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"Españoles de mierda": así recibieron a los republicanos que huían a Francia
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"Españoles de mierda": así recibieron a los republicanos que huían a Francia

Se publican los dibujos que Josep Bartoli realizó cuando fue un refugiado en los campos de concentración franceses a los que llegó huyendo de las tropas de Franco

Foto: El campo de concentración dibujado por Bartoli
El campo de concentración dibujado por Bartoli

“¡Más españoles de mierda!”. “Anda, suenan las campanas, ¿quién ha muerto? Nadie, un español”. Estas eran algunas de las expresiones a las que se enfrentaron no pocos españoles que cruzaron la frontera hacia Francia huyendo de las tropas franquistas. Llegaron en busca de refugio, de un abrazo, pero se encontraron con el rechazo de los franceses que pronto los metieron en campos de concentración. En Argelès, Lamanère, Barcarès, Bram. Expuestos al tifus, a la desnutrición y a la muerte.

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Allí fue a parar un hombre de 30 años, dibujante en varias revistas, fundador del Sindicato de Dibujantes de Cataluña, afiliado a la UGT y a la Asociación Socialista de Barcelona del PSOE, amigo de Victoria Kent. Un hombre que poco antes había dejado en un tren hacia la frontera a su novia, embarazada de siete meses. El tren nunca había llegado a su destino al ser bombardeado por la aviación alemana.

placeholder Autorretato de Josep Bartoli
Autorretato de Josep Bartoli

Este hombre se llamaba Josep Bartoli y había salido huyendo de España el 14 de febrero de 1939. Como él lo hicieron otras 475.000 personas entre el 27 de enero y el 13 de febrero de aquel año. Uno de ellos había sido el poeta Antonio Machado. No les quedaba más remedio. Su significación política -o incluso si no había sido ninguna- les podía llevar directamente al paredón de fusilamiento, ya que a esas alturas estaba claro que la guerra estaba perdida para los republicanos. Lo que no se podían imaginar eran las penurias a las que se enfrentarían en Francia.

Los metieron en campos terribles. Y fue un choque para ellos. Primero porque los más políticos y educados pensaban que Francia era su modelo de organización política y social y no se esperaba que los acogieran así. No que les pusieran alfombra roja, pero que les cuidaran, les dieran de comer. Y no entendían esta acogida, sobre todo de los moros franceses que les daban golpes. Se cayeron de la luna. Es una lacra negra en la historia de la República francesa”, explica a El Confidencial Georges Bartoli, sobrino de Josep y cuyos padres, Salvador -hermano de Josep- y Enriqueta, también fueron exiliados en el país vecino, y que ha dedicado su vida al fotorreporterismo.

placeholder Dibujo de Bartoli sobre España en la Guerra Civil
Dibujo de Bartoli sobre España en la Guerra Civil

Bartoli decidió dibujar todo lo que veía. Se hizo con una libreta en el campo de Bram y empezó a trazar líneas. La de las alambradas de los campos -como el de Argelès, en la propia playa y que los propios refugiados tuvieron que construir- los contornos de los gendarmes, gordos y feos, la delgadez suprema de los prisioneros, que apenas tenían hogazas de pan que les tiraban desde camiones como si fueran ganado. Eran dibujos grotescos, que parecían una mezcla de caricatura, fotografía y arte.

“Imagina qué niveles de rabia tuvo que llegar a tener para hacer esos dibujos. De mi tío no se conoce mucho el trabajo en Europa y menos en España, pero en Francia tampoco porque fue una traición, como otras que hizo con España. La primera había sido la no intervención, junto a Inglaterra, en la Guerra Civil en el lado republicano; la segunda es la brutal acogida de los exiliados, y la tercera, cuando después de la II Guerra Mundial, los españoles, que son las tropas de choque de la Resistencia, no son reconocidos y tampoco se opta por liberar a España del franquismo, cuando sí se había liberado a Francia”, explica Bartoli.

Bartoli dibuja las alambradas de los campos, los contornos de los gendarmes, gordos y feos, la delgadez suprema de los prisioneros

Parte de aquellos dibujos han sido ahora rescatados para el libro ‘La retirada. Éxodo y exilio de los republicanos españoles’, editado por El mono libre. Cuenta también con textos de su sobrino y de la periodista Laurence García y pone sobre la mesa una historia muy poco recordada y un dibujante bastante olvidado. De hecho, estos dibujos solo se habían publicado una vez en libro en México en 1942. Han pasado unas cuantas décadas.

Escapada a México

Tras pasar por varios campos de concentración, Josep Bartoli decide que tiene que escapar de todo eso. Y lo consigue cuando está a punto de ser enviado a Dachau, el campo de concentración alemán, lo cual no suena muy bien. Gracias a la ayuda de unos amigos consigue embarcar en Marsella y cruzar a África. Desde Casablanca podrá coger un barco, el Nyassa, y llegar hasta México, donde comenzará una vida muy diferente.

De hecho, se reúne pronto con los intelectuales mexicanos y el exilio español. Conoce a Diego Rivera y Frida Kahlo y llega a ser amante de esta, que le infunde cierta pasión por el color (hasta entonces él solo había dibujado en blanco y negro). “Pero sí tiene esta obsesión por lo que ha pasado y por eso quiere publicar estos dibujos, que no queden en el olvido de la historia”, manifiesta su sobrino. Allí también se reune con trotskistas y militantes del POUM, a los que se sentía cercano.

placeholder Así veía Bartoli a los franceses: gordos que tenían comida a todas horas
Así veía Bartoli a los franceses: gordos que tenían comida a todas horas

En 1946 se marcha a EEUU, concretamente a Nueva York, donde trabajará para revistas como Holliday. También empezará a exponer junto a artistas como Rothko, Pollock, De Kooning. Trabaja para revistas turísticas, que eran las que le daban realmente de comer, y llega incluso a trabajar como escenógrafo en Hollywood. “Sí, allí mi tío tuvo otra vida porque vivía en Nueva York, ganaba mucha plata porque trabajaba para revistas muy prestigiosas. Allí él estaba en una posición menos idealista y más concreta”, reconoce hoy su sobrino. No obstante, llegó a estar en las listas negras del macartismo porque era considerado un comunista aunque él no estuvo afiliado en su vida al Partido Comunista y no lo era. Pero su obra sí era una crítica social del sistema político americano, sobre todo del racismo. Y se había negado a volver a España hasta la muerte de Franco. No lo hizo hasta 1977.

El regreso

La historia de la vuelta a España de los exiliados es complicada. Así la estima Georges Bartoli. Su padre, hermano de Josep, era una persona más comprometida que su tío. También toda la historia le pillaba más de cerca y no con un océano de por medio. “Mi padre era un nacionalista catalán de centro-derecha, del Estat Catalá , que fue un movimiento nacionalista casi fascista en algún momento, pero que combatió junto a la República. Se pasó la vida esperando a que se muriera Franco y volver a Barcelona. Y sus hijos fuimos criados en esa ilusión. Nacimos en Francia, éramos franceses, pero teníamos que volver a Barcelona de la noche a la mañana. Pero pasaban las noches y no volvíamos”, comenta este fotógrafo.

Mi padre fue Barcelona cuando murió Franco y volvió a los cuatro días porque el país ya no era el suyo: habían pasado 40 años

Al morir el dictador su padre ya tenía sesenta años. Había seguido ligado a los movimientos políticos clandestinos, cercano a Tarradellas. Incluso llegó a recibir en su casa a Salvador Puig Antich, que sería el último asesinado por el franquismo mediante el garrote vil. “A mi padre le propusieron volver a Barcelona y darle una oficina y un teléfono como agradecimiento por haber mantenido su acción política con uniones con otras fuerzas políticas y buscando salidas al franquismo. Pero fue a Barcelona y volvió a los cuatro días porque el país ya no era el suyo: habían pasado 40 años”, añade Bartoli, que también señala que “este es el debate de todos los exilios: los exiliados además siempre son más radicales que los que se quedan porque no habían sufrido el franquismo como los que se quedaron dentro, que habían construido unas alternativas políticas y no querían que los viejos vinieran a cambiarles las cosas”.

A Josep le pasó lo mismo. Volvió pero regresó a Nueva York, donde murió en 1995.

Película y exposición

Georges Bartoli cree que, como Francia cuando eran unos refugiados, España tampoco ha tratado demasiado bien a sus exiliados en el regreso. “Cuando acabó el franquismo eran ya una generación perdida, demasiado vieja; pero también se ha borrado de la historia española porque no contribuyó a la reconstrucción. Es una generación borrada”, manifiesta.

Sin embargo, hay varios proyectos para recuperar la figura de Josep Bartoli. El primero, este libro ahora recién publicado; el segundo, la película de animación ‘Josep’, del dibujante Aurel, que está prevista que se estrene en septiembre (tendría que haberse estrenado en Cannes) y el tercero es una gran exposición con toda su obra -parte está en el Archivo de Barcelona-, sus dibujos de los campos y su obra pictórica, prevista para el 2022 en la zona de Perpiñán. Será una forma de recordar a uno de nuestros grandes dibujantes olvidado por una historia de hace ochenta años.

“¡Más españoles de mierda!”. “Anda, suenan las campanas, ¿quién ha muerto? Nadie, un español”. Estas eran algunas de las expresiones a las que se enfrentaron no pocos españoles que cruzaron la frontera hacia Francia huyendo de las tropas franquistas. Llegaron en busca de refugio, de un abrazo, pero se encontraron con el rechazo de los franceses que pronto los metieron en campos de concentración. En Argelès, Lamanère, Barcarès, Bram. Expuestos al tifus, a la desnutrición y a la muerte.

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