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Cuando Thomas Mann tomó partido en la Guerra Civil: "Es un escándalo inmundo"
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Cuando Thomas Mann tomó partido en la Guerra Civil: "Es un escándalo inmundo"

El editor Jean-Pierre Barou recupera el texto inédito "España", en el que el escritor alemán criticó que las potencias europeas no ayudaran a la República tras el golpe de Estado

Foto: El escritor Thomas Mann, junto a su hija Elisabeth.
El escritor Thomas Mann, junto a su hija Elisabeth.

Durante muchos años, el escritor alemán Thomas Mann (1875-1955) fue un burgués de tendencias nacionalistas mucho más seducido por la literatura que por la política. Hijo de familia acomodada, casado con Katia Pringsheim, que también provenía de una familia burguesa, a los 25 años ya había escrito 'Los Buddenbrook' y a los 32 'Muerte en Venecia'. Tenía fama, tenía dinero y, con la I Guerra Mundial, no tuvo problemas en escribir ‘Confesiones de un apolítico’, en el que declaraba su deserción política, aunque era una forma encubierta de arrimarse a la corriente nacionalista conservadora alemana, como denunció su hermano Heinrich, con el que no se habló durante años por estos textos.

Sin embargo, en los años treinta, todo había cambiado. Mann seguía siendo muy famoso. Le habían dado el Nobel en 1929. Tenía otras novelas clásicas como ‘La montaña mágica’ y los primeros pasajes de ‘José y sus hermanos’. Pero, a la vez, el nazismo había llegado a Alemania y con ello los primeros encontronazos con los dirigentes nazis como Joseph Goebbels. En 1933, acabaría exiliándose a Suiza, aunque todavía tardaría un tiempo en convertirse en un férreo crítico del régimen nazi. No sería hasta el 3 de febrero de 1936 cuando lo condena en un artículo en el 'Neue Zürcher Zeitung' con palabras contra el propio Hitler: “Donde esté yo, está Alemania”. El escritor apolítico que prefería vivir en su torre de marfil había dejado de serlo.

El 3 de febrero de 1936, ya en el exilio, condena el régimen nazi. El escritor apolítico que prefería vivir en su torre de marfil había dejado de serlo

En este contexto, estalló la Guerra Civil española. Mann fue uno de los primeros escritores en postularse en contra y en denunciar lo que estaba ocurriendo en España en la órbita internacional. Con mucha más pasión de la que se podía esperar de su figura, muy alejada de los Malraux, Hemingway, Dos Passos y otros escritores extranjeros que se opusieron al golpe de Estado. En 1936, poco después del 18 de julio, Mann escribiría desde Zúrich un texto de seis páginas mecanografiadas que llevaría por título "España" en el que se opone a las tropas franquistas, pero sobre todo critica la indiferencia de las democracias liberales ante el terror que se empezaba a vivir en el país. Nunca fue publicado en español y solo se pudo leer en francés a partir de 1937 gracias a un volumen que publicó Gallimard a instancias de André Gide, que era quien poseía el manuscrito. Serían palabras aplaudidas por Albert Camus y Bernanos, entre otros intelectuales.

La indignación de un escritor

Este texto ha sido recuperado ahora en español por el editor francés Jean-Pierre Barou en el libro ‘La guerra de España: reconciliar a los vivos y a los muertos’ (Arpa), en el que retrata la historia de cómo se produjo el estallido de la guerra, los primeros años y cómo se comportaron muchos intelectuales, desde Mann a Federico García Lorca, sentenciado, dice Barou, no tanto por sus ideas políticas como por una obra en la que sacó a relucir lo rancia que era la sociedad española (y mucho más para con las mujeres, como ocurre en ‘Yerma’ o ‘La casa de Bernarda Alba’) y en la que estaban retratadas personas que conocía directamente el poeta. Familias de Granada como los Alba y los Roldán que se la tenían jurada a los García. “Más guerra civil que esto no podía ser”, escribe Barou.

placeholder El escritor Thomas Mann. (EFE)
El escritor Thomas Mann. (EFE)

Mann, en su texto, va a la yugular de los que están mirando para otro lado: el presidente francés, Edouard Daladier, del partido radical socialista, que hizo caso omiso de los esfuerzos de su colega el también socialista León Blum por que Francia ayudara a la República, y el primer ministro británico, el conservador Stanley Baldwin, quien prefirió mantener los intereses de las empresas británicas en suelo español —y que sí ayudaron a los golpistas—.

“Lo que viene sucediendo en este país desde hace meses constituye el escándalo más inmundo de la historia humana. ¿Pero es que el mundo no se da cuenta?”, escribe Mann, dolido ante los movimientos que se están produciendo en Europa, puesto que mientras que a Francia y Reino Unido no se les ha perdido nada en España, Alemania e Italia sí se están movilizando para ayudar a las tropas de Franco. Además, está enfadado con la expresión 'los rojos' que se utiliza en la prensa para denigrar al Gobierno republicano del Frente Popular, que había salido elegido en las elecciones del mes de febrero del 36.

Todo el mundo sabe lo poco revolucionarias que eran las reformas del Frente Popular

“Todo el mundo sabe lo poco revolucionarias que eran las reformas del Frente Popular español, esa alianza de republicanos y socialistas sellada por una victoria electoral decisiva y legítima. ¿Es que ya no tenemos corazón? ¿Ni razón? ¿Queremos que el bando de los intereses nos arrebate los últimos restos de buen juicio y de libre pensamiento cayendo en la trampa que montan con tanta destreza?”, resalta el autor de ‘Doctor Fausto’, al que entusiasma que el pueblo español se haya comportado de forma totalmente diferente al alemán cuando llegó el nazismo, ya que mientras que el segundo se adhirió sin más y asumió a Hitler como canciller, “el pueblo español le plantó cara en nombre de todos”. Es una respuesta hasta moral.

placeholder George Bernanos.
George Bernanos.

Como escritor, Mann se da cuenta de la perversión del lenguaje y cómo los que incluso están en las antípodas pueden hacer suyo el significado de un determinado concepto para acabar vaciándolo. En el siglo XXI, ha pasado con la palabra ‘libertad’, en boca de tantos reaccionarios. “Los bombarderos extranjeros destruyen las ciudades, asesinan a los niños. Y todos esos se hacen llamar ‘nacionales’. Esos crímenes que claman al cielo se llevan a cabo en nombre de Dios, del orden y de la belleza”, señala el escritor.

Cuando mecanografía todas estas palabras, la guerra acaba de comenzar. El autor de ‘La montaña mágica’ es muy crítico con la falta de ayuda a la República, pero confía en los españoles defensores del régimen legítimo. De hecho, se burla de la prensa que daba por sentado que Madrid caería en cuatro días y cree que la República no caerá porque los golpistas no tienen al pueblo de su lado. “Los oficiales sublevados están obligados a crear la posibilidad de cambiar esa información con ayuda de árabes y soldados extranjeros. Si bien no podemos decir con exactitud qué es lo que quiere el pueblo español, sí podemos decir lo que no quiere: la dictadura del general Franco”, manifiesta Mann.

placeholder André Gide.
André Gide.

Y, finalmente, juega con la paradoja de los que se creen muy nacionalistas y defensores de un país. “Ellos [en referencia a todos los gobiernos europeos], que en sus países muestran en todo lo relativo a la alta traición cierta dureza, apoyan a un hombre que entrega su propio país al extranjero. Ellos, que se hacen llamar nacionalistas, ponen todo en marcha para llevar al poder a un partisano que no se preocupa en absoluto por la independencia del país, siempre que él consiga abatir la libertad y los derechos humanos (...) ¿Es esto nacional? ¿Qué partido tiene más derecho a hacerse llamar nacional? Me llamarán bolchevique, pero no puedo no pronunciarme en favor del derecho en el conflicto entre el derecho y la fuerza”, culmina Mann, que obviamente con estos párrafos se posiciona de forma tajante en la guerra española.

El editor Barou ha recopilado este texto del alemán, pero también ha recogido las palabras de otros intelectuales contra el golpe de Estado que le secundaron. Y, además, de muy diferentes ideologías: Albert Camus, André Gide y Georges Bernanos. Un ateo libertario, un decadente y un católico monárquico. Este último, en el verano de 1936, hizo un resumen parecido al de Mann: “Es la desaparición del hombre de buena voluntad”. Bernanos, paradójicamente, era repudiado por las derechas mientras que era aclamado por la izquierda, que él no quería que le aclamase.

placeholder Albert Camus.
Albert Camus.

Gide fue el que decidió publicar "España" porque vio en este texto el mismo magma que él había impreso en ‘Regreso de la URSS’, con el que denunció el sistema comunista y que desató la ira de Stalin, que le había invitado meses antes a Moscú. E incluyó un prólogo que tituló ‘Advertencia a Europa’ ante la llegada de los regímenes autoritarios en los años treinta.

Y, por supuesto, Camus, que no dudó en afirmar: “¿Lo que le debo a España? ¡Casi todo!”. Todo ellos, aunados por un señor que vestía traje de tres piezas, que no estaba considerado un revolucionario, pero sí un demócrata. Que se indignó ante lo que ocurría en un país que no era el suyo porque este ya había claudicado. Y que, como recuerda Barou, siguió finalmente aquellas palabras de Nietzsche: “Escogerás el exilio para poder decir la verdad”.

Durante muchos años, el escritor alemán Thomas Mann (1875-1955) fue un burgués de tendencias nacionalistas mucho más seducido por la literatura que por la política. Hijo de familia acomodada, casado con Katia Pringsheim, que también provenía de una familia burguesa, a los 25 años ya había escrito 'Los Buddenbrook' y a los 32 'Muerte en Venecia'. Tenía fama, tenía dinero y, con la I Guerra Mundial, no tuvo problemas en escribir ‘Confesiones de un apolítico’, en el que declaraba su deserción política, aunque era una forma encubierta de arrimarse a la corriente nacionalista conservadora alemana, como denunció su hermano Heinrich, con el que no se habló durante años por estos textos.

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