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"Necesitamos árbitros del gusto, gente que nos inspire y que nos cabree"
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DAN STUART: "DESDE QUE TODO ES GRATIS, ES MUCHO PEOR"

"Necesitamos árbitros del gusto, gente que nos inspire y que nos cabree"

Estaban en lo más alto de la escena independiente, en ese lugar en el que te convertías en portada de las revistas británicas cool, en que iban

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"Necesitamos árbitros del gusto, gente que nos inspire y que nos cabree"

Estaban en lo más alto de la escena independiente, en ese lugar en el que te convertías en portada de las revistas británicas cool, en que iban los grupos de moda a tus conciertos y en que tus canciones sonaban en los programas más interesantes. En ese lugar, en el que, con un pequeño salto, acabas situándote en la lista de grupos más vendedores. Pero ese paso era también el más difícil, como bien lo aprendió Dan Stuart. Su banda, Green on Red, había tenido un gran éxito independiente con sus álbumes Gas, Food Lodging (1985) y No Free Lunch (1985), y quisieron dar ese salto cualitativo y de ventas con The Killer Inside Me. Corría 1987, y lo que iba a ser su consagración se convirtió en su punto final.  “Mi vida se había desintegrado hasta tal punto y estaba tan jodido que ya no me importaba nada. Hoy tengo imágenes contradictorias de aquel disco. Lo que más recuerdo fueron las lecciones que su productor, Jim Dickinson, me enseñó acerca de la vida y del arte. Por ejemplo, que afinar la guitarra correctamente era una práctica decadente de los homosexuales europeos. Y sólo lo decía medio en broma”.

Tras el fracaso del disco, Dan expulsó de Green on Red a la mitad de la banda, quedándose sólo con el guitarrista Chuck Prophet, y girando hacia un rock mucho más cercano a los Stones y hacia vicios más peligrosos. Dan Stuart, nacido en Tucson, Arizona, acabó en Malasaña, donde vino siguiendo a una novia que habían destinado a trabajar a Madrid, convertido en uno de los habituales que deambulaban por el Dos de Mayo en busca de algo que le curase las penas. Dan recuerda pocas cosas de aquellos tiempos, como “una puta que me gustaba y que me protegió cuando su novio camello trató de apuñalarme”, pero sí extrajo alguna lección, como que “un corazón y un cerebro rotos pueden repararse de una forma bella que hace que merezca la pena seguir adelante. No hay que marcharse de la sala antes del  acto final…”. En todo caso, Stuart promete recoger algunas experiencias y reflexiones de aquellos tiempos en su falsa autobiografía, que saldrá el próximo año y que llevará el mismo título que el álbum que viene a presentar a España, The Deliverance of Marlowe Billings. Stuart y su banda actuarán, como parte del Ciclo 1906, el día 19 en Madrid (Café Berlín), el 20 en Valencia (Loco Club), el 21 en Bilbao (Azkena) y el 22 en Barcelona (Sidecar).

Stuart ha grabado este primer álbum en muchos años con la ayuda de su compinche en Green on Red, Jack Waterson, y con Antonio Gramentieri, el guitarrista y compositor de la banda itaiiana Sacri Cuori, formación que le respalda en el disco y que le acompañará en su gira europea. En cuanto a la demora en grabar, Stuart apunta que “quizá sea alguien chapado a la antigua, pero creo que tienes que tener algo que decir si quieres hacer un disco”. Ahora, gracias al apoyo de Gramentieri, quien me ha ayudado a explorar mi geografía interior, y de su banda, “que me ha servido de guía para encontrar mi alma”, ha dado a luz una obra que define como “una mezcla de Oaxaca, México (donde resido), de la Romaña italiana y de Los Ángeles”.

Los padres del Nuevo Rock Americano

En todo caso, The Deliverance of Marlowe Billings es la vuelta a la actividad de un tipo talentoso del que sólo habíamos sabido últimamente por la esporádica reunión de Green on Red y por la grabación del segundo álbum de Danny & Dusty, un supergrupo de los ochenta, formado junto a Steve Wynn, líder de Dream Syndicate, y con miembros de Long Ryders, entre otros). Stuart guarda buenos recuerdos de ambas experiencias, pero no piensa en reactivarlas.Antes los músicos podían estar fuera del 'statu quo' y pertenecer al mismo tiempo a un espacio cultural propio

La reunión de Green on Red fue divertida, pero estas cosas sólo se hacen una vez. O dos, si la cifra que te ofrecen es obscena. Pero esos días parecen haber acabado. Nos reunimos para ganar algo de dinero, pero también para honrar la memoria de Alex McNicol (bajista de la banda, quien acababa de fallecer). Y sería fácil grabar otra vez, pero somos muy protectores con nuestro pasado colectivo”. En cuanto a la reactivación de Danny & Dusty tuvo que ver con que “tenía algunas canciones escritas que me gustaban y quería grabarlas. Además, echaba de menos pisar el estudio”.

Green on Red fueron uno de las bandas más relevantes de un movimiento que en España se dio en llamar Nuevo Rock Americano y que en EEUU se denominó Paisley Underground, y que significó la reactivación del rock de raíces en una era tomada por los cardados, las líneas de bajo y los sintetizadores. Grupos como Long Ryders, Dream Syndicate, Three O’Clock, True West, o Rain Parade acompañaron a Green on Red por una senda que desapareció de la escena pública con tanta rapidez como se hizo visible. Stuart dice no creer en ningún canon, y tampoco en este. “Sólo éramos chicos que tocaban música, que a veces era buena y, otras veces, completamente olvidable. Pero eran tiempos en los que tocar música era más fácil. Los chicos podían estar fuera del statu quo y sin embargo pertenecer a un espacio cultural propio. Ahora cualquiera puede triunfar y cualquier cosa tildada de underground puede ser vendida en el centro comercial la semana próxima. Los chicos quieren jugar todo el rato a los videojuegos porque es el único lugar donde pueden matar a sus padres”.

Modelos de negocio

No obstante, la mayor diferencia entre la escena musical de finales de los 70, cuando Stuart comenzó a tocar, y la actual, tiene que ver con que hoy ya no hay negocio musical propiamente dicho. “Necesitamos árbitros del gusto que nos inspiren y que nos cabreen. Desde que el contenido es gratis, todo es mucho peor. Los chicos tienen en sus Ipods todo lo que se hace, pero no pueden decirte en qué se diferencia Sonny Rollins de Sonny Bono. El contexto se ha perdido en esta mediocridad de primer nivel”.Los 'punks' eran ignorados por las discográficas, pero ahora nadie filtra el ruido

El problema se agrava porque esta situación también hace mucho más difícil que los músicos puedan ganarse la vida tocando, y más aún si eres alguien de mediana edad. Quizá, afirma Stuart, “nos hemos creído que nos merecemos una recompensa por decir la verdad. ¿Dónde está hoy el peligro en la música o en el arte en general? Ciertamente no en esa mierda etiquetada como americana”.

Stuart, que se define como “un punk rocker de la vieja escuela, que vive veliz con 10 dólares al día (bueno, quizá 15) en Oaxaca, México”, parece haberse asentado en lo personal, y más aún tras el cambio de residencia. “México me salvó, este es el lugar donde la muerte viene a morir. Soy un hombre muy afortunado”. Pero eso no significa que se haya alejado por completo de su país de origen. Y más ahora, que las elecciones están a la vuelta de la esquina. ”A pesar de todo el bombo que se dan, la diferencia entre ambos candidatos en términos reales es mínima. ¿Coca Cola o Pepsi Cola? Obviamente, prefiero a Obama, a pesar de la decepción que ha supuesto su mandato. Yo solía defender a mi país, pero nos hemos convertido en un lugar grasiento y amargado sin sentido real de su propia historia. Gracias a Dios que todavía hay emigrantes que creen en el mito”.

La concepción que tiene Stuart de la política abarca mucho más allá de lo que comúnmente se tiene en cuenta, como son las confrontaciones electorales o las discusiones partidistas. “Cada vez que respiras es un acto político. Mis dos discos en solitario son diarios muy personales escritos bajo coacción y ambos son respuestas a decisiones morales y políticas de una persona muy concreta. Amor y política son inseparables. Al mismo tiempo, el mundo sigue adelante y alguien como Mario Benedetti puede inspirar y motivar a un alma rota. Seguramente What Are You Laughing About, una de las canciones de mi último disco, que está basada en un poema suyo, es la canción más abiertamente política que he escrito nunca”.

Estaban en lo más alto de la escena independiente, en ese lugar en el que te convertías en portada de las revistas británicas cool, en que iban los grupos de moda a tus conciertos y en que tus canciones sonaban en los programas más interesantes. En ese lugar, en el que, con un pequeño salto, acabas situándote en la lista de grupos más vendedores. Pero ese paso era también el más difícil, como bien lo aprendió Dan Stuart. Su banda, Green on Red, había tenido un gran éxito independiente con sus álbumes Gas, Food Lodging (1985) y No Free Lunch (1985), y quisieron dar ese salto cualitativo y de ventas con The Killer Inside Me. Corría 1987, y lo que iba a ser su consagración se convirtió en su punto final.  “Mi vida se había desintegrado hasta tal punto y estaba tan jodido que ya no me importaba nada. Hoy tengo imágenes contradictorias de aquel disco. Lo que más recuerdo fueron las lecciones que su productor, Jim Dickinson, me enseñó acerca de la vida y del arte. Por ejemplo, que afinar la guitarra correctamente era una práctica decadente de los homosexuales europeos. Y sólo lo decía medio en broma”.