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¿Quiere Putin resucitar la Unión Soviética? Un viaje al lado oscuro del gran líder ruso
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¿Quiere Putin resucitar la Unión Soviética? Un viaje al lado oscuro del gran líder ruso

El documentalista ucraniano Vitalu Mansky acompañó a Putin durante su campaña electoral y el primer año de mandato. Ahora, exiliado, desmonta su figura en 'Putin's Witnesses'

Foto: El presidente Vladímir Putin en una foto del pasado 4 de noviembre. (Efe)
El presidente Vladímir Putin en una foto del pasado 4 de noviembre. (Efe)

El 31 de diciembre de 1999, en medio de la euforia etílica de celebración del cambio de año, de siglo y de milenio, a muchos ciudadanos rusos les pasó por alto otro cambio significativo: ese día habían amanecido con Borís Nikoláievich Yeltsin como presidente de la Federación de Rusia, pero se acostarían con Vladímir Vladimirovich Putin como presidente en funciones. "De acuerdo con la Constitución, tras mi dimisión he firmado un decreto que traslada las labores de presidente de Rusia a Vladímir Vladimirovich Putin. Os merecéis felicidad y calma. Feliz Año Nuevo. Feliz comienzo de siglo". El nuevo presidente, y de momento transitorio, apenas llevaba cuatro meses en el cargo de presidente del Gobierno Federal de Rusia como mano derecha de Yeltsin. Un joven de orígenes humildes que había ascendido en el partido hasta llegar a la cúspide casi, parecía, de rebote.

Parecía, porque el documentalista ucraniano Vitaly Mansky refuta ese relato oficial de la llegada de Putin al poder en su película 'Putin's Witnesses', una reflexión retroactiva de la figura de Putin a partir de vídeos caseros y grabaciones oficiales de la campaña y el primer año de mandato del dirigente, archivos del propio Mansky, quien por entonces formaba parte del equipo de prensa de Putin. Mansky pasó meses siguiendo los pasos del presidente (desde visitas a la piscina del gimnasio hasta las reuniones a puerta cerrada de su gabinete en el día de las elecciones) y de Yeltsin (cenas familiares y momentos íntimos) para repasar las señales, entonces inadvertidas, de que Putin pasaría una larga temporada al frente del Kremlin y que quizás su idea de Rusia miraba más hacia el pasado que hacia el futuro. Después de su paso por Karlovy Vary y Toronto, 'Putin's Witnesses' se estrena en España en el Festival de Cine de Sevilla.

"Elegir el Año Nuevo, es más, la transición a un Nuevo Milenio, para hacer el traspaso de poder fue una sabia decisión de acuerdo con la larga tradición de un país que estaba sumergido en un jolgorio rampante que no dejó lugar a un análisis sobrio de los acontecimientos", concede Mansky en los primeros minutos del documental, mientras su familia se echa las manos a la cabeza con la noticia ("Nuestro nuevo presidente es un dictador, como Mao Zedong", dictamina su hija preadolescente) y él se prepara para seguir la comitiva de Putin en los tres meses restantes hasta las elecciones presidenciales del 26 de marzo de 2000.

Casi 20 años después de su grabación, las imágenes adquieren nuevos significado en el contexto de la Rusia actual, tras tres legislaturas de Putin como presidente y una como primer ministro. Lo que antaño fueron grabaciones con fines propagandísticos, ahora dejan traslucir el ideario de un político con "ambiciones imperiales" y "poder autocrático", un maquiavelo de la propaganda, según el propio Mansky, ahora exiliado en Letonia. De la foto de aquella comitiva presidencial apenas queda Dmitri Metvedev, actual primer ministro, antiguo presidente y en esas elecciones su director de campaña. "Extrañamente, la mayoría de los que ayudaron al triunfo de Putin y que trabajaron con él codo con codo en aquellas elecciones o se han marchado a la oposición o han sido despedidos". O algo peor.

En las imágenes de la oficina de campaña, con actitud desenfadada, miran a la cámara decenas de caras. Como la de Mikhail Lesin, dueño entonces de la primera agencia de comunicación del país, que apareció muerto en 2015 en un hotel de Washington. O la de Borís Nemtsov, que murió tiroteado también en 2015 en los alrededores del Kremlin, después de haberse convertido en una de las voces más críticas contra el Gobierno. O Ksenia Ponomaryova, entonces directora del principal canal de televisión ruso y que murió en 2006 a los 54 años.

placeholder Yeltsin celebra la victoria de Putin en 'Putin's Witnesses'
Yeltsin celebra la victoria de Putin en 'Putin's Witnesses'

Esa misma noche de las elecciones, Mansky visitó a Yeltsin en su casa mientras seguía los resultados a través de la televisión. "Lo elegí entre 20 candidatos en apenas cuatro meses", presume orgulloso el mandatario. Gorbachov aparece en televisión después del ostracismo sufrido durante el mandato de Yeltsin y éste lo mira despreciativo: "¡Estoy harto! ¿Cuánto tiempo tenemos que seguir escuchándole?". Él ha sido previsor y antes de que alguien más joven lo aparte del poder y lo aisle ha designado a su propio sucesor. Poco después de que uno de los principales periodistas del país lo avise por teléfono de la victoria de Putin (51,2% de los votos frente al 28,4% de Ziugánov y el 5,8% de Yavlinski), Yeltsin llama por teléfono al nuevo presidente. Y su sucesor, su protegido, ni le coge ni le devuelve la llamada. La asunción de su papel como 'jarrón chino' es absoluta en la Nochevieja del año 2000. Yeltsin, rodeado de su familia más próxima, pronuncia un discurso de felicitación del Año Nuevo como si siguiese dirigiéndose a la nación entera. Pero ya siquiera su nieto le presta atención. Y él lo sabe.

Yeltsin quiso ser previsor y antes de que alguien más joven lo apartase del poder y lo aislase designó a su propio sucesor

Entre los recovecos más oscuros del retrato de Putin que dibuja 'Putin's Witnesses' están las teorías que lo relacionan con la serie de atentados atribuidos a los rebeldes chechenos, tras los cuales el futuro presidente ganó popularidad. Voces críticas atribuyen los atentados (en los que murieron 293 personas) al Servicio Federal de Seguridad ruso como forma de justificar una intervención en Chechenia y de acercar a Putin al Kremlin. Mansky analiza también la obsesión de Putin por los símbolos de la Unión Soviética: en su primer año de mandato cambió 'La canción patriótica', que había sido el himno de Rusia desde la caída de la URRS, por el antiguo himno soviético de Aléksandrov, utilizado anteriormente entre 1943 y 1990. También impuso la bandera roja de la época soviética al Ejército y reinstauró la guardia militar en el mausoleo donde se expone el cadáver momificado de Lenin.

placeholder Putin celebra su victoria en el año 2000.
Putin celebra su victoria en el año 2000.

"Mi tarea es convencer a la población de que los intereses nacionales son más importantes que los individuales", resume Putin antes de ganar las elecciones. "Es necesario restablecer la confianza de los ciudadanos en el 'establishment'", defiende ya en el cargo electo. Putin habla de nostalgia del pasado, del poder de los símbolos, de la necesidad de Rusia de recuperar el espíritu vencedor. Mansky se permite cuestionarle y, a los pocos minutos, la película acaba. No hay más metraje. Disidencia es igual al vacío. Los colaboradores y opositores pasan, Putin permanece. Y lo hace convertido en el gran símbolo de la nueva Rusia. Pero ¿qué Rusia es esa?

El 31 de diciembre de 1999, en medio de la euforia etílica de celebración del cambio de año, de siglo y de milenio, a muchos ciudadanos rusos les pasó por alto otro cambio significativo: ese día habían amanecido con Borís Nikoláievich Yeltsin como presidente de la Federación de Rusia, pero se acostarían con Vladímir Vladimirovich Putin como presidente en funciones. "De acuerdo con la Constitución, tras mi dimisión he firmado un decreto que traslada las labores de presidente de Rusia a Vladímir Vladimirovich Putin. Os merecéis felicidad y calma. Feliz Año Nuevo. Feliz comienzo de siglo". El nuevo presidente, y de momento transitorio, apenas llevaba cuatro meses en el cargo de presidente del Gobierno Federal de Rusia como mano derecha de Yeltsin. Un joven de orígenes humildes que había ascendido en el partido hasta llegar a la cúspide casi, parecía, de rebote.

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