Y los violines no sonaron
Lo peor de todo y Tokio ya no nos quiere dieron un lugar de importancia a Ray Loriga, no solo dentro de nuestro panorama narrativo, sino
Lo peor de todo y Tokio ya no nos quiere dieron un lugar de importancia a Ray Loriga, no solo dentro de nuestro panorama narrativo, sino en el exterior, donde no dejaron de lloverle las alabanzas. Algunos lo vieron como “la estrella de rock de las letras europeas”, otros, como Almodóvar, como un “fascinante cruce entre Marguerite Duras y Jim Thompson”, alguno más como “la voz de una nueva generación”. En fin: Loriga se había labrado una envidiable carrera en el difícil oficio de la escritura.
Lo peor de todo y Tokio ya no nos quiere dieron un lugar de importancia a Ray Loriga, no solo dentro de nuestro panorama narrativo, sino en el exterior, donde no dejaron de lloverle las alabanzas. Algunos lo vieron como “la estrella de rock de las letras europeas”, otros, como Almodóvar, como un “fascinante cruce entre Marguerite Duras y Jim Thompson”, alguno más como “la voz de una nueva generación”. En fin: Loriga se había labrado una envidiable carrera en el difícil oficio de la escritura.