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'One Cut of the Dead': ¿la mejor película de zombis de todos los tiempos?
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'One Cut of the Dead': ¿la mejor película de zombis de todos los tiempos?

Esta comedia de terror japonesa, variante zombi de bajo presupuesto de 'La noche americana', se ha convertido en un título de culto en el circuito festivalero

Foto: Una imagen de 'One Cut of the Dead'.
Una imagen de 'One Cut of the Dead'.

Como reivindicaba J Hoberman en su influyente artículo 'Películas malas' y plasmaron más adelante filmes como 'Ed Wood', de Tim Burton, o 'The Disaster Artist', de James Franco, muchas veces detrás del filme de serie Z más catastrófico se esconde la pasión por hacer cine más inconmensurable. Y también la más desinteresada, en tanto los entregados creadores de este tipo de películas no suelen obtener compensaciones en forma de reconocimientos académicos o gratificaciones económicas.

Algo de eso hay en 'One Cut of the Dead', una celebración del oficio de rodar películas desde un contexto poco habitual. En este caso, no nos encontramos en el set de un rodaje desastroso, si no en un entorno menos extremo, más cotidiano y por ello más interesante. Se trata de una filmación de una película de zombis de bajo presupuesto para la televisión, un entorno tan modesto en lo económico como en lo artístico. Al inicio de este segundo largometraje de Shin'ichirô Ueda, nos situamos en una antigua planta depuradora de agua ahora abandonada sobre la que planea una leyenda urbana de resonancias terroríficas: habría sido el escenario de experimentaciones con humanos y por ello está maldita. Aquí, un director perfeccionista y agresivo, Higurashi (Takayuki Hamatsu), obliga a repetir por enésima vez una toma a sus jóvenes intérpretes, que dan vida a una pareja intentando sobrevivir a un apocalipsis zombi. La maquilladora (Harumi Shuhama), por su parte, calma los ánimos, sobre todo a partir del momento en que parece que el rodaje se ve afectado por un grave e inesperado inconveniente: un apocalipsis zombi real. ¿Zombis de verdad invadiendo un filme sobre zombis? El director Higurashi saluda este acontecimiento inesperado como una oportunidad inmejorable para otorgar un plus de realismo a su filme.

Mientras la película se vuelve más enloquecida, el espectador empieza a preguntarse si se encuentra ante un 'found footage', uno de esos filmes en que la persona encargada de filmar toda la acción forma parte de la narrativa. 'A priori', el filme no introduce al cámara como un personaje más. Pero algunas pistas hacen pensar en ello: un amago de interacción de los personajes con quien está gravando, el hecho de que nos encontremos en un territorio, el del cine de terror de zombis, propicio a este recurso y el registro de toda la narración en un único plano secuencia. Hasta que un 'flashback' a un mes antes de los sucesos nos explica mejor qué estábamos presenciando...

Y a partir de aquí la película riza el rizo metacinematográfico para convertirse en una película sobre el rodaje de un 'show' televisivo en que unos personajes filman una historia de zombis hasta que se ven atacados por unos no muertos 'reales'. Descubrimos que el director de esta película sobre otra película, encarnado también por Takayuki Hamatsu, no resulta tan ambicioso e intolerante como el de la ficción dentro de la ficción. Más bien se adapta a la voluntad de sus empleadores, los responsables de un canal de televisión especializado en género que quieren un filme de zombis rodado y emitido en directo.

En una filmografía y una vida marcadas por la cinefilia, François Truffaut convirtió 'La noche americana' (1973) en su particular homenaje a los oficios del cine en una película sobre el rodaje de otra película en que se detallan todas y cada una de las tareas, de la 'script' al ayudante de dirección, de la maquilladora a los intérpretes, que hacen posible levantar un largometraje. Aunque el director, encarnado por él mismo, seguía en la cúspide de la jerarquía creadora, el filme reivindicaba el carácter colectivo de la realización cinematográfica. 'One Cut of the Dead' celebra igualmente el cine como tarea colaborativa, aunque aquí el equipo tiene algo de pequeña gran familia más que de plantilla de una producción de envergadura.

'One Cut of the Dead' celebra el cine como tarea colaborativa, aunque aquí el equipo tiene algo de pequeña gran familia

Desde un humor muy refrescante, Shin'ichirô Ueda despoja su visión de la práctica cinematográfica de las ínfulas autorales ligadas a conceptos como genialidad, control artístico y perfeccionismo. Para empezar, la producción es modesta, de encargo y televisiva. Y sin embargo se plantea desde ese tropo del virtuosismo de la puesta en escena que es el plano secuencia de larga duración. La película reivindica y al mismo tiempo desmitifica esta opción al convertirla en un recurso que obliga a pensar soluciones ingeniosas de realización pero que también propicia momentos poco justificados creativamente. La segunda parte del filme, por tanto, da respuesta a algunas dudas que se le plantean a la audiencia viendo la primera parte: ¿era necesario un plano tan largo con la cámara a ras de suelo?, ¿no abusa el filme, por muy habitual que sea en la serie B, de situar la violencia fuera de campo?, ¿cuál es la razón de esos diálogos tan incoherentes entre estos personajes?, ¿por qué de repente vuelve a aparecer el director de ficción en esta escena tras tantas secuencias desaparecido?

Lejos de justificar las soluciones estéticas de una película a partir de las decisiones razonadas y talentosas de un director que ejerce de sacerdote creativo supremo durante el rodaje, 'One Cut of the Dead' presenta el trabajo cinematográfico como una suma de decisiones, algunas improvisadas o frutos de accidentes, que toma un equipo a lo largo de un rodaje. Y ofreciendo un resultado casi siempre imperfecto y casi siempre insatisfactorio. Ueda sabe contagiar al espectador la energía, el entusiasmo y la capacidad para resolver situaciones complicadas sobre la marcha de este equipo de rodaje en una comedia de zombis que deviene una celebración del cine pensado, realizado y visto de forma colectiva.

Como reivindicaba J Hoberman en su influyente artículo 'Películas malas' y plasmaron más adelante filmes como 'Ed Wood', de Tim Burton, o 'The Disaster Artist', de James Franco, muchas veces detrás del filme de serie Z más catastrófico se esconde la pasión por hacer cine más inconmensurable. Y también la más desinteresada, en tanto los entregados creadores de este tipo de películas no suelen obtener compensaciones en forma de reconocimientos académicos o gratificaciones económicas.

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