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Enríquez se confía a un ex Prisa como hombre fuerte en el 'lobby' de la prensa
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GABRIEL GONZÁLEZ ARIAS FUE TAMBIÉN CEO EN 'LA VOZ DE GALICIA'

Enríquez se confía a un ex Prisa como hombre fuerte en el 'lobby' de la prensa

Luis Enríquez, flamante presidente del lobby de la prensa, busca directivo de probada solvencia que le reste carga de trabajo. Según fuentes internas de la casa,

Foto: Enríquez se confía a un ex Prisa como hombre fuerte en el 'lobby' de la prensa
Enríquez se confía a un ex Prisa como hombre fuerte en el 'lobby' de la prensa

Luis Enríquez, flamante presidente del lobby de la prensa, busca directivo de probada solvencia que le reste carga de trabajo. Según fuentes internas de la casa, José Gabriel González Arias, subdirector general de El País entre 2001 y 2003 y primer ejecutivo en La Voz de Galicia hasta 2009, se perfila como su mano derecha en la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE). Todo después de que José Bergareche, elegido en noviembre para revolucionar la casa, renunciara a la presidencia apenas tres días después de su elección. Fue la gota que colmó el vaso en una organización sumida en una profunda crisis de modelo y de rostros.

Además de la apuesta por un director general de peso, Luis Enríquez también ha expresado entre los editores su intención de reforzar la estructura jurídica de la asociación, con especial atención a los temas de fiscalidad, un esfuerzo que implicaría la incorporación de nuevos asesores. Esta inquietud enlaza con una de las razones esbozadas en su día por Bergareche para decir no al cargo. “Se ha encontrado que había un agujero de 275.000 euros por una sentencia de la Audiencia Nacional sobre el press-clipping de la asociación que obligaba a pagar. Y no ha visto demasiado entusiasmo por parte de la Junta Directiva para enjugar el problema”, aseguraban entonces fuentes próximas al empresario.

No es el único proyecto esbozado por el nuevo presidente de AEDE en sus primeras semanas al frente de la asociación. Según añaden fuentes internas, los editores se plantean formalizar el denominado ‘sanedrín’ del lobby de la prensa, comida periódica que mantienen representantes de los principales grupos -véase Prisa, Unedisa, Vocento, Godó, Zeta, Grupo Moll, Heraldo de Aragón y La Voz de Galicia- y en la que se toman las decisiones de facto al margen de la Junta Directiva y la Asamblea. La intención de los grandes editores es modificar los Estatutos y e institucionalizar este encuentro informal, con el objetivo principal de dotar de mayor transparencia a la adopción de acuerdos.

Los grandes editores apuntalarían, así, su control sobre la AEDE después de que la deserción de Bergareche echara abajo el nuevo modelo de organización que habían proyectado. Y es que los Unedisa, Prisa o Godó eran partidarios de un presidente fuerte, con interlocución directa con el Gobierno, que les permitiera reactivar una institución acomplejada ante los logros de sus vecinos televisivos agrupados en Uteca. En cambio, han tenido que abrazar de nuevo el turnismo -a Enríquez le tocaba la vez como representante de Vocento- ante el vacío de poder generado en el arranque de año. Siempre con el temor a un cisma con los pequeños y medianos editores, más partidarios de una menor concentración del poder.

 En plena crisis de difusión

Enríquez y González Arias se enfrentan a un mandato marcado por la debacle publicitaria y el desplome de la difusión en las principales cabeceras. Diarios como El País, el más solvente, está a punto de perder el umbral de los 200.000 ejemplares vendidos al día, según los datos de OJD. A este ritmo de caída, ABC terminaría 2013 luchando por defender los 100.000. El consejero delegado de Vocento, tradicionalmente reacio a negociar cualquier plan de ayudas a la prensa por parte del Gobierno, tendrá que delegar buena parte del día a día en González Arias, en tanto la propia compañía que gestiona se encuentra inmersa en un duro plan de ajustes -cierre de ABC Punto Radio y despidos incluidos- para cuadrar sus cuentas.

El sentimiento que recorre AEDE desde hace meses es claro: la prensa es un sector en reconversión y, como tal, debería ser tratado desde las instancias públicas. Como avanzó El Confidencial, los editores encargaron a comienzos de 2010 un informe a Sagardoy Abogados en que se justificaba esa demanda, comparando la situación de los diarios con la de sectores como la minería, la siderurgia o los astilleros durante los años 80. El documento recogía las medidas laborales que podrían allanar el camino para los medios, incluido el subsidio por parte de un fondo estatal de las jubilaciones anticipadas. Aunque las estrecheces de las finanzas públicas bloquean muchas de las iniciativas, los editores se plantearon desempolvar el informe coincidiendo con la llegada al poder del Partido Popular.

No han sido pocos los nombres manejados por los editores en los últimos meses para entrar en la gestión de AEDE. Por ejemplo, el propio González Arias ya estuvo entre los candidatos a sustituir al anterior director general, Ignacio Benito, que abandonó la casa en julio del pasado año tras 12 años en el cargo. También se contempló entonces la opción de José Bergareche (hombre de Vocento) o la de José Sanclemente (ex Grupo Zeta y Antena 3). Cuando la asociación apostó por concentrar los poderes en el presidente, apareció un nuevo perfil y nuevos aspirantes. Lo fue Luis María Anson, histórico director de ABC, a petición de Juan Luis Cebrián. También se habló de ‘Alechu’ Echevarria, presidente de Telecinco y habitual en este tipo de quinielas. E incluso se sondeó a José Antonio Zarzalejos, también exdirector de ABC. AEDE cierra el proceso muy cerca de donde lo empezó.

Luis Enríquez, flamante presidente del lobby de la prensa, busca directivo de probada solvencia que le reste carga de trabajo. Según fuentes internas de la casa, José Gabriel González Arias, subdirector general de El País entre 2001 y 2003 y primer ejecutivo en La Voz de Galicia hasta 2009, se perfila como su mano derecha en la Asociación de Editores de Diarios Españoles (AEDE). Todo después de que José Bergareche, elegido en noviembre para revolucionar la casa, renunciara a la presidencia apenas tres días después de su elección. Fue la gota que colmó el vaso en una organización sumida en una profunda crisis de modelo y de rostros.

Luis Enríquez