Las mil bromas del Joker, el villano más demente de 'Escuadrón suicida'
Pelo verde, tez blanquecina y una gran sonrisa roja, bastante poco amigable. El archienemigo más carismático de Batman vuelve a la gran pantalla gracias al 'Escuadrón suicida'
Son las 11 de la noche. El multimillonario Henry Claridge ha llamado a la policía. Teme por su vida. Y por la integridad de su diamante más valioso. Si algo ocurre, ocurrirá a medianoche. Cuando el reloj de cuco da las 12 campanadas, Claridge respira aliviado. El peligro ha pasado. Sin embargo, de pronto, su respiración empieza a alterarse. Se asfixia. Y muere. Veneno y en su cara se dibuja una mueca horrible, como una sonrisa inerte. La firma del crimen: el comodín de la baraja. El 'joker'. El Joker.
Es lel 25 de abril de 1940 y Bob Kane rubrica el `primer número del cómic 'Batman', el hombre murciélago. Y frente a la oscuridad, la sobriedad y la introspección del superhéroe de la noche, se necesita un archienemigo antitético. Alguien colorido, alguien excesivo, alguien extravertido. "En la primera reunión, cuando les enseñé el esbozo del Joker, Bill [Finger, co-creador de Batman junto a Kane] me dijo que le recordaba a Conrad Veidt en 'El hombre que ríe' (1928). Esa fue la primera vez que se mencionó. Pero también se le apuede atribuir a Bob [Kane]; todos jugamos un papel", comentaba Jerry Robinson en una convención de cómics.
"El concepto fue mío. Bill acabó ese primer guión a partir del boceto de mi personaje y concretó lo que iba a pasar en esa primera historia, así que también fue el co-creador, y Bob y yo hicimos la parte visual, así que bob también fue el otro co-creador". Un ladrón, asesino en serie, de pelo verde, tez blanca, gabardina, traje y sobrero -no hay que olvidar que estamos en 1940- morados, una mente maquiavélica, muchos conocimientos de química y un sentido del humor un poco retorcido fueron las primeras pinceladas de este nuevo personaje de cómic. Había nacido el gran villano americano.
El Joker se estableció como la archinémesis de Batman, por encima de cualquier otro enemigo. Un personaje carismático, un genio del mal extravagante e inteligente, un icono absoluto que no se podía desperdiciar.
En 1951, en el número 161 de Detective Comics, Finger decidió darle una vuelta de tuerca al personaje. Darle un trasfondo, un pasado. Y entonces nació Red Hood, Capucha Roja, un enmascarado que había cometido varios delitos y que había caído a un tanque de residuos tóxicos, desapareciendo, o eso creía Batman, para siempre. En ese baño letal moría Capucha roja, nacía el Joker, 'El hombre tras la capucha roja'.
Aquellos maravillosos -o no- 60
En 1954, el psiquiatra germanoestadounidense Fredric Wertham publicó el libro 'La seducción de los inocentes', en el que cargaba contra los cómics y la televisión y los acusaba de pervertir a la infancia, provocando un aumento de la violencia y la delincuencia juvenil. A raíz de las quejas de Wertham, el Congreso de Estados Unidos creó un código para regular -censurar- los contenidos de los cómics, que acabaron infantilizándose.
El Joker pasaba de ser verdugo a víctima del Estado, que obligaba a sus creadores a convertirlo en un mero bufón, un cantamañanas torpe que fallaba en todos sus intentos de robar objetos preciosos. Una especie de hermano Dalton de altura que, en la serie de televisión de los años 60, e interpretado por un César Romero con un acento medio nazi, medio español, perdería su sempiterno traje morado Podemos por uno rosa UPyD.
Entre la oscuridad y la purpurina
Tuvieron que pasar casi 20 años hasta que en 1973, después de cuatro años de ausencia, en el número 251 de Batman, 'La venganza del Joker de cinco maneras', el personaje vuelve de mano de Denis O'Neil y Neal Adams a su carrera homicida, de una forma más sádica y psicopática que la inicial.Y es en esta época cuando se plantea por primera vez que el Joker no es sólo un genio del mal, sino también un enfermo mental. Un enfermo mental con mucho talento, pero un enfermo mental al fin y al cabo que debe internarse en el Asilo Arkham. Un enfermo mental más espigado, con la barbilla más alargada, la boca más grande, el pelo más verde, la nariz más ganchuda y bastante menos empatía. Cuidado, Gotham, el Joker ha vuelto a la ciudad.
Éste será el preludio de un Batman mucho más oscuro. Un Batman que en los años 80 se enfrenta a narcotraficantes, a asesinos en serie que descuartizan mujeres y las tiran a los contenedores, a niños con sobredosis de pastillas. Los lectores eran más adultos y querían droga dura.
Y es aquí cuando la cosa se pone realmente interesante. Este primer paso de darle una vuelta frenopática al personaje abre en los años 80 un abanico de múltiples posibilidades, cada cual más extrema que la anterior.
En 1986, Frank Miller recupera al Joker y le da una nueva vuelta de tuerca en su 'El regreso del caballero oscuro'. Batman tiene 55 años y lleva años retirado. Y el Joker es una 'celebrity' amanerada que usa pintalabios y que vive del conflicto con Batman. Un quejica que demanda la atención de Batman para sobrevivir. Un trastorno histriónico de la personalidad de manual.
1988 es el año santo para los fanáticos del Joker. El año en el que Alan Moore nos gastó 'La broma asesina', una de las novelas gráficas más aclamadas del murciélago. Moore retoma el mito de Capucha Roja, dotándole al personaje de un pasado dramático en el que hay un cómico sin demasiada gracia y con menos dinero aún, con unos planes de atraco fallidos y una mujer embarazada muerta que acaban llevándole a la locura. Un cómic oscuro, violento, con violaciones implícitas, sadismo y 'freaks', sórdido y desasosegante y con un Joker desquiciado, obsesionado con Batman y al que le gustan los juegos perversos.
Ese mismo año, en 'Una muerte en la familia' -no confundir con 'Muerte de la familia'-, el Joker se convertía en un terrorista nuclear de viaje por todo Oriente Medio y África y que se desarrolló durante varios números quincenales.
El Joker perdía cierto encanto aquí y se acercaba al tipo de villano propio de James Bond, perdiendo el encanto de la locura, el nihilismo y el juego y metiéndose en los terrenos fanganosos de la política. Lo más reseñable: la muerte del segundo Robin a manos del archienemigo de Batman.
También ese año, en los Estudios Pinewood, en Buckinghamshire (Reino Unido), el siniestro y melancólico Tim Burton rodaba la primera de sus dos películas protagonizadas por el murciélago. Este Batman -y este Joker- es menos 'burtoniano' que el de la segunda entrega, pero tiene un 'plus' de horterismo ochentero que le sienta muy bien al personaje del villano. Un Joker excéntrico, con la locura tatuada en la cara gracias a las cejas de Jack Nicholson, en cuya boca Burton pone una de las frases más memorables de este villano, con permiso del "Why so serious?": "¿Has bailado con el demonio a la luz de la luna?"
La delgada línea entre la razón y la locura
"Pero yo no quiero estar entre locos", señaló Alicia. "Oh, no puedes evitarlo", dijo el gato. "Aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca". "¿Cómo sabes que estoy loca?, preguntó Alicia. "Debes estarlo", dijo el gato. "De otra forma no habrías venido aquí".
Con esta acertada referencia a la Alicia de Carroll comienza el cómic de 'Arkham Asylum: Un lugar sensato en una tierra sensata', donde Grant Morrison y Dave McKean engendraron el Joker más siniestro, lisérgico y aterrador. Un Joker perpetuamente bañado en ácido. Un Joker en descomposición. Un Joker que encabeza un motín en el Asilo Arkham. Decenas de muertos. Un Joker sicalíptico obsesionado -incluso perversamente enamorado- de Batman. Un viaje extraño a la mente de un payaso maligno o un asesino psicópata, según el día. "Cada día se recrea a sí mismo. Se concibe como el señor del desorden y el mundo es para él como un teatro del absurdo". De lejos, el Joker más demencial de todos los Jokers.
Como uno no puede alimentarse exclusivamente de pulsiones homosexuales para con tu archinémesis, los creadores de 'Batman: la serie animada' (1992-1995) tuvieron a bien dibujar una acompañante femenina aplacar la soledad del Joker.: Harley Quinn, psiquiatra, vasalla, amante. Mucho antes de que Margot Robbie acompañase al Jared Leto de 'Escuadrón Suicida', la pareja bidimensional de la serie conquistó el corazón de los fans, y hasta de los dibujantes de cómics que empezaron a incluir a la esbirra en las novelas gráficas.
El Joker del nuevo milenio
Tendrían que pasar más de 10 años para volver a ver al Joker en movimiento. 2008: 'El regreso del caballero oscuro'. El regreso del villano oscuro. Y a lo grande. De la mano de un Heath Ledger que consiguió una interpretación mucho más sombría y atormentada que la de Nicholson, allá por 1989, y que le valió un Oscar póstumo. Este Joker, imprevisible, destructivo, tétrico y nihilista que sólo quiere ver arder el mundo. Batman, más que un enemigo, es un obstáculo, un incordio. De habla lenta, titubeante, y cicatrices en la cara. La sonrisa del payaso, pero de verdad. Poco queda del cómico de Moore. ¿Por qué estás tan serio?, se pregunta una y otra vez.
¿Existe Joker después de Ledger? Sí. Y para superarlo, hay que pasarse de rosca. En 2012, Scott Snyder y Greg Capullo -y luego se quejan del niño Lobo- homenajearon al cómic de 1988 con una novela gráfica protagonizada por el pseudo payaso, después de haber sido internado de nuevo en el Asilo Arkham y de que Dollmaker le extrajese quirúrgicamente la cara. Como el Pavi Largo de 'Repo: The Genetic Opera' (2008), el Joker vuelve a implantarse la cara y regresa alos métodos homicidas de los comienzos basados en la química inorgánica: los gases tóxicos y las pociones venenosas. Snyder y Capullo se recrean en la sordidez sanguinolenta, rayando casi el terror más gore.
Nada que ver con el Joker de 'Escuadrón suicida', película que se ha estrenado este viernes y se prevé que sea el taquillazo del verano. Mucho se había anticipado el retrato del villano a cargo de Jared Leto. Una mezcla entre el Marilyn Manson de 'The Golden Age Of The Grotesque', Lil' Wayne y cualquier rapero millonario de Loa Ángeles. Ni rastro del icónico traje morado, sustituido por chaqués, camisas con tirantes, o simplemente piel tatuada. Una especie de dandi 'hipster' desfasado, de moda estilo mafioso ruso, coche caro y pibita rubia del brazo que, lamentablemente, le gana en locura por goleada.
El Joker es un personaje icónico, casi a la altura del superhéroe que lo combate. Un genio del mal con más de 70 años de vida, que ha acabado entre rejas cientos de veces a manos del caballero oscuro. Un personaje que, aunque necesita de Batman para subsistir, es reconocible de manera autónoma, en sí mismo. En una industria cinematográfica con sobrepoblación de superhéroes -hasta Aquaman, con el poco carisma que tiene, cuenta con su propia película-, el Joker pide a gritos ser la estrella de su propio circo. Las posibilidades son mil, al igual que mil son las caras -y las bromas- de esta figura maquiavélica, astuta y terriblemente seductora.
Son las 11 de la noche. El multimillonario Henry Claridge ha llamado a la policía. Teme por su vida. Y por la integridad de su diamante más valioso. Si algo ocurre, ocurrirá a medianoche. Cuando el reloj de cuco da las 12 campanadas, Claridge respira aliviado. El peligro ha pasado. Sin embargo, de pronto, su respiración empieza a alterarse. Se asfixia. Y muere. Veneno y en su cara se dibuja una mueca horrible, como una sonrisa inerte. La firma del crimen: el comodín de la baraja. El 'joker'. El Joker.