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El Prado muestra las caras del Renacimiento
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El Prado muestra las caras del Renacimiento

Puede parecer la enésima muestra sobre el arte del retrato después de otras que se han podido contemplar, como la reciente en el museo Thyssen de

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El Prado muestra las caras del Renacimiento

Puede parecer la enésima muestra sobre el arte del retrato después de otras que se han podido contemplar, como la reciente en el museo Thyssen de Madrid. Pero nada más lejos de la realidad. Esta exposición organizada por el Museo del Prado en colaboración con la National Gallery de Londres es la primera que aborda de una forma global el fenómeno del retrato en el Renacimiento, abarcando el periodo de forma amplia: desde 1400 a 1600. De esta manera se podrá apreciar sobre las paredes de la pinacoteca madrileña todo aquello que durante muchos estudios se ha analizado de este género pictórico autónomo en una época tan crucial.

El cuadro de referencia de la muestra es, sin duda, el famoso Autorretrato que contienen los muros del propio museo: el de Alberto Durero. Y es que las obras propias del Prado forman parte importante de la cita, aún sin quitar protagonismo al resto de piezas procedentes de otras instituciones, que representan cerca del 50% de lo expuesto. Un total de 126 obras de 70 artistas entre los que figuran lo mejor del Renacimiento: Jan Van Eyck, Rubens, Piero della Francesca, Durero, Tiziano, Rafael, Boticelli, Lorenzo Lotto, Holbein, o Antonio Moro.

Tal como explicó en la rueda de prensa el director del museo, Miguel Zugaza, es una exposición "absolutamente excepcional" gracias a su "argumento científico y resolución formal", porque nunca antes se habían tenido que "aunar tantas voluntades para lograr préstamos" y porque "nunca se habían reunido tantas obras maestras de forma tan pertinente".

Comisariada por Miguel Falomir, que lleva trabajando en ella desde hace cuatro años, la muestra se inicia explicando aquellos elementos que contribuyeron a la aparición del retrato moderno: por un lado la tradición medieval con sus series dinásticas, los iconos y el naturalismo del arte gótico; por otro el esencial redescubrimiento del mundo clásico. De esta forma empieza un recorrido que sabe reflejar las diferencias conceptuales y tipológicas entre los grandes centros del retrato en el siglo XV: Flandes e Italia, para luego sumergirnos en el siglo XVI, en el que el impacto de estos lienzos lograba una más vívida comunicación con el espectador.

Democratización del género

Pero lo más sobresaliente del periodo aquí estudiado es la progresiva democratización de un género que empezó siendo sólo para las clases privilegiadas para luego aumentar su tamaño -antes los retratos se hacían para guardar en arcones y no exponerlos- y su espectro social: criados, campesinos, ayudantes de los pintores comenzaron a ser los protagonistas de los lienzos.

Entre las obras más destacadas se encuentran, además del Autorretrato de Durero, cuadros como Margaret, la mujer del pintor, de Jan van Eyck, procedente del Museo Groeninge de Brujas; Retrato del hombre de Antonello de Messina, del Thyssen; Anciano con su nieto, de Ghirlandaio, procedente del Louvre; Artista con su maestro de esgrima de Rafael, también de Louvre; Brigida Spinola Doria, de Rubens, procedente de la National Gallery of Art de Washington.

Esta exposición única promete ser una de las estrellas artísticas del verano madrileño ya que se podrá visitar en el Museo del Prado hasta el 7 de septiembre. Después viajará a la National Gallery de Londres en una versión diferente.

Puede parecer la enésima muestra sobre el arte del retrato después de otras que se han podido contemplar, como la reciente en el museo Thyssen de Madrid. Pero nada más lejos de la realidad. Esta exposición organizada por el Museo del Prado en colaboración con la National Gallery de Londres es la primera que aborda de una forma global el fenómeno del retrato en el Renacimiento, abarcando el periodo de forma amplia: desde 1400 a 1600. De esta manera se podrá apreciar sobre las paredes de la pinacoteca madrileña todo aquello que durante muchos estudios se ha analizado de este género pictórico autónomo en una época tan crucial.