González Rodríguez gana el Anagrama con un ensayo contra la euforia tecnológica
El mexicano gana por su obra ‘Campo de guerra’ mientras que su compatriota Luigi Amara ha quedado finalista con 'Historia descabellada de la peluca'
Lo peor de los futuros distópicos es que casi nadie es consciente de vivir en uno. La única opción para replantear un presente que en realidad es un futuro descarriado y maligno imaginado hace décadas es que alguien lo explique. Más a través del ensayo que de la narrativa especulativa. Eso ha hecho Sergio González Rodríguez, con Campo de Guerra, ganador del 42 Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 8.000 euros y que saldrá editado en mayo.
“El futuro está encima nuestro. Ha llegado. Y no nos plantearon de qué se trataba. Hay que pensar en qué consiste y si queríamos ese modelo de control y de vigilancia”, apuntó en la rueda de prensa del fallo el autor mexicano, también Premio Casa América Cataluña y Premio Nacional de Periodismo Cultural Fernando Beníte, “Detrás de este triunfalismo de los aparatos y gadgets se esconde un modo de dominio frente al que la persona no tiene un contrapeso”.
La vigilancia (también la superaceleración de la cultura y la guerra como coartada para garantizar la paz) de novelas como 1984, publicada a finales de los años cuarenta por George Orwell, ha tomado una dimensión más aparatosa y global. González analiza esa “sociedad transhumana de control y vigilancia” en “democracias que sólo lo son en lo formal” en un libro que se cocinaba cuando saltaban noticias como la del caso Snowden o la (peligrosa) mejora de los drones.
Me pregunto por qué se implanta un modelo de control y vigilancia. Por qué combatir el crimen organizado se convierte en una guerra. Por qué se identifica al narcotraficante con el terrorista. Por qué a mucha gente le conviene la ilegalidad de las drogas
“Me pregunto por qué se implanta un modelo de control y vigilancia. Por qué combatir el crimen organizado se convierte en una guerra. Por qué se identifica al narcotraficante con el terrorista. Por qué a mucha gente le conviene la ilegalidad de las drogas. Por qué el mundo cada vez se parece más a un aeropuerto. Por qué tenemos que prescindir de algunas libertades individuales. Por qué tenemos que asentir ante ese cambio de modelo integral concebido desde el gobierno americano”, se preguntaba el ganador, que reclamó nuevas ideas para analizar las exigencias ciudadanos frente a la dictadura triunfalista de la tecnología.
Campo de guerra (“una obra imprescindible para politólogos y políticos y para cualquier ciudadano que sufra el apoteosis ultraliberal”, en palabras de su editor, Jorge Herralde) conecta la inestabilidad social, los cárteles de la droga, la represión del estado y el paramilitarismo para las bases de dominio integral. Un modelo injusto implantado desde Estados Unidos pero que nadie ha puesto en duda.
Ese nido de conflictos, que el autor ve agravados en su país (México tiene un 98% de impunidad en el crimen), merece una nueva mirada, que Herralde definió que se debía arrojar desde “una imaginación crítica” como la del autor. De hecho, la obra cierra una trilogía ultraviolenta (por el tema y por su concepción: el editor explicó que el intelectual fue “golpeado y apalizado” durante su investigación) que arrancó con Huesos en el desierto (de 2002 y sobre las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez) y que tuvo su segunda parada en El hombre sin cabeza (de 2009, un relato de los usos rituales de la violencia en grupos criminales), ambos publicados por Anagrama.
González, que defendió una literatura más allá del entretenimiento en un momento en el que la revolución tecnológica cuestiona algunos derechos individuales fundamentales, se suma así a ese retrato del presente como distopía, a ese análisis de la conga hipertecnológica demasiado alegre e inconsciente, que ya exploraron con éxito obras como Sociofobia , de César Rendueles, o Black Mirror, la ficción televisiva de la BBC. Tanto el autor como su editor vincularon la orgía ultraliberal a casi todos los problemas que plantea el libro. De hecho, González apuntó que es en momentos de crisis (moral, socioeconómica, de modelo) cuando salen las voces más interesantes. “Querría que mis libros ayudaran a cambiar el punto de vista, a desplazar el eje, a hacer temblar el piso del lector”, confesó.
La historia como postizo
Otro mexicano, con el que el ganador ha tenido alguna que otra discusión intelectual a pesar de la amistad que comparten, se alzó con el finalista del galardón: Luigi Amara. Su Historia descabellada de la peluca, que esperará hasta septiembre para ver la luz, se instala en la tradición de ensayos de Debord o Zweig.
Un recorrido por la historia de la civilización a través del uso (ritualístico u ornamental) del postizo capilar. Un bien que ha caído un poco en desgracia y que sin embargo sirve aquí para explicar algunos momentos estelares de la humanidad, desde Sansón hasta André Agasi, en, según Herralde, “un ensayo con tanto sentido del humor como erudición”. Nacido en México D. F. en 1971 y fundador de la revista Paréntesis y del sello independiente Tumbona Ediciones, el autor ha ganado galardones como el Nacional de Poesía Joven Elías Nandino con El cazador de grietas antes de centrarse en injertar sentido histórico al bisoñé.
El patetismo humano y el miedo al paso del tiempo concentrado en un instante como el de Agassi intentando recolocarse la peluca megalómana durante la final de Roland Garrós de 1990. De hecho, el tenista apuntó en sus memorias que aquel día no rezaba para ganar el duelo, sino para no mostrar su alopecia prematura a medio planeta. Este y otros momentos estrellados sirven para hilar generaciones y degeneraciones de pelucas, ambiciones y complejos.
Lo peor de los futuros distópicos es que casi nadie es consciente de vivir en uno. La única opción para replantear un presente que en realidad es un futuro descarriado y maligno imaginado hace décadas es que alguien lo explique. Más a través del ensayo que de la narrativa especulativa. Eso ha hecho Sergio González Rodríguez, con Campo de Guerra, ganador del 42 Premio Anagrama de Ensayo, dotado con 8.000 euros y que saldrá editado en mayo.
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