidades y se comportan con absoluta afabilidad con el resto y están completamente integrados. Es como cuando se dice, “se comportó así porque venía de una familia muy pobre”. Bueno, eso puede explicar el origen, pero para empezar casi ninguno es tan pobre como se pretende y eso además es insultar a gente que con condición muy humilde no se convierte en un criminal.

P: Ahora que hay tantos mensajes contra inmigrantes, ¿la ficción puede ayudar a desestigmatizar a estas personas?

R: Esos mensajes deplorables son siempre un caldo de cultivo muy peligroso. Estigmatizar al otro es perverso, aberrante y peligroso. En mi novela no puse la primera persona porque tampoco me quería meter en la cabeza de estos fanáticos, pero es una novela sobre el horror que llevamos padeciendo desde que empezó el siglo por desgracia. No tengo la pretensión jamás de dar discursos en una ficción.

placeholder La puerta de la discoteca Bataclán de París el pasado verano (Reuters)
La puerta de la discoteca Bataclán de París el pasado verano (Reuters)

P: Lo decía porque la ficción quizá pueda ayudar a comprender estas cosas de manera más cercana que un ensayo, que además se leen menos.

R: En España es el único lugar en el que escucho a hombres decir “yo no leo novelas yo solo leo ensayos”. En Francia ningún hombre con una mediana educación, con un simple bachillerato a sus espaldas, diría esa estupidez. Creo que en España ha habido durante mucho tiempo, siendo el país donde nace la novela, un cierto miedo a la novela que en el fondo viene de un cierto inconsciente traído por la Inquisición: la escritura y la lectura son peligrosas porque pocos géneros como la novela pueden ayudar a comprender el mundo. Un amigo siempre dice, “¿cómo descubrimos el amor? Pues primero lo hicimos en los libros”. Creo que uno puede entender mejor su conciencia cuando es ferviente lector de novelas. Y en la patria de Cervantes me gustaría que la gente se replantease esa sandez de “yo solo leo ensayo”.

P: En España somos muy de alabar a los Carrère y este tipo de escritores franceses que hacen una mezcla de ficción y realidad. Somos muy de alabar a los escritores franceses, en general.

R: Creo que en España no nos queremos demasiado a nosotros mismos. Quererse en exceso conduce al chovinismo y a la tontería, pero el principal defecto español, que siempre se dice que es la envidia, para mí es esa especie de profundo complejo de inferioridad. Los países son una historia heredada y no tanto una banderita. Las banderas son símbolos, pero si no hemos aprendido a respetarnos a nosotros mismos, pues surgen los problemas que surgen de identidad. Pero en el fondo es una pena perder el tiempo con tonterías y desconocer lo que son siglos de historia a nuestras espaldas. Aquí se estudia muy poca Historia.

"El principal defecto español, que siempre se dice que es la envidia, para mí es esa especie de profundo complejo de inferioridad"

P: También lo decía porque un escritor francés escribe sobre al atentado de Charlie Hebdo, el crimen equis y enseguida lo ensalzamos. Y aquí me parece que cuesta prestigiar a alguien que hace lo mismo.

R: En España tenemos escritores de primera fila porque, vuelvo a repetir, este es el país donde nació la novela. Creo que es hora de irse quitando complejos de inferioridad.

Juana Salabert podría haber sido una escritora francesa -y casi lo es puesto que nació en París en 1962, hija del periodista y traductor Miguel Salabert, exiliado durante el franquismo- pero, por suerte, la tenemos de nuestro lado. Tiene novelas aplaudidas por crítica y público como 'Velódromo de invierno', 'La faz de la tierra' o 'La noche ciega', que se detienen en temas como la ocupación nazi de París, el atentado de la cafetería California en 1981 o la guerra civil. Siempre el horror está presente. Y por ellas ha ganado premios importantes como el Nacional de Narrativa o el Biblioteca Breve de Seix Barral.