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Así vive la élite del ajedrez español: cuatro grandes maestros resuelven todas tus dudas
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EL FASCINANTE ENCANTO DEL ENROQUE

Así vive la élite del ajedrez español: cuatro grandes maestros resuelven todas tus dudas

Comienzan jóvenes, tienen claro desde pequeños cuál es su pasión y sobreviven a base de entrenamiento, viajes por todo el mundo y jornadas maratonianas antes de que llegue su declive

Foto: Imagen: EC Diseño
Imagen: EC Diseño

5 de septiembre de 2012. A un lado del tablero, Miguel Illescas, de 46 años. Ocho veces campeón de España, nueve olimpíadas a sus espaldas. El hombre que hizo tablas con Kasparov en Dos Hermanas, superviviente de una era en la que no se entrenaba con ordenador. Al otro, Iván Salgado López, de 21 años. Menos galones, pero con el rango de gran maestro desde que cumplió la mayoría de edad. Entre los dos, el tablero que atestigua la victoria del pupilo sobre el maestro. Salgado se convertiría al día siguiente en uno de los campeones españoles más jóvenes tras hacer tablas con David Antón, que a sus 16 años ya era la gran promesa del ajedrez español.

“Ya había entrenado con Illescas cuando yo tenía 14 años y es un poco como hacer trampas, porque aprendes sus trucos y en una de esas oportunidades le ganas”, rememora años después el gallego. “¿Sabes? Gané esa partida gracias a otro jugador español, Julen Arizmendi, que esos días me había enseñado un final de partida no muy típico. Tuve la suerte de que ese mismo final se dio en mi partida con Illescas. De la primera persona que me acordé cuando gané fue de Julen. Se piensa que en los deportes individuales uno gana por sí mismo, pero hay tantas ayudas que nunca estás solo”.

"Empecé a los seis años, se me dio bien y cuando terminé la ESO dejé de estudiar para dedicarme a esto a tiempo completo"

Podría ser una historia salida del último capítulo de ‘Gambito de dama’, la serie que ha generado un ‘boom’ inesperado de interés por el ajedrez, pero es una anécdota que ilustra el irresistible encanto del ajedrez. Porque en eso coinciden todos los grandes maestros entrevistados, desde Sabrina Vega hasta Manuel Pérez Candelario pasando por Miguel Santos o el citado Salgado: siempre han sabido que lo que querían es jugar al ajedrez porque no conciben otra vida. A lo largo de la historia solo ha habido 1.928 grandes maestros en todo el mundo. En España, unos 50. Ellos son cuatro.

“Yo descubrí el ajedrez sobre los seis o siete años en las extraescolares en mi colegio. Empecé a participar en los campeonatos de Sevilla, que se me dieron bien, los de Andalucía, que se me dieron bien, luego España y cuando acabé la ESO decidí dejar de estudiar para seguir con esto”. El que responde vía telefónica desde Canarias es Miguel Santos Ruiz (Utrera, 1999), el gran maestro español más joven (solo superado por Lance Henderson). Se encuentra en las islas porque es uno de los pocos lugares donde ahora se puede jugar al ajedrez sin miedo a cancelaciones. En su foto de perfil de WhatsApp, una imagen del campeonato en el que hizo tablas con Anatoli Karpov y Veselin Topalov. Tenía 19 años.

Foto: Escena de 'Gambito de Dama'. (Netflix)

“Para ser gran maestro da igual la edad, los requisitos son los mismos, tengas 10 o 50 años, seas hombre o mujer”, rebaja la importancia del título Santos. Mujer precisamente Sabrina Vega Gutiérrez (Las Palmas de Gran Canarias, 1987), siete veces ganadora del campeonato de España individual: los últimos cuatro han sido suyos. “A veces me preguntan si es normal que gane todos los años, pero cada campeonato es distinto, porque cada nueva generación aprende cosas que la anterior no sabía”, explica. La maquinaria del ajedrez se ha ampliado. Se empieza antes y se termina más tarde, pero el nivel es tan elevado que es mucho más difícil vencer en un torneo y, por lo tanto, vivir de ello. Pero se han abierto nuevos nichos, como recuerda Manuel Pérez Candelario (Zafra, Badajoz, 1983), desde las partidas ‘online’ a las clases personales o los vídeos producidos para grandes plataformas. Sí, contra todo pronóstico, no es tan difícil vivir del ajedrez. Lo que es difícil es vivir de la competición.

-Sabrina Vega Gutiérrez. 1987. Siete veces campeona de España

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Sabrina Vega.

La canaria responde a punto de coger las maletas para salir a Alicante, uno de los pocos torneos que el covid ha respetado este año. Un destino demasiado cercano para alguien que ha cruzado todo el planeta con el tablero debajo del brazo. “Para que te hagas una idea, una vez estaba jugando con mis amigos a describir lugares. Uno de ellos era ‘ni Sabrina ha estado’. Pero sí que había estado. Era Siberia, donde he ido a jugar dos o tres veces”.

"China es la gran revolución, no han estudiado a los clásicos sino que abusan de las máquinas, hacen movimientos raros, pero les funciona"

Aunque Vega haya sido siete veces campeona de España, el momento álgido de su carrera fue 2016, cuando quedó subcampeona de Europa en Mamaia (Rumanía). “Fue muy importante llegar hasta ahí, no solo por el resultado, sino por la trayectoria, lo que aprendí de los errores”, explica. Uno de los recuerdos más recurrentes de su carrera es, de hecho, su garrafal equivocación en el campeonato del mundo sub-12. “Estaba en una posición en la que confiaba en ganar, ofrezco tablas, el rival lo acepta y celebro el bronce. Desgraciadamente una compañera rusa a la que había ganado remonta y por desempate se lleva ella el bronce. Fue un palo muy duro que me inculcó el gusto de jugar las partidas hasta el final”. Un palo muy duro… a los 12 años.

La precocidad es una de las características comunes a todos los ajedrecistas. Vega comenzó a jugar a los ocho años en clases extraescolares, después de que su familia se mudase al norte de Gran Canaria para estudiar en el San José Dominicas: su hermana Belinda Vega también es maestra internacional y campeona de gimnasia rítmica. En apenas unos meses estaba compitiendo. “Podía estudiar unas ocho diarias sin perder la concentración y solo tenía nueve años”, dijo de ella su maestro ruso, Boris Zlotnik. Así que no le fue muy difícil compaginar su vida de campeona de ajedrez con los estudios de Derecho: “Mis compañeros solo podían estudiar una hora y media y yo podía estar desde las ocho de la mañana hasta la una gracias al ajedrez”, recuerda ahora Vega, que poco a poco se inclina hacia la docencia.

El año pasado puso una muesca más en su alfil, al vencer a la número uno del mundo, Yifan Hou. “Había pasado un período más desconectada del ajedrez porque tras ser campeona del mundo decidió dedicarse a sus estudios, por lo que estaba un poco más desconectada, pero tuve ideas bastante buenas y aunque demostró ser quien era en la partida, conseguí llevarme el punto”, recuerda. China, una vez más, está dominando el panorama internacional con un enfoque totalmente distinto del ajedrez. “Han sido la gran revolución: son super élite pero no han estudiado a ningún clásico, sino lo que suelen hacer es abusar de las máquina y los módulos de análisis, se nota porque muchos hacen jugadas extrañas que nosotros no haríamos pero al final les salen siempre bien”.

"Si unificáramos las categorías, el porcentaje de chicas que participaría en los equipos sería casi nulo, tendrían que dedicarse a otra cosa"

La vida del ajedrecista resulta sorprendente para su entorno, pero no por lo que la gente presupone. Por un lado, por la importancia que tiene la técnica en la competición. “El ejercicio es importante porque son muchas horas de concentración, la resistencia es fundamental, todo lo que ingieres afecta a tu rendimiento, se mide todo”, relata. Aunque la duración de las partidas modernas se está acortando, llegan fácilmente a las cinco horas. “También nos hacen controles antidoping, como en cualquier otro deporte”. Como han demostrado algunos estudios, el modafinil, el metilfenidato y la cafeína pueden mejorar el rendimiento.

Desde luego, nada tienen ya que ver las partidas en los grandes torneos con lo que recoge ‘Gambito de dama’. Ni mirones aplaudiendo ni murales con las partidas (que se pueden seguir ‘online’ gracias a sensores en las piezas), ni mucho menos fumar o beber. Tampoco aplazar partidas: los jugadores correrían a buscar soluciones en la inteligencia artificial. Hay cosas que sí siguen siendo igual: “Refleja bien la pasión que dura hasta el final o la necesidad del apoyo de una gran familia. Superar la frustración, que es lo que te paraliza en el día a día”.

Para terminar, la pregunta que muchos nos hacemos: ¿por qué sigue habiendo categorías masculina y femenina? “El ajedrez es uno y así debería ser entendido, pero aún estamos en un proceso. A los 14 y los 16 hay un gran abandono de chicas. Cuando yo empezaba solo tenía de referentes a Judith Polgár, se me hacía más lejana, y en España a Mónica Calceta. Influye mucho que desde fuera se vea el ajedrez como un mundo de hombres. Lo importante es la visibilidad de los referentes para despertar la continuidad. Hoy en día si unificáramos las competiciones el porcentaje de chicas participando en los equipos sería casi nulo, carecerían de oportunidades y tendrían que dedicarse a otras cosas, se daría un paso atrás ahora que estamos ganando participación femenina”.

-Iván Salgado. 1991. Dos veces campeón de España individual

placeholder Iván Salgado, contra Wey Yi, en 2014. (EFE/J. Casares)
Iván Salgado, contra Wey Yi, en 2014. (EFE/J. Casares)

Salgado es de Ourense pero vive en todas partes. Alemania, Grecia, Bulgaria. El gallego contradice el estereotipo que señala que los jugadores de ajedrez están obsesionados por una única cosa, el ajedrez. “Necesito viajar para entrenar con distintos maestros, porque lo peor para el cerebro es el aburrimiento, y cuando entras en rutinas te aburres”, desvela desde paradero desconocido. “En esta época he intentado vivir en sitios un poco alejado de las grandes ciudades, porque me parecía lo más inteligente. Eso me ha llevado a pueblos de 40 habitantes en Bulgaria o a zonas no muy turísticas de Grecia”.

Cuando alcanzó el puesto del número 88 mundial, Salgado estudiaba en Bulgaria y jugaba en la primera división de fútbol sala

¿Es normal? “Hay ajedrecistas muy distintos, en todos los deportes hay deportistas muy buenos cuando se centran en su deporte y otros que si solo hacen una cosa revientan, y soy de estos”. El año que llegó a su puesto más alto en el ‘ranking’ mundial, en el puesto número 88, estaba estudiando en la universidad de Bulgaria Entrenador Deportivo y Manager Deportivo. Donde, por cierto, también jugó en la primera división de fútbol sala. Dedica tres o cuatro horas del día al ajedrez y el resto, a otros intereses. Ahora mismo hace dos cursos de rendimiento bajo presión y de marca personal. “Pero básicamente intento dormir lo mejor posible, comer lo mejor posible, hacer deporte y viajar a pesar de la situación en la que estamos”, matiza.

Una vida nómada que le lleva a jugar entre cinco y siete torneos y unas 60 partidas al año, cifras por debajo de la media. “Yo necesito ganar o al menos saber que he hecho el 120% por ganar”, explica. “El aspecto psicológico es muy importante en un deporte individual. En los físicos puedes decir ‘bueno, hoy no me sentía muy bien’, pero en el ajedrez está todo dentro del cerebro, así que la conclusión a la que llegas si pierdes, aunque estés preparado, es que el otro es más inteligente que tú”.

Uno de sus grandes rivales (y amigos) el murciano David Antón, 'el niño Antón', la gran figura del ajedrez español a sus 25 años. Actualmente es el 63 en el ranking mundial. “Solo le he ganado una vez en el Iberoamericano ‘online’, casi siempre hacemos tablas”. Un caso que recuerda que, como algunos mantienen, el mejor jugador de ajedrez del mundo en cada momento es siempre el mejor jugador de ajedrez de la historia. “Yo tengo unos años más que David, que vio el camino que yo estaba siguiendo y lo mejoró, las generaciones vamos mejorando unas con otras y no me extrañaría que España empezase a ganar medallas pronto”. Sobre todo, por el apoyo de una Federación que todos los grandes maestros españoles reconocen.

Una vez más, Salgado fue precoz. Comenzó a los ocho años, animado por su hermano mayor. “Me encantó y hasta ahora”. Mientras tanto, sigue leyendo sobre ciencia, inteligencia artificial y filosofía, algo que siempre le ha interesado. ¿Alguno preferido? “Nietzsche, en Selectividad todo el mundo prefería Platón o Descartes, pero están muy vistos. La idea del superhombre es ‘ponte por encima de las ideas que te limitan, sé consciente de ellas y sé superior’”. Tal vez también la mejor definición del ajedrecista.

-Miguel Santos. 21 años. Gran maestro a los 18

placeholder Al fondo, Anatoli Karpov y Veselin Topalov, con los que hizo tablas.
Al fondo, Anatoli Karpov y Veselin Topalov, con los que hizo tablas.

“No voy a decir que el ajedrez es todo, pero obviamente el 80% de mi vida está basado en él, es a lo que me dedico, ha sido mi hobby, es mi profesión, casi mi vida. Tienes que meterte a fondo. Si hay un viaje, tienes que viajar. Esa es una de las razones por las que dejé de estudiar. Podría hacer las dos cosas, pero no podría viajar, por lo que probablemente no haría muy bien ni una ni la otra”.

"Somos personas más solitarias porque viajamos todo el rato, pero puedo ir a cualquier lugar de Europa y quedarme en casa de un amigo"

Así resume Miguel Santos su relación con el ajedrez, en la que, como ocurre en el resto de casos, el apoyo familiar es esencial. “Si tienes 13 o 14 años y tus padres no quieren que juegues un torneo porque pierdes escuela es muy difícil, pero eso pasa con cualquier otro deporte”. Fue campeón de España sub-16 (también sub-18), tercero de europa sub-18 y segundo sub-14.

El autodidacta andaluz le dedica al ajedrez entre cuatro y seis horas diarias; casi una jornada laboral. “Es una vida normal en la que sustituyo el estudio por horas de ajedrez, además trabajo para una empresa haciendo vídeos y trato de estar en forma”. En Canarias jugará su primera partida desde el confinamiento. “Cuando se jugaron los campeonatos de España justo cogí covid, así que estuve confinado un mes y no pude jugarlo”.

Entre los momentos más memorables de su carrera se encuentran las partidas finales de los grandes campeonatos, “momentos muy tensos en los que es muy fácil cometer un error”. Como el de la final del campeonato del mundo sub-20, que sigue recordando casi o tanto como cuando hizo su primer podio en un campeonato de Europa. “Era un fallo muy tonto y me hizo quedar cuarto”. Su próxima meta, llegar a los 2600 puntos de ELO. “Es una barrera ficticia, pero es la que diferencia a un profesional que puede ganarse la vida jugando solo torneos de muy alto nivel”.

Lo que más le convence de ‘Gambito de dama’ es, como a sus compañeros, el retrato de la frustración. “Esa frustración de no haber visto una jugada o ver que el rival te gana sin poder pararlo nos ha pasado a todos, seguro que eso lo ha pensado un ajedrecista”, reconoce. Eso y la sensación de vivir en un universo alternativo en la que el ajedrez es la raíz de todas tus relaciones personales. “Podemos ser personas un poco más solitarias porque estamos viajando todo el rato y dejas de ver a la gente en su entorno natural, pero puedo ir a casi cualquier lugar de Europa y quedarme con un buen amigo mío”.

Una última curiosidad: Santos es tataranieto de Miguel de Unamuno. “Me han preguntado muchas veces por ello, pero me recuerda a cuando en ‘Gambito de dama’ le preguntan más a la chica por ser chica que por ser campeona”, responde. Mejor seguir hablando de ajedrez.

-Manuel Pérez Candelario. 38 años, tres campeonatos de España con Club Magic

placeholder Manuel Pérez Candelario.
Manuel Pérez Candelario.

A Manuel Pérez Candelario la competición le queda cada vez un poco más lejos, y la formación de pequeños genios emergentes, más cerca. Se encuentra al frente del Club Magic de Mérida, uno de los de más solera de toda España. “Una de nuestras particularidades es que tenemos nichos de trabajo: no es solo competición, también hacemos formación como entrenadores, monitores… ahora el ajedrez se está extendiendo mucho en los colegios”, explica entre clase y clase.

"Alcanzas el máximo nivel intelectual entre los 30 y los 35, y a partir de ahí se produce el declive". La "salida natural" suele ser la enseñanza

Candelario es licenciado en Historia y gran maestro desde el año 2011. Lleva dando clases desde los 18, hace ya dos décadas. Una “salida natural” a la que dedica el 70% de su tiempo. El 30% restante es para la competición. Es consciente de que se encuentra ya en la edad en la que ha comenzado el declive intelectual. “Aunque nosotros tenemos un vida profesional más larga que otros deportistas, alcanzas el máximo nivel entre los 30 y los 35, y a partir de ahí se produce un declive, también porque se pierde el empuje de la juventud”, reconoce. Sin embargo, es cada vez más común que las carreras se alarguen. Como es el caso de Viktor Korchnói, que siguió jugando casi hasta su muerte en 2016, a los 85.

Así que ahora es más selectivo con los torneos. Lo cual quiere decir que es miembro de la Selección Española, participa en el campeonato de España de clubes, en la liga portuguesa y en algún Open “que me cuadre por calendario”. La situación ha cambiado mucho desde que empezó. “Antes los premios eran siempre para los mismos, ahora tienes que ser mejor jugador porque hay mucha más competencia, la formación es más accesible y el conocimiento está más distribuido,”, explica. Lejos quedan los tiempos en los que cogía la mochila llena de libros para recorrerse el país persiguiendo a distintos maestros. Ahora, por ejemplo, entrena a un adolescente gaditano que va a competir en el mundial sub-16 de manera ‘online’.

“Yo me he dedicado al ajedrez desde pequeño, es lo que me atrajo y no conozco otro mundo. El título de gran maestro es el máximo, pero es más bien honorífico, lo importante es el ranking’”, lamenta. “El otro día debatíamos sobre eso, sobre si debería estar remunerado en España, porque en muchos sitios lo está, como ocurre con los deportistas del plan ADO. Cuesta mucho trabajo, muchísimo esfuerzo y luego queda en algo honorífico, porque no le puedes sacar mucho partido”. Por su experiencia, el talento se ve rápidamente. Pero no es todo. “Muchos de los que los monitores o los padres dicen que van a ser buenísimos no llegan ni a muy buenos”.

Aparte de trabajar la cantera del Magic —algunos alumnos tienen apenas cuatro años— y dar formación especializada, Candelario ha encontrado una gran ilusión en el ajedrez terapéutico. “Para mí cierra el círculo”, desvela. “Enseñar a quien ya le gusta el ajedrez es fácil, pero enseñar a mayores de 75 años o en centros penitenciarios y comunidades terapéuticas donde se están desenganchando de las drogas te llena”. Uno de sus monitores, de hecho, salió de uno de esos centros. “¿La competición? Está muy bien, tienes subidones porque te juegas mucho… si va bien te sientes satisfecho y si no, es bastante frustrante. Requiere mucha energía y te sigue atrayendo esa sensación, pero hay otras que me parecen igualmente enriquecedoras y no tienen esa parte de frustración”.

Nos deja: le toca entrenamiento con Sabrina. La rueda generacional no para y es solo cuestión de tiempo que los jóvenes engullan a los hoy grandes maestros.

5 de septiembre de 2012. A un lado del tablero, Miguel Illescas, de 46 años. Ocho veces campeón de España, nueve olimpíadas a sus espaldas. El hombre que hizo tablas con Kasparov en Dos Hermanas, superviviente de una era en la que no se entrenaba con ordenador. Al otro, Iván Salgado López, de 21 años. Menos galones, pero con el rango de gran maestro desde que cumplió la mayoría de edad. Entre los dos, el tablero que atestigua la victoria del pupilo sobre el maestro. Salgado se convertiría al día siguiente en uno de los campeones españoles más jóvenes tras hacer tablas con David Antón, que a sus 16 años ya era la gran promesa del ajedrez español.

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