Qué debes leer | La asombrosa historia de cómo el flamenco conquistó Japón
Hace medio siglo que Pepe Habichuela llegó a Japón y prendió una pasión por el cante jondo que se extendió por todo el país nipón y que, a dia de hoy, sigue más viva que nunca
En 1982, un cantaor al que apenas le daba el sustento para malvivir deambulando por las ventas andaluzas llegó a Tokio para actuar en el tablao El Flamenco y dejó locos a aquellos japoneses, boquiabiertos con su arte y su comicidad con los que jaleaba cada noche el fin de fiesta por bulerías. Pero aquel local, en realidad, llevaba ya quince años abierto y el flamenco llevaba tiempo apasionando al país asiático. No, Gregorio Sánchez, alias Chiquito de la Calzada, no fue ni muchísimo menos el primer artista flamenco que conquistaba Japón: hubo toda una legión anterior de pioneros cuya asombrosa historia ya tardaba en ser contada.
De ello se ocupa el periodista madrileño David López Canales en 'Un tablao en otro mundo' (Alianza), un libro encantador, divertido y muy bien contado en el que se despliega la peripecia inicial de aquellos españolitos de los sesenta que aterrizaron en aquel país alienígena y, contra todo pronóstico, lo conquistaron sin resistencia. Un Japón, por cierto, que empezaba a abrirse al mundo por aquel entonces, tras la destrucción y el horror de la Segunda Guerra Mundial, para acabar erigiéndose en superpotencia mundial.
Los primeros conquistadores del Imperio del Sol fueron nombres como Antonio Gades, Pilar López, Pepe Habichuela y Amparo, Manolete, Tomás de Madrid, Cristina Hoyos, Paco de Lucía y muchos más. Salían de una España dictatorial y desarrollista donde apenas se les valoraba como un elemento más del folclore patrio para bailar y dar palmas en un lugar imposiblemente ajeno e incomprensible.
"¿Te imaginas hace 50 años, dos personas como nosotros, de apenas 20 años, en Tokio?", le cuenta Pepe Habichuela al autor del libro. "Que cruzábamos una calle y teníamos que hacer así y así… O dábamos a un botón y se abría la puerta de un taxi y nos pensábamos que estábamos en otro mundo. Es que éramos dos críos!".
Para reunir todo este botín de historias, casi de leyendas, López Canales ha recorrido España -Sevilla, Triana, Dos Hermanas, el Albaicín de Granada, Jerez de la Frontera…- durante meses a la caza de aquellos maestros a quienes escuchó durante horas entre vinos y cafés, cantes y bailes "y, sobre todo, entre baúles de la memoria desbordados de recuerdos y de vida".
Porque, como confesó Paco de Lucía en uno de sus últimos viajes a Tokio, no podía no apreciar a aquellos japoneses, pues el flamenco debe tener temperamento y ellos, aunque contenido, lo poseen. A compás.
En 1982, un cantaor al que apenas le daba el sustento para malvivir deambulando por las ventas andaluzas llegó a Tokio para actuar en el tablao El Flamenco y dejó locos a aquellos japoneses, boquiabiertos con su arte y su comicidad con los que jaleaba cada noche el fin de fiesta por bulerías. Pero aquel local, en realidad, llevaba ya quince años abierto y el flamenco llevaba tiempo apasionando al país asiático. No, Gregorio Sánchez, alias Chiquito de la Calzada, no fue ni muchísimo menos el primer artista flamenco que conquistaba Japón: hubo toda una legión anterior de pioneros cuya asombrosa historia ya tardaba en ser contada.