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Rodrigo García mata al bogavante sin censura
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estreno en madrid de 'accidens'

Rodrigo García mata al bogavante sin censura

El director estrena en el Teatro Pradillo íntegra esta obra a pesar de la censura de la Comunidad de Madrid que le obligó a recortar dos escenas de 'Arrojad mis cenizas sobre Mickey' en el CDN

Foto: 'Accidens', de Rodrigo García (Mar Ginot)
'Accidens', de Rodrigo García (Mar Ginot)

Anoche no hubo censura. Las amenzadas de multas de hasta 100.000 euros de la Comunidad de Madrid, tras varias denuncias de asociaciones protectoras de animales, no amilanaron al Teatro Pradillo y Rodrigo García pudo estrenar en Madrid íntegra su obra Accidens. Matar para comer en la que se mata ycocina a un bogavante.El jueves, sin embargo,la censura si se cebó con su obra Arrojad mis cenizas sobre Mickeyobligándolea suprimir lasdos escenas realizadas con animales, concretamente con cuatro hámsteres y cuatro ranas,en su estreno enel Teatro Valle-Inclán.

García es censurado y perseguidoen varios países por asociaciones en defensa de los animales. Lo que ha pasado en Madrid es un episodio más de una extensa lista que vivió su anterior episodio precisamente en Montpellier, donde el director y dramaturgo hispanoargentino dirige el Centro Dramático Nacional, a cuenta de Accidens. El pasado mes de abril el bogavante de García volvió a copar titulares porque, ante la programación de la obra, se impulsó una recogida de firmas para que se cancelara el espectáculo porque torturaba al animal.

Pero Accidens, estrenada en 2006 en Reus, ya fue prohibida por la Generalitat de Cataluña en 2007 y sacada de un ciclo del Teatre Lliure de Barcelona,en Turín (Italia), la policía impidió su representación y en Polonia fue denunciada por una espectadora por "torturar a un bogavante". Madrid y el Teatro Pradillo, no obstante, se han sumado a la lista de escenarios de países como Francia, Portugal o Italia donde se ha podido ver esta performance.

Accidens ensí en muy simple. Media hora de performance para ver cómo un hombre se come un bogavante. No hay más. Sobre la escena,un enorme crustáceo vivo, al que vemos suspendido de un cable mientras oímos sus latidos y su comensal se fuma un purito. Después lo cogerá, lo pondrá sobre una mesa y le dará tres cortes certeros para abrirlo por la mitad, ponerlo en la plancha, echarle sal y degustarlo con una copa de vino blanco.

Pero antes,el público se siente como ese bogavante suspendido el aire, oyendo su respiración y expectante por ver qué pasará. Y mientrasel actor va regando al bogavante ymirándole, antes de cocinarlo, García abordala idea de la naturaleza. No en vano el subtítulo de esta obra es Matar para comer, y con ello su intención es hablar sobre un acto tan primario como matar para comer y sobrevivir en una sociedad en la que el contacto con los animales es, de forma generalizada, en un supermercado en una sección de congelados o precocinados y, con suerte, en la pescadería.

El mensaje directo de Rodrigo García al público llega cuando elactor empieza acomerse el bogavante proyectado en pantalla grande conWhat a wonderful worldde banda sonora. Es el recuerdo de varios accidentes de tráfico y, en especial, del que él sufrió en verano de 2003 en un día de lluvia en el que casi se mata. Porqueesta obra invita al espectador a reflexionarsobre la agonía y la muerte, sobre los seres queridos que ya no están y el tiempo de agonía de un ser vivo, representado en este caso por este crustáceo."Hay que tener mucha imaginación, y yo no la tengo, para temblar ante la idea de la muerte abriendo una lata de albóndigas en salsa en la cocina de casa", nos espeta eldirector desde la pantalla.

Tras la performance, pasada la media hora, García explicó anoche al público que la función ya había concluido mientras que el actor seguía comiendo de su plato. El público fue tímidamente saliendo de la sala con cuentagotas, aunque también hubo quienes se acercaron a ver el bogavante e incluso probarlo cuando el actor ya no estaba en escena, pero todos en silencio masticando este juego teatralcrítico contra esa cultura de masas yde centro comercial que recibe en la mesa cocinados (y muertos) sus alimentos sin mirar más allá y que aborda la muerte, la tortura, la agonía y la soledad con un sencillo plato de cocina.

El director ha explicado en múltiples ocasiones, en respuesta a las críticas y los intentos -fructíferos o no- de censura, que el actor de la obra cocina al bogavante tal y como le enseñó un chefdel restaurante La Rula, de Lastres (Asturias). "Si en el mundo mueren en las mesas de restaurantes (y en las casa también, yo por ejemplo cocino y como en casa, que es la mitad de caro) vamos a suponer unos cien mil bogavantes por día, resulta que el único que lo hace para una causa poética es el nuestro (porque se pescan para comer, no los tiene la gente como animales de compañía en casa). Y eso, os molesta enormemente. Os fastidia que nos expresemos libremente. Lleváis dentro a un dictador y no me dais pena", respondía a las críticas tras la polémica surgida en Francia hace un par de meses.

En Madrid esta obra (que está en cartel hasta el domingo) se ha salvado de la censura, pero no de una polémica que sí ha aniquilado de forma simultánea (Arrojad mis cenizas sobre Mickey se estrenó el jueves y se puede ver también hasta el domingo)a hámsteres y ranas. Quizás los crustáceos no levantan tantas ampollas... o la máquina del sistema sólo se ceba donde puede. Mientras lo hace en la otra punta de la ciudad, la agonía, la muerte,el consumo y la censurasaben a bogavante recién hecho a la plancha.

Anoche no hubo censura. Las amenzadas de multas de hasta 100.000 euros de la Comunidad de Madrid, tras varias denuncias de asociaciones protectoras de animales, no amilanaron al Teatro Pradillo y Rodrigo García pudo estrenar en Madrid íntegra su obra Accidens. Matar para comer en la que se mata ycocina a un bogavante.El jueves, sin embargo,la censura si se cebó con su obra Arrojad mis cenizas sobre Mickeyobligándolea suprimir lasdos escenas realizadas con animales, concretamente con cuatro hámsteres y cuatro ranas,en su estreno enel Teatro Valle-Inclán.

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