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Ojo seco: por qué se produce y cómo se trata (más allá de las lágrimas artificiales)
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Ojo seco: por qué se produce y cómo se trata (más allá de las lágrimas artificiales)

Se han sumado otras terapias, como luz pulsada de alta intensidad, radiofrecuencia y láser, además de cambios en la dieta y de reducción del estrés; dos factores que pueden ser causantes de dicha enfermedad

Foto: Foto: iStock.
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El síndrome del ojo seco es ya el primer motivo de consulta con el oftalmólogo y, según datos epidemiológicos, afecta a un porcentaje que oscila entre un 15% y un 30% de la población. Su prevalencia aumenta con la edad y es un problema más frecuente entre las mujeres a partir de la menopausia debido a su estrecha relación con los cambios hormonales y la sequedad general de la piel y las mucosas.

Esta dolencia se produce cuando los ojos son incapaces de mantener una película lagrimal de calidad y suficiente; se trata de un problema crónico, aunque se pueden paliar sus síntomas. Los más comunes son picor en los ojos, enrojecimiento, sensación de tener arena dentro del ojo, sensibilidad a la luz y, en los casos más extremos, puede producir cicatrices en la córnea.

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El ojo seco, explica el doctor Carlos Vergés, director del Instituto Oftalmológico Dexeus, "es una enfermedad que se caracteriza por una lágrima escasa y/o de mala calidad, lo cual ocasiona que la superficie ocular no esté bien lubricada y, sobre todo, bien húmeda. Así, durante el tiempo que mantenemos los ojos abiertos entre cada parpadeo, la córnea y la conjuntiva quedan expuestas al aire directamente, provocando que se resequen y se dañen sus células".

De hecho, según apunta el especialista, "los pacientes que lo padecen notan molestias tipo sensación de cuerpo extraño, como si tuvieran arenilla en los ojos, irritación, ojo rojo y visión borrosa, especialmente cuando fijan la vista (en el ordenador, al leer o conducir). El problema es que, si no se trata correctamente, irá empeorando hasta afectar seriamente la actividad y el estilo de vida de las personas".

El ojo seco es una enfermedad multifactorial, es decir, son muchas las causas que lo producen

Pero, ¿por qué se produce? El ojo seco es una enfermedad multifactorial, es decir, son muchas las causas que lo producen, desde el uso excesivo de pantallas de ordenadores, ambiente seco o alergias, hasta enfermedades como la diabetes o de tipo autoinmune, como el Sjögren, lupus o problemas reumáticos. En todos los casos se produce un proceso inflamatorio de la superficie ocular, o incluso de las glándulas lagrimales (encargadas de producir lágrima), en las enfermedades autoinmunes.

Por otra parte, en invierno empeora el ojo seco. Con el frío intenso baja la humedad ambiental y, si además tenemos las calefacciones altas, aún se reseca más el ambiente, lo que contribuye a que la película lagrimal se rompa antes y la superficie ocular esté más tiempo en contacto con el aire. “Debido a estas circunstancias, insistimos a nuestros pacientes que tomen precauciones, como no poner muy fuerte la calefacción y utilizar humidificadores en las habitaciones”.

¿Qué podemos hacer para tratarlo?

“Como el eje principal del ojo seco es la inflamación de la superficie ocular y las glándulas lagrimales”, continúa el especialista, "el tratamiento irá encaminado a reducir la inflamación y a la utilización de colirios que suplan el déficit de lágrima, lo que conocemos como lágrimas artificiales".

Sin embargo, "al tratarse de una enfermedad crónica, no es conveniente administrar durante largo tiempo fármacos de este tipo por los efectos secundarios que ocasionan", apunta. Este es la razón por la que en los últimos años han aparecido nuevas estrategias como la luz pulsada de alta intensidad (IPL), la radiofrecuencia y nuevos fármacos inmuno-moduladores, como la ciclosporina.

Las lágrimas artificiales pueden provocar efectos secundarios. Por eso, en los últimos años se están llevando a cabo nuevas técnicas

“El tratamiento consiste en dos fases” explica el doctor. "La primera tiene como principal objetivo reducir la inflamación de la superficie ocular y consiste en administrar fármacos antiinflamatorios -durante un máximo de tres semanas- junto a lágrimas artificiales con ácido hialurónico de cadena larga, que además de lubrificar tiene un efecto antiinflamatorio. Conjuntamente, se aplica alguno de los tratamientos físicos antes comentados, luz pulsada de alta intensidad (IPL), radiofrecuencia o, más novedoso, el láser. Estas tecnologías hay que aplicarlas en tres o cuatro sesiones separadas entre sí por dos semanas".

Tras constatar que ha mejorado la inflamación en la fase inicial, "generalmente tras un mes, iniciamos la segunda fase, en la que además de seguir con estas medidas, añadimos otras de carácter más general, pero fundamentales para que perdure la recuperación. Estas consisten en mejorar la nutrición, el ejercicio físico y la calidad del sueño, así como el estrés que, normalmente, va muy asociado a las condiciones anteriores", indica.

También cabe destacar que "una de las cosas que hemos aprendido recientemente es que el ojo seco se relaciona de forma muy importante con los hábitos de vida y la alimentación. Sabemos que una dieta incorrecta (proinflamatoria), la falta de ejercicio, alteraciones del sueño y muy especialmente el estrés, pueden producir por sí solos la aparición del ojo seco o agravarlo en los casos que ya se haya iniciado", señala el doctor Vergés.

placeholder Doctor Carlos Vergés.
Doctor Carlos Vergés.

Además, estudios recientes también apuntan a que esta enfermedad está relacionada con la falta de vitamina D o de Omega 3, así como con la reducción de testosterona a partir de los 50 años (tanto en mujeres como en hombres). Asimismo, otro dato es que, además del ejercicio aeróbico, es necesario realizar ejercicios de fuerza. Paralelamente, es importante normalizar la calidad del sueño y reducir el estrés, y para ello es importante asociar a las medidas anteriores ejercicios de yoga, mindfulness o cualquier otra actividad relajante.

Si combinamos todas ellas, conseguiremos reducir tanto la inflamación local como la sistémica, y de esta forma lo hará la sintomatología y el daño de los tejidos. Así, evitamos que al reducir los fármacos antiinflamatorios vuelvan a aparecer las molestias de irritación, sequedad ocular y mala visión.

¿Hay alguna forma de prevenirlo?

El mejor tratamiento es el preventivo y para ello, como se ha indicado, es recomendable evitar ambientes muy secos (calefacciones y aires acondicionados) o con viento, reducir el tiempo delante de las pantallas de ordenador o hacer pausas de 20 segundos cada 20 minutos (regla del 20/20). También es fundamental buscar hábitos saludables, como los que ha señalado el doctor Vergés anteriormente: dieta sana, ejercicio físico y sueño reparador.

“Junto a estas medidas”, concluye el especialista, “recomendamos las revisiones periódicas con el oftalmólogo, para detectar un inicio de la enfermedad. Los chequeos deben ser cada dos años antes de los 40 y cada año tras esa edad. Si hay síntomas de sequedad ocular, recomendamos acudir lo antes posible al oftalmólogo para evitar que se inicie la enfermedad y se cronifique”.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones que ayuden a mejorar nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Hospital Universitari Dexeus.

El síndrome del ojo seco es ya el primer motivo de consulta con el oftalmólogo y, según datos epidemiológicos, afecta a un porcentaje que oscila entre un 15% y un 30% de la población. Su prevalencia aumenta con la edad y es un problema más frecuente entre las mujeres a partir de la menopausia debido a su estrecha relación con los cambios hormonales y la sequedad general de la piel y las mucosas.

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