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Arkano, el gran gallo del hip-hop: "No quiero hacer rimas con 'me follo a tu madre'"
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Arkano, el gran gallo del hip-hop: "No quiero hacer rimas con 'me follo a tu madre'"

El rey de las batallas de gallos publica su poemario, 'Castillos en el espacio'

Foto: Arkano durante V edición de los premios platino del cine (EFE)
Arkano durante V edición de los premios platino del cine (EFE)

Hemos quedado en el Hotel de las Letras de Madrid. El alicantino Guillermo Rodríguez Godínez, alias Arkano, aparece con una sonrisa olímpica, normal en un veinteañero disparado hacia la fama. Es una estrella de las batallas de gallos de Red Bull, figura en el Libro Guinness por haber improvisado durante veinticuatro horas seguidas y ahora estrena ‘Castillos en el espacio’, un libro de poemas publicado por Martínez Roca. ¿Qué le distingue de la competencia? Seguramente su actitud contra el postureo, presente desde la primera respuesta. “No me considero poeta, ni escritor, ni nada parecido. Solo me apetecía contar algunas experiencias y sensaciones. Ni siquiera leo mucha poesía, ni soy un lector ávido. Podría haber pasado por la biblioteca, estudiarme cuatro nombres famosos y soltarlos en las entrevistas, pero no me apetece”, responde.

En realidad, Arkano es conocido por sus rimas comprometidas, que le han acarreado críticas en redes sociales. “En América Latina, la homofobia está más fuerte y a algunos les choca que cuestiones eso. En España hay mucha resistencia al feminismo todavía. Por suerte, tuve una exnovia a la que quiero mucho, que me hizo ponerme las gafas violetas y darme cuenta de un montón de dinámicas machistas de las que no era consciente”, reconoce. No era un problema suyo, sino del género: “Cuando hago de jurado en las batallas de Red Bull, me doy cuenta de que los raperos todavía pensamos en las mujeres como objetos de cambio y de venganza. Son normales las rimas de ‘me follo a tu madre’ y ‘me follo a tu novia’. Personalmente, no estoy de acuerdo con esa forma de ver las cosas. Son inercias que adquieres de jovencito. También es cierto que en la historia del hip-hop no hay una tradición de letras feministas ni de defensa de la diversidad sexual. Por eso cuesta introducirlos”, señala.

Producto nacional

Guillermo se enganchó al hip-hop por su hermana mayor, que le lleva siete años. “Me puso temas del Chojín y de Violadores del Verso. Flipé con ese lenguaje directo, yo que estaba acostumbrado al pop suave y romántico de la radio. De repente, descubro a estos tíos que te cuentan las cosas tal y como son, que no tienen miedo a soltar un taco. No queda bien decir esto, pero escucho sobre todo hip-hop en castellano. El rap estadounidense es el origen, la calidad, lo que se considera bueno de verdad. Al menos, por los más puristas. Mi problema es que no sé inglés. Soy así de cateto. Lo que me gusta del hip-hop es lo que cuentan las letras”, reconoce. En realidad, es muy buena noticia que el hip-hop español sea una escena sólida, que se funciona y se expande sin necesidad de referentes externos. Quienes seguimos el género desde los comienzos, sabemos que las primeras imitaciones de los artistas neoyorquinos podían resultar sonrojantes.

“¿Vas colocado?”

placeholder 'Castillos en el espacio' (Martínez Roca)
'Castillos en el espacio' (Martínez Roca)

Hablamos un poco del libro. Pregunto por un poema de dos líneas, que se llama ‘Bidibidibidibidibidi”. Se enfada, en broma, ya que es lo más sencillo de todos. Como es corto, lo transcribo. “¿Quieres que te hable de mis metas personales? Lo más importante es vivir de tal forma que cada persona que me cruce se pregunte si voy colocado”. ¿Cómo y cuándo se marcó este objetivo? “Los poemas que publico son la feria de mi cabeza; pensamientos fugaces que quiero transmitir. Esto fue un día que estaba supereufórico, hablando con un colega, que llegó a preguntarme si había tomado algo. Lo primero que pensé fue ‘qué guay’, ojalá tuviera siempre un estado de ánimo en que la gente dudara de si voy ciego. Estaba totalmente sobrio”, precisa. En otro poema, 'Veinticuatro horas', explica una jornada en la que dio dos conciertos, pisó tres ciudades y se desmayó en público. ¿Estrés laboral? “Qué va, me desmayé en Atocha por fumar porros. No suelo hacerlo, me ofrecieron y me lo tomé demasiado a la ligera. Le di unas caladas, que bastaron para tumbarme. La persona con la que estaba se agobió mucho”, recuerda. La mayoría de los poemas tratan sobre relaciones amorosas. También hay cursilería conmovedora sobre la paternidad, referencias al drama de los desahucios y un poema que es una página en blanco, dedicada a la libertad de expresión en nuestro país.

Decir ‘no’ a los bancos

Arkano creció en San Blas, un barrio obrero de Alicante. “Está bien para vivir, no es peligroso, solo hay gente humilde. Tiene tradición antifascista. Aparte de eso, lo que he aprendido en mi entorno y lo que yo defiendo es confiar en los demás, el apoyo mutuo de toda la vida. El sistema no favorece las relaciones de ayuda”, señala. Le pregunto su opinión sobre la polémica más reciente en el hip-hop español: algún rapero de renombre ha aceptado anunciar casas de apuestas, que para muchos fomentan la adicción de los más jóvenes. “Mi postura aquí es la misma que con el alcohol: defiendo el consumo responsable. Entiendo los problemas que causan estas cosas. Personalmente, no acepto todas las propuestas que me llegan de las marcas. He rechazado cosas de bancos y de empresas que están en conflicto laboral con sus trabajadores. Estudio cada caso con detalle. Me gusta trabajar con Red Bull porque sus batallas de gallos no impiden a nadie organizar una en su barrio. No veo perjuicio ninguno”, afirma.

Censura mediática

Resulta preocupante que la música popular dependa tanto de las marcas comerciales, pero en el caso del hip-hop español tiene justificación. Resumiendo mucho: es un género de barrio que nunca tuvo el apoyo de los medios de comunicación, que lo consideran cutre. Apenas suena en televisiones, ni en Los 40 Principales y también lo ningunea Radio 3, que incluso lo censura, como ha denunciado Nega de Los Chicos del Maíz. “Es un género marginado, totalmente marginado. Hay que preguntarse por qué. Ellos juegan con el argumento del bajo nivel musical, pero el seguimiento es tan masivo que debemos hablar de discriminación. El problema, sospecho, son las letras, que les resultan incómodas por las cosas que denuncian. Por ejemplo, yo he publicado un tema con Melendi y Alejandro Sanz, que se titula ‘Déjala que baile’. Es extraño: en cadena Dial cortan mi rap de veinte segundos cuando la emiten. Hacen como si yo no existiera. Son, sobre todo, versos feministas, no sé a qué sectores he podido incomodar”, lamenta. “Parece que estén buscando que el rap hable de temas que no sean socialmente relevantes. Alguien debería preguntar a Cadena Dial por qué ha tomado esta decisión”, sugiere.

Se acaba el tiempo. Una preja de novios jovencitos que pasan por delante de la cristalera de la cafetería se paran para mirar al artista. El gesto de Arkano le delata: todavía siente un poco de vergüenza o incomodidad por su condición de famoso. Después de tanto rimador ‘malote’, me marcho a casa pensando que no está mal que triunfe un buen chico. Dan ganas de adoptarlo.

Hemos quedado en el Hotel de las Letras de Madrid. El alicantino Guillermo Rodríguez Godínez, alias Arkano, aparece con una sonrisa olímpica, normal en un veinteañero disparado hacia la fama. Es una estrella de las batallas de gallos de Red Bull, figura en el Libro Guinness por haber improvisado durante veinticuatro horas seguidas y ahora estrena ‘Castillos en el espacio’, un libro de poemas publicado por Martínez Roca. ¿Qué le distingue de la competencia? Seguramente su actitud contra el postureo, presente desde la primera respuesta. “No me considero poeta, ni escritor, ni nada parecido. Solo me apetecía contar algunas experiencias y sensaciones. Ni siquiera leo mucha poesía, ni soy un lector ávido. Podría haber pasado por la biblioteca, estudiarme cuatro nombres famosos y soltarlos en las entrevistas, pero no me apetece”, responde.

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