Esto es todo lo que debes tener en cuenta antes de empezar tu rutina para adelgazar

La perdida de peso a largo plazo se presenta como un reto colosal para muchas personas, siendo frecuente el efecto rebote tras conseguir reducir kilos. Detrás de este fenómeno no se esconde la falta de determinación para adoptar hábitos más saludables, sino una razón de índole biológica. Daniel Lieberman, destacado paleoantropólogo y catedrático en la Universidad de Harvard, arroja luz sobre esta problemática en un nuevo artículo publicado en la CNN, argumentando que nuestro organismo está diseñado evolutivamente para acumular y retener grasa.

Una perspectiva evolutiva nos revela que no todos los individuos están predestinados a lucir cuerpos extremadamente esbeltos. La importancia de la grasa corporal es vital, ya que incluso las personas con apariencia delgada poseen entre un 15 y un 25 por ciento de grasa, proporción que supera con creces a la de otros mamíferos y cumple funciones esenciales para nuestra supervivencia.

La grasa se erige como un elemento clave para nuestra supervivencia y éxito evolutivo. Lieberman recalca que nuestra especie ha evolucionado para almacenar un volumen significativo de lípidos, esenciales para el mantenimiento de nuestro demandante cerebro y un ciclo reproductivo costoso. A pesar de su importancia, el exceso de grasa, especialmente alrededor del abdomen, puede ser indicativo de problemas de salud y requerir ajustes en nuestro estilo de vida.

Mientras la dieta puede tener un impacto más inmediato en la báscula, el ejercicio es fundamental para evitar que recuperemos el peso perdido

Las variaciones en el peso corporal, en un margen reducido, son completamente normales y se deben principalmente al balance hídrico del cuerpo. Lieberman subraya que, a lo largo de la historia humana, hemos experimentado ciclos de acumulación y consumo de grasa basados en la disponibilidad de recursos, lo cual debería modificar nuestra percepción sobre las fluctuaciones de peso.

La relación entre dieta y ejercicio

Si la pérdida de peso se presenta como un desafío, es esencial comprender que nuestras predisposiciones evolutivas juegan un papel preponderante. Nuestros ancestros no evolucionaron con la necesidad de restringir voluntariamente su ingesta calórica, lo cual nos coloca en una lucha constante contra adaptaciones milenarias que favorecen la conservación de energía.

TE PUEDE INTERESAR

¿Quieres vivir más años? Ni ejercicio, ni adelgazar, ni dejar de fumar: mejor vive una crisis económica

E. Zamorano

Al debatir entre dieta y ejercicio como métodos para reducir peso, ambos aspectos son cruciales, aunque por motivos distintos. Mientras la dieta puede tener un impacto más inmediato en la disminución de kilos, el ejercicio juega un rol fundamental en prevenir el aumento de peso futuro y aporta innumerables beneficios para el bienestar físico y mental. Adaptar nuestro entorno moderno para facilitar decisiones saludables es fundamental para contrarrestar la discordancia entre nuestras necesidades biológicas ancestrales y las condiciones de vida actuales. Este enfoque, basado en el entendimiento y la compasión hacia nuestra propia naturaleza, promete ser más efectivo y sostenible a largo plazo.