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Por qué España odia a Novak Djokovic
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EL GALLINERO

Por qué España odia a Novak Djokovic

El 'sheriff' de la presión deportiva pierde los papeles en directo y el pueblo soberano chifla

Foto: Ilustración: Rocío Márquez.
Ilustración: Rocío Márquez.
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Hay reglas inmutables del tenis que conviene recordar de tanto en cuando: Wimbledon es la catedral, no puedes insultar y amenazar a un árbitro durante un partido (salvo que te llames John McEnroe) y Novak Djokovic cae mal.

Sí, sí, seguro que tiene algunos fans dispersos por ahí, de Barbate a Vilagarcía de Arousa, pero decir que Djokovic cae mal y Roger Federer cae bien roza el consenso constitucional.

Pues bien: el odio a Djokovic ha vivido una semana de sorna histórica con su aparatoso descalabro olímpico en Tokio 2020. Estamos ante la clásica escalada de elementos funestos que culmina en clímax orgiástico…

Quizá Djokovic piense que EMPATÍA es una marca de zumos isotónicos

Tras la retirada de Simone Biles por malestar mental, Djokovic hizo unas declaraciones sobre lo palote que le ponía a él la presión, que si bien no se referían directamente a Biles, fueron interpretadas como la típica sacada de chorra de Novak.

Al pueblo soberano le sonaron mal sus palabras, quizá porque recuerde que Novak pasó hace no mucho su momento Biles de achicharre mental, durante el cual su entorno filosofó hasta el infinito sobre gurús, respeto a las necesidades psicológicas, amor y armonía con el cosmos, fase de la que Novak parece haberse olvidado ahora, cuando quizá piense que EMPATÍA es una marca de zumos isotónicos.

El caso es que Djokovic, autoproclamado 'sheriff' de la presión mental, perdió los papeles durante su partido de bronce contra Pablo Carreño. Lanzó raquetas a la grada, metió estremecedores alaridos de ira, se disolvió como un azucarillo... Tras perder el partido, Novak renunció a disputar el bronce de dobles mixtos, dejando a su compañera colgada de una brocha.

En resumen: España se volvió loca, se unió en la guasa como no lo hacía desde el núcleo irradiador de Errejón y el tsunami de 'memes' sobre Djokovic desquiciado no tuvo fin.

Había mucha cuenta pendiente. El muchacho cae mal. ¡Qué le vamos a hacer!

Hay reglas inmutables del tenis que conviene recordar de tanto en cuando: Wimbledon es la catedral, no puedes insultar y amenazar a un árbitro durante un partido (salvo que te llames John McEnroe) y Novak Djokovic cae mal.

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