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El economista de moda que inventó el dinero que caduca

Aunque lleva décadas en el olvido, Silvio Gesell vaticinó una teoría que podría servir en la actualidad para enfrentar futuras crisis

Foto: Silvio Gesell

Era una mezcla curiosa, mitad argentina y alemana. Jean Silvio Gesell nació en Bélgica (aunque entonces era parte de Alemania) en 1862 y era el séptimo de nueve hijos en una familia que no se caracterizaba por su holgura económica. Su escasez de recursos le impidió cursar estudios universitarios por lo que terminó trabajando como aprendiz de comercio junto a su hermano en Berlín, aunque también pasó por Málaga o Argentina, huyendo de la pobreza.

Así visto, es natural pensar que no era un gran admirador del dinero. Fue testigo de un colapso financiero masivo en 1890 que le convenció de que detrás del poderoso caballero que es don dinero también había un lado más oscuro: pobreza, desigualdad, desempleo o estancamiento. El problema- llegó a la conclusión- era que el dinero cumplía dos funciones que entraban en conflicto: una es la forma en la que las personas almacenan la riqueza y otra lo que necesitan para hacer negocios.

Un dinero efímero

En 1889, a raíz de esta crisis coincidente con el gobierno de Juárez Celman en Argentina, comenzó a analizar el sistema monetario para encontrar solución a la crisis, y estas observaciones llegarían a buen puerto en el 91, cuando escribió su primer tratado teórico acerca de las finanzas: 'Die Reformation des Münzwesens als Brücke zum sozialen Staat' o, en otras palabras, 'La reforma del sistema monetario como puente hacia un estado de bienestar'. Lo que pretendía Gesell era crear un nuevo tipo de dinero para que la gente no pudiera acumularlo en tiempos de crisis, por miedo, y paralizar así los negocios.

Tendría que ser un dinero que se pudriera, se oxidara, que no fuera eterno, para que la gente lo usara como instrumento de cambio y nada más: el dinero sellado, un efectivo que había que sellar cada determinado tiempo en una oficina pública porque tendría una fecha de vencimiento, en otras palabras, habría que pagar por él para que no venciera, por lo que sería suficientemente disuasivo para que se evitara la acumulación. Keynes dijo en 'Teoría general del empleo, el interés y el dinero' que en el futuro se estudiaría más a Gesell que a Marx y no se equivocaba: después de años de silencio vuelve a escucharse en discursos de líderes en la Reserva Federal de los Estados Unidos, documentos de investigación del Fondo Monetario Internacional y las páginas del 'Financial Times', según explica 'National Public Radio'.

La clave sería fabricar un dinero que tuviera que sellarse para evitar que venciera. Habría que pagar por seguir manteniéndolo

Un dinero por el que hubiera que pagar para poder seguir utilizándose suena a medida radical, sin duda, pero él estaba convencido de su idea. Tanto es así que en 1899 comenzó a viajar por Europa y Argentina difundiendo su evangelio, en el que también abogaba por el fin de las relaciones monógamas y la importancia del amor libre. Era un utópico bohemio y hippie antes de que estos existieran, que vivió en una comuna vegetariana cerca de Berlín y criticó las grandes empresas y finanzas y el fascismo. Sin embargo, durante mucho tiempo el dinero sellado fue únicamente una teoría, y Gesell no llegó a ver la culminación de su obra, que llegaría durante la Gran Depresión, pues murió de neumonía en 1930.

En 1932, la ciudad de Wörgl, en Austria, comenzó a emitir dinero sellado como una forma de combatir el desempleo y el cierre de negocios. El sistema luchó por sacar al pueblo de la pobreza y fue muy alabado por la prensa de entonces, que lo llamó "El milagro de Wörgl". El experimento inspiró a otros lugares en California, Iowa o Anaheim. Sin embargo, con el final de la Segunda Guerra Mundial y la industrialización, Gesell comenzó a caer en el olvido.

Fue durante la Gran Depresión cuando esta teoría comenzó a coger forma en algunos países, pero para entonces Gesell ya había fallecido

Hasta ahora. Los bancos centrales del mundo están analizando cómo mantener el dinero en movimiento. Cuando la economía entra en recesión generalmente reducen las tasas de interés para alentar el gasto, pero las tasas de interés ya están cerca de cero, lo que podría ser un gran problema en otra recesión. Durante mucho tiempo, los economistas creyeron que las tasas no podían ser negativas por una simple razón: si ahorrar en lugares como los bancos cuesta dinero, solo acumularán efectivo, lo que no les costará. El efectivo se convierte en un obstáculo para el estímulo económico. Una forma de evitar esto es una inflación más alta, que devalúa o "grava" el dinero en términos reales, pero los bancos centrales han demostrado que tienen mucho menos poder para aumentar la inflación de lo que se pensaba anteriormente.

¿Solución? Es difícil decirlo, pero en Europa y Japón se está experimentado con tasas de interés negativas muy pequeñas como forma de estimular la economía, el problema es el mismo de siempre: la gente comenzará a acumular efectivo. Es por ello que, por primera vez después de tantos años, se vuelve a considerar relevante a Gesell. Lo mejor es que con los cambios modernos ya no sería necesario un dinero sellado, sino que se ha hablado de otras ideas como el sistema efectivo electrónico o la eliminación por completo del papel y la moneda. Nada mal para una persona que huyendo de la pobreza fue como empezó a entender el funcionamiento de un dinero que siempre le había faltado, fue tachada de anarquista, espíritu libre o manivela, y de quien solo Keynes tuvo unas palabras amables: "Un profeta extraño". Sin duda lo era.

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