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La 'jaula de Faraday' o el descubrimiento del siglo XIX que protege hoy a los aviones de los rayos
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La 'jaula de Faraday' o el descubrimiento del siglo XIX que protege hoy a los aviones de los rayos

Un rayo alcanzará a un avión por cada 1.000 horas de vuelo. No es difícil imaginarlo si tenemos en cuenta que, en momentos puntuales de un día cualquiera, puede haber más de 20.000 aviones en el aire

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Nos hemos acostumbrado, pero volar en un avión sigue sin ser cualquier cosa. Los avances tecnológicos han permitido que en las últimas décadas el cielo se llene, literalmente, de humanos. Unos van, otros vienen, se cruzan entre ellos… Pero apenas nos damos cuenta, ni si miramos desde abajo, ni si somos nosotros quienes vamos dentro de uno de esos grandes vehículos de transporte. Porque dentro de un avión el mundo parece detenerse fuera.

Sin embargo, todo sigue sucediendo, y enfrentarse a ello en el aire no es fácil. Es posible que alguna vez hayas vivido eso que llamamos turbulencias, quizás la tripulación del vuelo ha llegado a avisar de que fuera había tormenta… Reconocemos rápido que el viento puede ser una consecuencia de estas, como la lluvia, pero hay otros detalles meteorológicos relacionados que parecen pasar inadvertidos. Desde luego, no lo harían en tierra. ¿Qué pasa, por ejemplo, con los rayos?

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Esas grandes descargas eléctricas que caen fulminantemente de entre las nubes y que aterran a cualquiera también nos desafían cuando nos elevamos del suelo. En otras palabras: si has vivido una tormenta dentro de un vuelo, seguramente este haya sido alcanzado por un rayo. Y no, no te has enterado. Antes de que te alarmes, déjanos decirte que es normal. La ciencia tiene una respuesta desde hace dos siglos, y se conoce como Jaula de Faraday.

Muchas posibilidades

Seguro que has oído hablar de ella más de una vez, y aun así no tienes del todo claro en qué consiste, quién es ese tal Faraday y, mucho menos, que tu supervivencia en un avión dependa en gran medida de él. Esto es un viaje por la historia de uno de los experimentos más curiosos hasta hoy:

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Según la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, un rayo alcanza a un avión aproximadamente cada 1.000 horas de vuelo. No es difícil imaginarlo si tenemos en cuenta que, en momentos puntuales de un día cualquiera, puede llegar a haber entre 10.000 y 30.000 aviones en el aire, señalan en ZME Science. Entonces, que no haya habido un solo accidente o muerte debido a esto en toda la historia de la aviación parece magia, un milagro, pero se llama física.

El cuerpo de un avión está diseñado con aluminio, siguiendo formas que lo dejan completamente encapsulado. Esto permite que la corriente eléctrica a la que pueda exponerse la aeronave fluya únicamente a través de la capa exterior de su cuerpo y salga por la cola, manteniendo el interior del avión libre la misma. Es decir, un avión es, básicamente, una jaula de Faraday gigante.

Un invento determinante

El nombre proviene de Michael Faraday, uno de los científicos más reconocidos (y también desconocidos), creador del invento que permitiría un futuro con alas. Alumno aventajado de Humphry Davy (el descubridor del arco voltaico), este inglés nunca cursó estudios superiores, pero su curiosidad y una enorme disciplina lo situaron casi sin darse cuenta en la primera línea científica del momento.

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Estamos en pleno siglo XIX, y entre los numerosos científicos que comenzaron a definir el mundo desde la óptica moderna, el joven Faraday se quedó embelesado con los descubrimientos de Ørsted y Ampère, que habían demostrado cómo la aguja de una brújula se desviaba al acercarse a una corriente eléctrica, lo que demostraba los vínculos entre magnetismo y electricidad. Aquello sirvió para crear los primeros aparatos de medida de intensidad de corriente, como explican desde Sapiens.

Faraday se obsesionó tanto que, aunque sin herramientas, comenzó a estudiar la inducción electromagnética a partir de esa corriente eléctrica. En otras palabras, los campos magnéticos que se forman en torno a un conductor que la transporta. Acabó determinando que los electrones se mantienen siempre en la parte externa de un conductor. Se trata de la base que abrió camino para trazar la 'jaula de Faraday ' o, lo que es lo mismo: que la corriente se mueve solo por la parte externa de un material conductor. Este efecto nos ayuda a entender por qué si cae un rayo sobre un avión, los pasajeros no quedan chamuscados.

Nos hemos acostumbrado, pero volar en un avión sigue sin ser cualquier cosa. Los avances tecnológicos han permitido que en las últimas décadas el cielo se llene, literalmente, de humanos. Unos van, otros vienen, se cruzan entre ellos… Pero apenas nos damos cuenta, ni si miramos desde abajo, ni si somos nosotros quienes vamos dentro de uno de esos grandes vehículos de transporte. Porque dentro de un avión el mundo parece detenerse fuera.

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