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Adelanto Editorial | Homicidio en la red: los criminales que mataron tras un clic
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Adelanto Editorial | Homicidio en la red: los criminales que mataron tras un clic

Adelanto Editorial de 'Homo Criminalis' de Paz Velasco de la Fuente, criminóloga y jurista especializada en personalidad psicopática, que publica Ariel el 17 de marzo

Foto: Los criminales que mataron tras un clic. (EC Diseño)
Los criminales que mataron tras un clic. (EC Diseño)
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La red se ha convertido en el principal lugar de encuentro de la sociedad actual. Todos, en mayor o menos medida, interactuamos a diario en internet, buscando todo tipo de productos y servicios, de diferente calado e índole pero, en definitiva, dejamos allí nuestra huella digital. Sin embargo, si algo hemos aprendido a lo largo de los años es que este espacio en común que comparte toda la humanidad no está, ni mucho menos, exento de personas malintencionadas que se aprovechan de las ventajas que ofrece la hiperconectividad para satisfacer sus deseos más oscuros.

Eso es, precisamente, lo que trata de analizar la criminóloga y jurista especializada en personalidad psicopática y delitos violentos Paz Velasco de la Fuente en su último libro 'Homo Criminalis', que publica la editorial Ariel el próximo 17 de marzo. En él, analiza los riesgos que existen en la red y desgrana temas como los asesinos de alquiler, las parafilias en la red, los 'copycat killers', las 'snuff movies', los 'ipredators' o el movimiento Incel, entre otros. En este Adelanto Editorial solo para suscriptores, la autora hace un repaso de aquellos psicópatas que terminaron por cumplir sus fantasías criminales en la red a través de engaños, farsas y subterfugios, hallando a sus víctimas a través de diversos 'modus operandi', pero con el mismo fin. Un recordatorio de los peligros que engloba internet.

placeholder Paz Velasco, autora de 'Homo Criminalis'. (Sergi Escribano/Ariel)
Paz Velasco, autora de 'Homo Criminalis'. (Sergi Escribano/Ariel)

Ciberespacio: la nueva escena del crimen

Nuestra sociedad está inmersa en la era de la información y de la comunicación, lo cual afecta al estilo de vida y a las activida­des cotidianas de millones de personas, en el ámbito económi­co, profesional, familiar, educativo y, sobre todo, en el ámbito personal. Hoy leemos titulares en la prensa (tradicional y digi­tal) como estos: "Liberada una adolescente de 13 años rapta­da por un hombre que la engatusó a través de un chat", "El 'ciberbullying' ya aparece en más del 20% de los casos de acoso escolar", "Un menor y un adulto, investigados por un caso de 'sexting' a otra menor" o "Dulce Ángel, la asesina de la web de citas". Todos ellos son fruto de la interacción entre personas que nace en internet. […]

A través de internet muchas personas abren puertas que en la vida real no abrirían, y esto puede llegar a tener fatales conse­cuencias. Ya se puede hablar del 'homicidio por internet', es decir, aquellos crímenes que se cometen cuando la víctima y el agresor han interactuado 'online' y la red es su punto de en­cuentro. Recordemos que los asesinos, sobre todo los seriales, se adaptan a la sociedad y a la modernidad. Así, han pasado de publicar anuncios personales en la prensa a comunicarse a través de la red, aunque el fin sigue siendo el mismo: la bús­queda y la selección de víctimas.

John Edward Robinson (Slave Master)

Se le considera el primer asesino en serie que utilizó internet para buscar víctimas 'online' a través de chats y foros BDSM. Robinson encontró en la red un coto de caza ilimitado. Desde 1993 y hasta que fue detenido, el 2 de junio de 2000, interac­tuó con mujeres en diferentes chats de contactos con el fin de mantener relaciones sadomasoquistas con aquellas que de un modo voluntario quisieran asumir el rol de esclavas o su­misas sexuales. A otras les ofrecía un puesto de trabajo, ya que se presentaba como un empresario de éxito, de modo que se trasladaban hasta donde estaba Robinson. Con las primeras quedaba en moteles de carretera, y tras torturarlas y violar­las, como parte de la relación sadomasoquista, las asesinaba golpeándolas con un objeto contundente. Trasladaba los ca­dáveres a su finca de Kansas o a naves de almacenamiento en Misuri, donde los introducía en bidones con productos quí­micos para que desaparecieran y no dejar huellas. Confesó nueve asesinatos, pero los investigadores creen que asesinó a más de 20 mujeres.

placeholder Miranda Barbour, tras ser detenida. (Reuters)
Miranda Barbour, tras ser detenida. (Reuters)

Miranda Barbour (la asesina de Craigslist)

En 2014 fue detenida Miranda Barbour, una joven de 19 años que asesinó a más de 20 personas junto a su esposo Elytte Bar­bour, de 22 años. Según su propia confesión, comenzó a matar cuando tenía 13 años y afirmó que los asesinatos que cometió salvaron a cientos de niñas de ser víctimas de abusos sexuales. En 2013, ambos fueron detenidos acusados de apuñalar, en más de 20 ocasiones, y estrangular a Troy LaFerrara, de 42 años. Miranda se puso en contacto con él a través de un portal de ci­tas, Craigslist, y quedaron para mantener relaciones sexuales. La joven encontró a la mayoría de sus víctimas a través de internet y declaró que solo asesinó a aquellas personas que ella considera­ba que eran malas. "No lastimé a nadie que no se lo mereciera".

Armin Meiwes (el caníbal de Rotemburgo)

"Se busca un hombre joven, entre 21 y 40 años, que quiera ser devorado". Muchos de los que leyeron este mensaje en un foro de internet para vorarefílicos (o vore en muchos chats) se lo tomaron como una broma más, menos Bernd-Jürgen Brandes, que se puso en contacto con Armin Meiwes, quien lo asesinó, grabando todo en vídeo, la noche del 9 de marzo de 2001. Conservó su cuerpo, lo troceó y se lo fue comiendo. Unos meses después, en ese mismo foro, comentó que "había hecho realidad su sueño" y que buscaba a una nueva víctima, pero un usuario lo denunció y fue detenido en 2002. Lo increí­ble es que en las respuestas a su comentario se registraron centenares de víctimas voluntarias que estaban dispuestas a dejarse comer por Meiwes. En enero de 2004 fue condenado a ocho años de prisión por "homicidio no premeditado o consentido". El presidente del tribunal, el juez Volker Muetze, afirmó que el acto de Meiwes no era cometer una maldad, "sino satisfacer una fantasía". Sin embargo, dos años después, y ante el escán­dalo que supuso que su pena quedara atenuada por el hecho de que la víctima diera su consentimiento, se le sentenció a cadena perpetua por asesinato. En mayo de 2020, un titular de la prensa decía que Armin Meiwes, "con un sombrero y gafas de sol, sale de paseo fuera de prisión"; tiene derecho a salidas vigiladas en Alemania. Su abogado ha declarado que "sigue siendo amigable, extrovertido y educado".

William Melchert-Dinkel (el ángel de la muerte de internet)

Este enfermero de Minesota daba consejos 'online' sobre cómo suicidarse. Afirmó en el juicio que solo ejerció su derecho a la libertad de expresión, aconsejando a dos jóvenes sobre cómo quitarse la vida: Mark Drybrough (32 años) y Nadia Kajouji (17 años). Y lo hicieron: Mark en 2005 y Nadia en 2008. Wil­liam se escondía tras identidades falsas, haciéndose pasar por una servicial enfermera con los nombres de Li Dao o Falcon Girl.

Visitaba foros en los que se incita al suicidio y aquellos de asis­tencia al suicidio, dando consejos sobre cómo hacerlo de la manera más rápida. Buscaba personas con impulsos suicidas y él se encargaba de darles el último empujón que necesitaban para quitarse la vida. Aparte de las dos víctimas conocidas, los investigadores creen que 'asistió' a más de una docena de víc­timas. Ha sido condenado a más de 15 años de prisión.

Hedangelin Candy Arrieta (Dulce Ángel, la asesina de Badoo)

La red social 'para ligar' Badoo fue la que utilizó Candy Arrie­ta, venezolana de 34 años, para contactar con hombres que buscaban una aventura o incluso el amor. Les prometía un fin de semana de sexo y erotismo. Pero realmente lo que hacía era secuestrar y robar a los hombres que acudían a su 'reclamo', ayudada por su novio. A su tercera y última víctima, creyendo que estaba muerta tras torturarla para obtener más dinero, la enterraron viva. José Antonio Delgado, de 54 años, no regresó de su cita con Dulce Ángel.

Utilizaba el siguiente 'modus operandi': seducía a hombres maduros a través del chat (conversaciones eróticas y fotografías bastante explícitas de su cuerpo) y finalmente quedaba con ellos. Una vez llegaban al punto de encuentro, Candy y su no­vio los golpeaban y les robaban el coche, el dinero en efectivo que llevaran y, además, les obligaban a darles las claves de sus tarjetas de crédito. En este portal de citas mostraba claramente que su intención era la de mantener relaciones sexuales, y era ella quien seleccionaba a sus víctimas: hombres que aparenta­ban tener una posición económica solvente.

Se les ha imputado tres hechos con el mismo 'modus operan­di', entre julio y septiembre de 2019, aunque solo José Anto­nio Delgado fue asesinado. A finales de mayo de 2020, la jueza María José Bello dictaba auto de cierre del sumario y de las investigaciones, siendo acusada de asesinato, detención ilegal, estafas y amenazas. Ella, su pareja y un segundo cómplice se­rán juzgados en la Audiencia de Zaragoza.

placeholder Shiraishi Takahiro se tapa la cara tras ser detenido. (Reuters)
Shiraishi Takahiro se tapa la cara tras ser detenido. (Reuters)

Shiraishi Takahiro (el falso suicida)

En octubre de 2017 se hallaron los cuerpos descuartizados de nueve personas en la ciudad de Zama (en la prefectura de Kanagawa, Japón). Estaban en cajas y neveras portátiles. Takahiro contactaba a través de Twitter con mujeres que publicaban men­sajes y pensamientos con intenciones y tendencias suicidas. Él comenzaba a hablar con ellas y finalmente las invitaba a su casa. Les contaba que estaba en su misma situación y les pro­metía que se quitarían la vida juntos. Sus víctimas fueron ocho mujeres y un hombre (el novio de una de sus víctimas). Todas fueron violadas y estranguladas.

Avance editorial de Homo criminalis. El crimen a un clic: los nuevos riesgos de la sociedad actual, de Paz Velasco, que Ariel publicará el 17 de marzo.

La red se ha convertido en el principal lugar de encuentro de la sociedad actual. Todos, en mayor o menos medida, interactuamos a diario en internet, buscando todo tipo de productos y servicios, de diferente calado e índole pero, en definitiva, dejamos allí nuestra huella digital. Sin embargo, si algo hemos aprendido a lo largo de los años es que este espacio en común que comparte toda la humanidad no está, ni mucho menos, exento de personas malintencionadas que se aprovechan de las ventajas que ofrece la hiperconectividad para satisfacer sus deseos más oscuros.

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