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No es solo un refrán: la física confirma que el enemigo de tu enemigo es tu amigo
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Una teoría muy útil

No es solo un refrán: la física confirma que el enemigo de tu enemigo es tu amigo

Un grupo de investigadores de la Universidad Northwestern ha conseguido, 80 años después, demostrar que la frase "los enemigos de mis enemigos son mis amigos" es certera desde un punto de vista científico

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"Los enemigos de mis enemigos son mis amigos", esta frase, que llevamos años escuchando y replicando en nuestras conversaciones, no está vacía de significado; ni mucho menos. No obstante, hasta ahora, los investigadores no habían sido capaces de demostrar que fuese científicamente cierta.

Es bastante probable que odies a alguien simplemente porque es odiado por tu amigo y si esto sucede se debe, en gran medida, a la influencia que haya ejercido ese amigo sobre ti; señalando las cosas negativas que tiene esta otra persona y dándote una larga lista de motivos para que consideres que es un ser despreciable.

A lo largo de la historia, las relaciones internacionales han seguido este proverbio, y en conflictos como la Segunda Guerra Mundial o la Guerra Fría, las naciones lo han cumplido 'a pies juntillas'. Sin embargo, no fue hasta la década de 1940 que el psicólogo austríaco Fritz Heider enunció la teoría del equilibrio social, que explica cómo los seres humanos se esfuerzan innatamente por encontrar la armonía en sus círculos sociales.

Esta teoría de Heider propone, además, cuatro reglas muy claras:

  1. El enemigo de un enemigo es un amigo.
  2. El amigo de un amigo es un amigo.
  3. El amigo de un enemigo es un enemigo.
  4. El enemigo de un amigo es un enemigo.

Aunque estos cuatro enunciados, que si lees en voz alta rápidamente se convierten en un complicadísimo trabalenguas, pueden parecer lógicos y funcionar en nuestro imaginario, la física no había sido capaz de demostrarlos, hasta ahora. Ha sido un grupo de investigadores de la Universidad Northwestern el que ha utilizado la física estadística para confirmar la famosa teoría, publicada en la revista Science Advances.

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Una teoría, por fin, demostrada

Durante años los intentos por demostrar esta teoría se sucedían sin éxito. Sin embargo, seguíamos utilizando esta afirmación una y otra vez como si nuestra propia experiencia bastase para demostrarla. La sociedad se aferró a ella y, que la ciencia no pudiera confirmar su veracidad, no ha importado lo más mínimo a quienes han querido incluirla en sus charlas.

No obstante, ahora, al fin, el grupo de investigadores de la Universidad Northwestern ha utilizado la física estadística para confirmar la teoría y su aportación ha consistido en integrar con éxito, de manera simultánea, las dos piezas que hacen funcionar el marco social de Heider. Hasta entonces, los modelos solo podían tener en cuenta un factor a la vez. Por tanto, ha sido al incorporar al mismo tiempo ambas limitaciones, cuando el modelo de red resultante de los investigadores confirmó la famosa teoría propuesta por primera vez en la década de los 40.

¿En qué consisten estos factores o limitaciones tan determinantes? Las dos piezas que han hecho funcionar el marco social de Heider no son otras que: no todo el mundo se conoce, y algunas personas son más amigables que otras. "Siempre hemos pensado que esta intuición social funciona, pero no sabíamos por qué funcionaba", afirma a Science Daily István Kovács, rofesor adjunto de Física y Astronomía en el Weinberg College of Arts and Sciences de Northwestern y autor principal del estudio.

"Nos dimos cuenta de que teníamos que tener en cuenta simultáneamente ambas limitaciones: quién conoce a quién y que algunas personas son simplemente más amigables que otras"

"Lo único que necesitábamos era descifrar las matemáticas. Si se echa un vistazo a la bibliografía, hay muchos estudios sobre la teoría, pero no hay acuerdo entre ellos. Durante décadas, nos hemos equivocado. La razón es que la vida real es complicada. Nos dimos cuenta de que teníamos que tener en cuenta simultáneamente ambas limitaciones: quién conoce a quién y que algunas personas son simplemente más amigables que otras", añade Kovács.

Bingjie Hao, investigadora postdoctoral, centra sus declaraciones en las aplicaciones del estudio: "Nuestros hallazgos también tienen amplias aplicaciones para el futuro. Nuestras matemáticas nos permiten incorporar restricciones a las conexiones y a las preferencias de las distintas entidades del sistema. Eso será útil para modelar otros sistemas más allá de las redes sociales".

¿Es útil este estudio?

Llevamos años utilizando la frase "los enemigos de mis enemigos son mis amigos", pero ahora por fin podemos hacer uso de ella con la convicción de que lo que estamos diciendo es una certeza; aunque esta no es la única aplicación del estudio (afortunadamente).

"Si a toda la gente que te gusta también le cae mal toda la que no te gusta, entonces eso da lugar a dos partidos que se odian"

El estudio tiene muchas otras aplicaciones, mucho más útiles, como, por ejemplo, conseguir reducir la polarización política; ya que ayuda a entender la "polarización política": "Si a toda la gente que te gusta también le cae mal toda la que no te gusta, entonces eso da lugar a dos partidos que se odian", explica Kovács.

placeholder Dos políticos enfrentados (iStock)
Dos políticos enfrentados (iStock)

La aplicación más evidente es la de ayudar a los investigadores a comprender mejor la polarización política y las relaciones internacionales; mas no es la única. Este descubrimiento permite a los expertos estudiar "las conexiones excitatorias e inhibitorias entre neuronas en el cerebro o las interacciones que representan distintas combinaciones de fármacos para tratar enfermedades", asegura Kovács, que deja claro que su objetivo principal consiste en "ir más allá de investigar las interacciones entre amigos y fijarnos en otras redes complejas".

"Los enemigos de mis enemigos son mis amigos", esta frase, que llevamos años escuchando y replicando en nuestras conversaciones, no está vacía de significado; ni mucho menos. No obstante, hasta ahora, los investigadores no habían sido capaces de demostrar que fuese científicamente cierta.

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