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¿Es su héroe un genocida? Descúbralo en 'El atlas del bien y del mal' de Tsevan Rabtan
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¿Es su héroe un genocida? Descúbralo en 'El atlas del bien y del mal' de Tsevan Rabtan

Tenía un blog firmado como un conquistador mongol y ahora tiene un libro publicado. Esta es la historia tras una de las novedades editoriales más peculiares del momento

Foto: Joder Pachá, el legendario explorador morisco, interpretado por Alejandra Acosta (GeoPlaneta)
Joder Pachá, el legendario explorador morisco, interpretado por Alejandra Acosta (GeoPlaneta)

Uno de los libros más peculiares que han llegado últimamente a las librerías es 'Atlas del bien y del mal', un compendio de 31 historias acerca de exploradores, bandidos, soldados, genocidas o, simplemente, seres cotidianos que en un momento de sublimación existencial salieron de la grisura y fueron ascendidos a héroes... o a villanos. Este glosario de personajes semicélebres, narrados con escrutinio histórico y desdén por el adjetivo, es obra de un personaje de internet llamado Tsevan Rabtan. Los colores que el autor sustrae premeditadamente de su prosa son aportados en este atlas por los exuberantes dibujos de la ilustradora chilena Alejandra Acosta. El que encabeza estas líneas representa, por ejemplo, al Joder Pachá, el explorador morisco que conquistó Tombuctú.

placeholder 'Atlas' (Geoplaneta)
'Atlas' (Geoplaneta)

El libro es complicado en el sentido de que no traza claramente la línea entre el bien y el mal. Gandhi es bueno, Hitler es malo, hasta ahí todo bien, pero este tratado obliga a repasar las historias trazando la línea uno mismo, con un rotulador rojo en la mano que el lector —como diría Borges— acaso no sabrá manejar. Al contemplar el conjunto, uno solo puede pensar en algún editor que, tras publicar las exitosas memorias de una estrella de YouTube, da el año fiscal por cubierto y decide darse un último capricho editorial. Abordamos educadamente al autor tras el pseudónimo, un abogado madrileño de barba y media melena encanecida, para que responda a este y otros de los interrogantes que despierta este libro.

Foto: Vasily Vereshchagin, 'La apoteosis de la guerra' (1871)

PREGUNTA. ¿Es su primer libro el capricho de un editor?

RESPUESTA. No. Dante Hermo, el editor de Planeta, contactó conmigo. Me contó que había estado de baja por enfermedad y pasaba mucho tiempo en casa. A través de Twitter vió mi blog, leyó unas cuantas entradas, le gustaron mucho y pensó que se podía hacer un libro. Creó un mapa en Google Maps y fue poniendo chinchetas con las diferentes entradas que le gustaron, puso unas 60 ó 70 y resultaba que había chinchetas en todos los continentes. Como él trabaja en GeoPlaneta y están haciendo una serie de atlas, encajaba es esa colección. Simplemente le gustó y... lo pudo vender.

P. ¿En qué lugar de una librería lo colocaría?

R. Aunque es complicado por ser mixto, donde encajaría mejor es en la sección de Historia. Y puede que haya algún error, pero se pretende que todos los datos que aparecen sean ciertos. Es un libro de Historia, pese a esas pretensiones morales que hay detrás del título.

El mío es un libro de Historia, pese a esas pretensiones morales que hay detrás del título

P. Quizá porque salió de un blog, el libro conserva una estructura donde los capítulos no están necesariamente relacionados, por tanto se presta más a la consulta (como una enciclopedia o un poemario) que a ser consumido de pe a pa. ¿Era la idea o es que salió así?

R. Al principio era un poco escéptico, porque las entradas no están hechas para ser publicadas juntas, de hecho están escritas a lo largo de diez años. Pero el editor, desde el primer momento, incluso antes de elegir las entradas, insistía en que el libro tendría una coherencia final, un nexo común; que no sería, como ocurre a veces, una recopilación de artículos. Pero sí, la realidad es que, efectivamente, se puede leer a gusto del consumidor y no se pierde nada.

placeholder Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)
Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)

P. Su forma de narrar es abundante en fechas y nombres pero parca en descripciones. Se agradecen las ilustraciones de Acosta porque, a veces, uno puede no saber qué aspecto tiene un soldado druso o un líder bantú en el siglo XIX. ¿Trabajó este tipo de detalles con ella?

R. No, la decisión de que fuese un libro ilustrado no es mía, me puse en manos de la editorial por completo. Me enseñaron trabajos previos de Alejandra, que me gustaron mucho, pero las ilustraciones del libro no tienen nada que ver con lo que ella había hecho antes, eran dibujos más surrealistas y oníricos. El libro está mucho mejor con sus ilustraciones. Además, en el proceso de reescritura me empeñé más aún en que los hechos se describieran de una manera descarnada, fui profundizando en eso y eliminando grasa en cada una de las historias.

Creo que era importante que se mostrasen por sí mismas, sin retórica. Cuando uso la retórica suele ser ironía. Me siento cada vez más a gusto prescindiendo de adornos, quizá porque, por otra parte, tengo tendencia a la retórica como consecuencia de mi profesión, en la que tengo que estar permanentemente argumentando. Tiendo a extenderme mucho para no dejar huecos en las argumentaciones.

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Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)

P. Nunca me había visto obligado a plantearme dónde está la límite que separa a un heroico liberador de su pueblo de un sádico sanguinario.

R. Eso es muy interesante. La idea, que además es permanente en todo lo que he venido escribiendo, es que los perfiles entre el bien y el mal son muy difusos, que varían en el tiempo, que un mismo comportamiento de un personaje histórico se puede calificar como neutro, bueno o malo. Precisamente, intentar dejar que sigan siendo difusos es algo muy marcado en el libro: no hay muchas calificaciones.

La idea, que además es permanente en todo lo que escribo, es que los perfiles entre el bien y el mal son muy difusos, que varían en el tiempo

P. Algunas de las historias son casi anécdotas, pero con siglos de antigüedad. ¿De dónde saca este tipo de material?

R. Es complicado de contestar. Hay diferentes tipos de historias, algunas de ellas me las he encontrado en una nota de un libro, una referencia o una mención, y esa nota me lleva a investigar: otros libros, internet o incluso fuentes primarias. Algunas sí que son resultado de años de haber leído sobre el tema, por ejemplo la invasión de los mongoles de Europa o Tamerlán, he leído muchos libros sobre eso. Y en internet se encuentran muchísimas cosas, pero hay que saber buscar.

Para una entrada que escribí hace poco sobre el ataque en Bari de la aviación alemana que hunde un barco con gas mostaza, realmente todas esas referencias las encontré en un libro sobre la invasión de Italia. Encuentro la historia, ya de por sí bastante bien contada en ese libro. Buscando, me doy cuenta de que la historia que se cuenta en el libro no es exacta del todo, que el mismo autor no ha seguido investigando. Termino buscando a los médicos y sus publicaciones en Harvard... ya sé que todo esto suena un poco loco.

placeholder Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)
Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)

P. Qué va, se supone que justamente eso hacemos los periodistas.

R. Lo más gracioso es que, tras pasar por todo eso, lo último que termino encontrando es un blog, creo que de un chileno, que contaba la historia de miedo.

P.¿Cuáles son sus rutinas como escritor, si es que las tiene? ¿Se sienta a escribir a última hora o va a los juicios con las historias en la cabeza?

R.Para empezar, no me considero un escritor.

P. Bueno, ya...

R. No, es importante porque sirve para explicar esto que voy a decir. Mis máximas incursiones en la literatura fueron con 18 años, cuando escribía algún cuento al estilo de Borges y poesías que no voy a mostrar porque son horrorosas. Bueno, tuvieron alguna utilidad práctica, pero no voy a extenderme en esto. Cuando abrí el blog y empecé a escribir lo hacía cuando podía y sin excesivo trabajo. La mayor parte de las tres mil cosas que he escrito son comentarios de actualidad. Escribo muy deprisa. Ahora, al revisar las entradas para el libro me he dado cuenta de que había detalles que estaban mal en las primeras versiones, aunque no eran muchos ni demasiado importantes.

Hay gente que tiene mucha habilidad para crearse un personaje digital que no coincide con él pero carezco de ella: Tsevan Rabtan soy yo

P.¿Tenía claro que quería firmar el libro con su pseudónimo?

R. El editor me lo preguntó. Me dijo que le daba igual, que le gustaban las historias. Yo le pedí que aparecieran bajo ese nombre, porque las historias las había escrito Tsevan Rabtan, es una cuestión fundamentalmente de coherencia y de cariño al personaje. No porque tenga ningún problema en que se conozca mi identidad, sino porque siempre que he escrito en internet lo he hecho como Tsevan Rabtan.

P. Es curioso, antes casos como el suyo eran lo normal: había una cultura de blogs donde los nicks eran la matrícula de cada uno pero nadie dejaba de ser él mismo. Ahora firmamos en internet con nuestro nombre pero mantenemos un yo digital que, a veces, genera tensiones a nuestro yo físico, porque nadie tiene una vida tan estimulante como refleja en su Instagram o Twitter.

R. Puede que sea porque los de mi generación hemos madurado sin internet. Hay gente que tiene mucha habilidad para crearse un personaje digital que no coincide con él. Yo carezco de esa habilidad, y de hecho cuando he intentado jugar a eso he fracasado: era un juego muy habitual en el Nickjournal de Arcadi Espada. Gente que tenía diferentes personajes y los llevaban de manera coherente, hasta el punto de que era muy difícil saber que estaba detrás la misma persona. Yo soy incapaz, a mí se me nota enseguida. Tsevan Rabtan y yo somos la misma persona. Quizás en el mundo digital sea un poco más agresivo, ¡aunque tampoco estoy seguro! La clave de todo eso es que hay personas que tienen éxito en el mundo digital pero no en la realidad. Por factores que influyen a la hora de tener éxito en las relaciones sociales: el aspecto físico, la timidez... alguien puede escribir de una manera brillantísima pero no ser tan brillante en la conversación hablada. Crean unas expectativas que luego no cumplen.

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Ilustración de Alejandra Acosta. (Geoplaneta)

P. R. Esta no sería una entrevista cultural si no le hiciera la típica pregunta sobre sus influencias.

R. ¿Influencias? ¿A qué se refiere, a influencias literarias? No creo que sea capaz de reconocer ninguna.

P. Le he leído mencionar alguna vez 'Historia de Roma' en su blog.

R. Ah, pero ese es un libro que me influyó mucho porque tenía 13 años cuando lo leí.

P. Bueno, ahí es cuando uno es influenciable.

R.Supongo que sí, aunque el estilo de Montanelli no tiene nada que ver con... ese libro me influyó mucho porque en mi casa no tenía muchos libros, no tenía unos padres licenciados con una biblioteca fantástica a la que pudiera acudir, nuestra biblioteca se fue haciendo. Ese libro me lo prestó un compañero de clase y cuando lo leí me gustó tantísimo que cogí unos folios, los recorté en medias cuartillas y resumí el libro por completo porque el libro lo tenía que devolver. Lo resumí al máximo y me salieron unas 30 hojas, que conservé durante muchos años, me lo sabía de memoria.

P. Más o menos lo mismo que ha hecho años después, ¿no?

R. No, no sé, ¿por qué lo dice?

P. Porque ha cogido un corpus enorme de sus entradas, las ha resumido en una treintena de cuartillas y las ha encuadernado.

R. Sí, aunque aquello tenía incluso menos pretensiones literarias.

Uno de los libros más peculiares que han llegado últimamente a las librerías es 'Atlas del bien y del mal', un compendio de 31 historias acerca de exploradores, bandidos, soldados, genocidas o, simplemente, seres cotidianos que en un momento de sublimación existencial salieron de la grisura y fueron ascendidos a héroes... o a villanos. Este glosario de personajes semicélebres, narrados con escrutinio histórico y desdén por el adjetivo, es obra de un personaje de internet llamado Tsevan Rabtan. Los colores que el autor sustrae premeditadamente de su prosa son aportados en este atlas por los exuberantes dibujos de la ilustradora chilena Alejandra Acosta. El que encabeza estas líneas representa, por ejemplo, al Joder Pachá, el explorador morisco que conquistó Tombuctú.

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