Qué debes leer | Dudas, traiciones y muerte: el caluroso día en que empezó la Guerra Civil

El sábado 18 de julio de 1936, la joven Pilar se sintió muy fastidiada porque se suspendió la verbena en Bouzas (Vigo) y no pudo bailar con sus amigas con su precioso vestido. Algo estaba ocurriendo con los militares en Marruecos según las confusas noticias que empezaban a llegar con cuentagotas. "Al día siguiente empezarían las bombas, los tiros, las muertes. Las fiestas y los bailes despreocupados se habían terminado".

La magnífica colección que Taurus está dedicando a desgranar un día decisivo de la historia de España del siglo XX por libro llega ahora a EL DÍA, el santo y seña de nuestro reciente pasado cronológico, el pistoletazo que puso en marcha a todos nuestros demonios, el alfa y el omega de una larga tradición de odio y bilis entre paisanos cuyos ecos aún hoy emponzoñan un tanto la convivencia nacional. La historiadora y politóloga Pilar Mera Costas se ocupa en ' 18 de julio de 1936. El día que empezó la Guerra Civil' de aquella cálida jornada de verano en la que el Gobierno de la Segunda República se dirigió por radio a los españoles a las ocho y media de la mañana para anunciar la rebelión del Ejército en Marruecos

"Los acontecimientos de aquellos días", explica la autora, "se convirtieron en una guerra que cortó de cuajo el camino que llevaba el país y cambió su rumbo hacia la destrucción y la barbarie. La vida cotidiana de millones de personas fue arrasada en una apuesta por la política de tierra quemada. Han pasado casi ochenta y cinco años desde entonces. La historia, las historias, están llenas de gestos reconocibles que nos las hacen cercanas pero también de actitudes que pueden resultar increíbles desde nuestros ojos del presente. Un presente en el que conocemos el desenlace de la historia, pero ignoramos todo aquello que hace de aquel instante otro tiempo y otro lugar, lo que convierte el pasado en un país extraño".

Como es sabido, el golpe militar de Franco y los suyos fracasó, España se partió en dos y la contienda se tornó inevitable. En la zona republicana, lo que empezó como una 'fiesta popular' que frenó en seco a los rebeldes en Madrid o Barcelona -al tiempo que se desataba una serie imparable de terribles represalias- pronto se tornaría en una resistencia atenazada por el lento pero seguro avance del bando nacional y la falta de recursos. Por su parte, los sublevados que preveían una rápida y, más o menos, incruenta toma del poder, se vieron sorprendidos por la inesperada resistencia gubernamental y lanzados a la aniquilación y la barbarie.

El baño de sangre pronto lo anegó todo. Por eso podemos sumergirnos con tanta fascinación como espanto en esta microhistoria de unas horas de caos e indecisión antes de que los hechos se mostraran definitivos. Y fatales.