'El hombre del corazón de hierro': así fue el atentado contra el nazi más cruel

En 2010, el francés Laurent Binet irrumpía en el mundo editorial con su primer libro, 'HHhH' —'Himmlers Hirn heißt Heydrich', "el cerebro de Himmler se llama Heydrich", en castellano—, un relato histórico a caballo entre la novela, el ensayo y la metaliteratura, que le valió el Premio Goncourt a la ópera prima ese mismo año. En ella, Binet relata no solo los intríngulis de la operación Antropoide, el atentado contra Reinhard Heydrich, gobernador nazi del Protectorado de Moravia y Bohemia —actual República Checa—, que en 1942 supuso la gran primera estocada rebelde contra el Reich, sino que también revela el proceso de investigación, documentación y escritura del propio libro. Ahora, el director y productor francés Cédric Jimenez adapta en 'El hombre del corazón de hierro' la novela-ensayo de Binet, aunque obviando el relato metaliterario y apostando exclusivamente por la ortodoxia del 'biopic' más clásico.

En un régimen como el nazi, en en el que todos eran malos malísimos, llevarse el título de malo malísimo por excelencia es, quizás, el mayor logro que ha conseguido Reinhard Heydrich para la posteridad. El 'Carnicero de Praga'. La 'Bestia rubia'. Como si de un personaje de Haneke se tratara, Heydrich, hijo de un compositor y cantante de ópera, fue jefe de la Gestapo, mano derecha de Himmler, uno de los principales instigadores de la noche de los cuchillos largos y tuvo un papel capital en la planificación de la 'solución final' contra los judíos. Cuentan algunos historiadores que fue Hitler quien lo calificó como "el hombre del corazón de hierro", y eso en boca del Führer ya es decir.

En su retrato del gobernador nazi, Jimenez no se sale un milímetro de ese retrato monocromo en el que Heydrich se muestra implacable

En su retrato del gobernador nazi, Jimenez no se sale un milímetro de ese retrato monocromo en el que Heydrich (Jason Clarke) se muestra implacable —en diferentes gradaciones— con los judíos, los opositores, sus subalternos y su familia. Incluso su admiración por la música clásica está enfocada desde el punto de vista casi matemático de la ejecución, confeccionando una personalidad rígida, inaccesible a cualquier tipo de sentimentalismo o hedonismo. La única pasión por la que se deja llevar —la más primaria, la carnal— lo convierte además en un cínico y en un infiel. Heydrich es el monstruo del manual más cliché, sin fisuras, sin dobleces. Ninguno de sus vecinos hubiese dicho aquello de "pues parecía buen chico".

Mientras que la primera parte de 'El hombre del corazón de hierro' —claramente dividida en dos mitades— se centra exclusivamente en la biografía de Heydrich —su expulsión de la Marina; su matrimonio con Lina (Rosamund Pike), la mujer que lo adhirió al nazismo; su ascenso en la jerarquía del Reich—, la película pega un volantazo a mitad del metraje, donde cambia al punto de vista de Jan Kubis (Jack O'Connell) y Jozef Gabcik (Jack Reynor), los resistentes checoslovacos encargados de perpetrar el atentado contra Heydrich.

La película pega un volantazo a mitad del metraje, donde cambia al punto de vista de Jan Kubis y Jozef Gabcik

Este intercambio de personajes principales resulta forzado, mecánico y desconcertante, e interrumpe súbitamente una narración que durante algunas secuencias se queda huérfana de centro de interés: queremos saber más de Heydrich, pero el director lo excluye, mientras que los dos nuevos actores —en todas sus acepciones— todavía no resultan lo suficientemente familiares como para que el espectador —desconfiado porque le hayan arrebatado al supuesto protagonista— sepa si debe 'encariñarse' de ellos o no. Por otro lado, uno de los mayores aciertos del filme es la cuidadísima ambientación, tanto en el vestuario como en el arte y el mobiliario.

En esta segunda parte, el director sigue la odisea de Kubis y Gabcik desde su huida de la ocupación de Moravia y Silesia, su integración en la oposición checoslovaca y su regreso a Praga para atentar contra el gobernador nazi hasta su resistencia numantina dentro de las catacumbas de una iglesia asediada por 800 soldados de la Wehrmacht y de las Waffen-SS. Sorprende en este tramo la aparición de Mia Wasikowska en un papel irrisorio como la novia peluquera de uno de los dos rebeldes. Y también desconcierta la deriva final de la película, que acaba bordeando el relato de iniciación al estilo 'Cuenta conmigo' pero ambientado en la Segunda Guerra Mundial y que con el plano final desemboca en las antípodas de la propuesta inicial.

Desconcierta la deriva final de la película, que acaba bordeando el relato de iniciación

Jason Clarke en su papel de Heydrich y Jack O'Connell y Jack Reynor como resistentes son probablemente lo más reseñable de una película —el personaje de Rosamund Pike es apenas un esbozo— que no aspira a destacar a nivel formal y que peca de querer abrir demasiados frentes sin profundizar realmente en ninguno.

Y eso es un problema, sobre todo cuando en cartelera semana sí y semana también podemos encontrar un nuevo drama bélico ambientado en el Tercer Reich. Y en el caso de 'El hombre del corazón de hierro', el hecho de que tuviese que posponer su estreno para no coincidir en las salas con 'Operación Anthropoid' —misma temática y mismos protagonistas, aunque con actores más conocidos—, es de lo más elocuente. El nazismo está siendo sobreexplotado y algún día se agotará. Y parece que ese día no está demasiado lejano.