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Historia maldita (y oculta) del embalsamador de cadáveres del Clínico de Valencia
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Historia maldita (y oculta) del embalsamador de cadáveres del Clínico de Valencia

El documentalista experimental Ángel García del Val rodó las tripas del depósito de cadáveres del Hospital Clínico Universitario de Valencia en una película con leyenda

Foto: El embalsamador protagonista de 'Cada ver... es', el documental de culto de 1981.
El embalsamador protagonista de 'Cada ver... es', el documental de culto de 1981.

El guarda le quitó el candado a la puerta trasera y la veintena de estudiantes de la escuela de cine nos adentramos en los pasillos oscuros del pabellón 5 de la Facultad de Medicina de la Complutense. Rodábamos el corto final de carrera y habíamos localizado en una de las plantas abandonadas del edificio, junto al Instituto Anatómico Forense de Madrid -que, por cierto, cerró en noviembre tras 40 años de actividad-. Después de soltar el equipo en el set, decidí dar una vuelta por los alrededores. En el pabellón 8, un médico jubilado custodiaba una colección de historiales clínicos del siglo XIX, litografías, reproducciones de enfermedades venéreas y "moulages dermatológicos" que hoy componen el Museo de Olavide, una visita que no puedo dejar de recomendar.

Durante la semana de rodaje, entre tomas, vómitos nerviosos e insomnio, intenté quitarme el agobio dando vueltas por el laberinto de galerías. Y uno de los vigilantes me contó que en los sótanos se guardaban los cadáveres donados a la Universidad para las prácticas de anatomía de los estudiantes. Tuve curiosidad por verlo, pero el sueño, la pereza y el pudor me avisaron de que era mejor declinar la visita. Una semana después, 'El Mundo' destapó el escándalo del "sótano de los horrores de la Universidad Complutense", donde se hacinaban hasta 534 cadáveres en "condiciones insalubres y peligrosas". Todavía el año pasado coleaban las últimas ramificaciones del proceso judicial contra los responsables. Tan sólo unos pisos por debajo de adonde apuntaban las cámaras y los focos, los cuerpos se apilaban en el departamento de Anatomía y Embriología Humana II.

[Vídeo | Cada Ver Es..., Ángel García del Val (1981)]

Recientemente, la recomendación cinéfila de un amigo me devolvió a este episodio siniestro. Había encontrado, disponible íntegramente en Youtube, el documental de 1981, 'Cadáver... es', de Ángel García del Val, una de las escasas aproximaciones que hay en el cine español a la figura del cuerpo muerto, a través de la historia de Juan Espada del Coso, conservador del depósito de cadáveres del Hospital Clínico Universitario de Valencia, una película de cine marginal, casi invisible, que tuvo muchos problemas para exhibirse en su momento y que ahora está al alcance de un 'clic'.

Rodada en Súper 8, García del Val acompañó al conservador, a quien conocía de su época como estudiante de Enfermería, por las tripas del depósito para conocer su rutina laboral. Y el documental no escatima en detalle, pero el relato del protagonista, carente de morbo, más bien trivial, pone al espectador en una encrucijada en la que choca la reverencia y la solemnidad con las que se trata la muerte, sobre todo en los medios de comunicación, y la necesidad de restarle gravedad a la muerte de la materia, cuestión que hoy sigue siendo tabú. "Yo nunca he tenido asco a nada", cuenta Espada del Coso, antes de reconocer que ha de separar los conceptos de cuerpo y alma en un cadáver para poder acometer su trabajo. Quizás también le ayude en su trabajo la ausencia del sentido del olfato, las 24 dioptrías de miopía y un carácter particular y, si no misántropo, sí solitario.

placeholder Otro momento de 'Cada ver... es'.
Otro momento de 'Cada ver... es'.

No escatima en imágenes explícitas, 'Cada ver.. es', y, si a veces se recrea, es por la controversia que sigue suscitando hoy la reproducción de imágenes de muertos. Porque, lo que para el protagonista es mera cotidianidad, para cualquier espectador supone el enfrentamiento por primera vez con el tratamiento de un cuerpo humano muerto. El director se centra en el proceso, en procedimientos tan aparentemente intranscendente como la rasuración de una cabeza que, en este contexto, se convierte en un gesto gélido y desapegado. "Yo quiero saber por qué la persona tiene miedo a un difunto, porque no entiendo el motivo de tenerle miedo a un ser que no hace nada", reflexiona el conservador. "El alma, si es que existe, se ha ido al cielo y el cuerpo, que se ha quedado en la tierra, si no se embalsama para estudio, se pudre".

"Yo no le he tomado cariño a ningún cadáver", defiende, antes de enseñar a la cámara el manejo de las herramientas, de la materia, como si de un tutorial de bricolaje se tratara. 'Cada Ver Es' es un ejercicio vanguardista, con un montaje que combina las imágenes de la morgue con metraje protagonizado por enfermos de un sanatorio mental, escenas de Valencia en los ochenta y que gracias al tratamiento sonoro y al trabajo de fotografía en muchos momentos entra dentro de los códigos del cine de terror, quizás por esa misma preconcepción temerosa de la que habla el protagonista. Y resulta curioso que sean las decisiones al margen de los planos más explícitos las que acerquen al documental, de vez en cuando, a la pornografía: la música litúrgica y la explotación de los enfermos mentales, que no queda muy claro por qué encuentran lugar en el montaje final.

placeholder Otro momento de la película.
Otro momento de la película.

La película de García del Val, un director particularmente interesado por los marginados, los inadaptados, ha ganado en los últimos años la concepción de joya de culto maldita. Primero por la temática y la experimentación con la forma y, segundo, por el periplo derivado de éstas que la llevó a que el gobierno de la época -entonces en manos de la UCD- a obstaculizar su distribución. Para rodar la película, que costó 400.000 pesetas de entonces -unos 2.400 euros-, García del Val tuvo que vender, primero, su casa y, después, todo lo que pilló a mano, incluso la cámara Bólex con la que había rodado, para poder pagar la posproducción.

Las autoridades la clasificaron como cine 'S' -etiqueta compartida con el cine de porno blando- y, un año después, antes del estreno, el Ministerio de Cultura decidió no apoyar la exhibición del documental por utilizar un formato 16mm, obligando a que éste se engordase hasta los 35 mm. Varios compañeros cineastas, entre los que se encontraba Luis García Berlanga, firmaron un manifiesto de apoyo a la película, que se vio respondido por Pilar Miró, recién llegada al cargo de la Dirección General de Cinematografía, en un artículo en 'el País' en el que desmintió tal agravio. La realidad es que 'Cada ver... es' se mantuvo escondida durante décadas y la opacidad hizo crecer el misterio y la leyenda alrededor de la figura de Espada del Coso como personaje de cuento de terror. Una experiencia cinematográfica intensa y convulsa a la que hay que acercarse, como me recomendó mi amigo, con la mente abierta y el estómago vacío.

El guarda le quitó el candado a la puerta trasera y la veintena de estudiantes de la escuela de cine nos adentramos en los pasillos oscuros del pabellón 5 de la Facultad de Medicina de la Complutense. Rodábamos el corto final de carrera y habíamos localizado en una de las plantas abandonadas del edificio, junto al Instituto Anatómico Forense de Madrid -que, por cierto, cerró en noviembre tras 40 años de actividad-. Después de soltar el equipo en el set, decidí dar una vuelta por los alrededores. En el pabellón 8, un médico jubilado custodiaba una colección de historiales clínicos del siglo XIX, litografías, reproducciones de enfermedades venéreas y "moulages dermatológicos" que hoy componen el Museo de Olavide, una visita que no puedo dejar de recomendar.

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