Dime cómo cuentas y te diré cómo eres: todo lo que este gesto revela de cada uno

Hay asuntos matemáticos que dejamos atrás en el momento en que los estudiamos. A no ser que nos dediquemos a ello, lo cierto es que las raíces, las matrices y un sinfín de fórmulas que aprendemos de adolescentes se nos acaban olvidando rápido. Sin embargo, contar es para siempre.

Hacer la compra, calcular una factura o calcular cuántas personas quedan para que llegue nuestro turno en una cola, son solo algunos de los muchos ejemplos que llenan nuestro día a día de números. Están tan presentes que, incluso, se nos olvidan que eso que nos presentan también son matemáticas: la de los dedos, sí. Pero hay algo más en ellos que tal vez no es que se te haya olvidado, sino que aún no sabes.

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Carmen Macías

¿Cómo contarías hasta 10 con los dedos? Ese gesto tan cotidiano puede decir más de ti de lo que crees. Hay quien empieza con el pulgar, otros con el dedo índice; algunos arrancan con la mano izquierda y otros con la derecha… No hay una sola forma de hacerlo. El orden de los factores, en este caso, no alterará el producto, aunque sí podría determinar cómo eres o, al menos, de dónde.

Nada es casualidad

La dactilonomía, como se conoce al contar con las manos, parece algo tan simple y natural que podrías suponer que es casi igual en todas partes, pero la vida es complejidad, aunque una complejidad que siempre lleva a alguna parte. Después de todo, no es casualidad que tengamos 10 dígitos en nuestras manos y que los sistemas numéricos más comunes también tengan 10 dígitos.

Como explica Anand Jagatia en un artículo para la BBC, dicha forma artificial de contar (llamada sistema de base 10) probablemente surgió como un reflejo de lo que ya con nuestras manos hemos hecho durante siglos. Como tantos otros aspectos funcionales del lenguaje informático, se basa en movimientos puramente humanos.

La palabra "dígito" para los números proviene del latín "digitus", que significa dedo de la mano o del pie, debido a la forma en que los usamos para contar. Como señala Jagatia, si hubiéramos evolucionado con 8 o 12 dedos, o dígitos, nuestro sistema numérico podría ser bastante diferente. Pero a pesar de que el patrón general en los humanos es tener diez dedos, resulta que no todo el mundo los pone en marcha igual.

Una gran riqueza cultural

Jagatia pone como ejemplo a los habitantes del Reino Unido o de muchas partes de Europa: "si eres de uno de estos lugares, probablemente empieces a contar con el pulgar y termines con el meñique", y en contraposición, apunta a los de Estados Unidos: "Aquí comienzan a contar con el dedo índice y terminan con el pulgar", es decir, justo al revés.

En Irán, comienzan con el dedo meñique, mientras que en Japón comienzan con los dedos extendidos en una palma abierta, acercándolos para formar un puño cerrado

De la misma forma, en partes de Medio Oriente como Irán, comienzan con el dedo meñique, mientras que en Japón comienzan con los dedos extendidos en una palma abierta, acercándolos para formar un puño cerrado. Se trata de un movimiento que forma parte de la historia cultural de cada lugar del planeta y, por tanto, una forma visible del legado vivo de lo que somos.

Sin embargo, recuerda la periodista, esta diversidad cultural en cuanto al conteo con los dedos no siempre ha sido apreciada. Para entenderlo, habla con Andrea Bender, profesora de cognición, cultura y lenguaje en la Universidad de Bergen, Noruega: "Lo que me sorprendió fue que la mayoría de los investigadores lo trataron como si solo hubiera una forma de contar con los dedos", dice.

Comprender la naturaleza humana con sus dedos

Bender asegura que contar con los dedos puede ser una cuestión de lo más variada, y que los investigadores apenas han arañado la superficie de las múltiples formas en que lo hacen las diferentes culturas. "En el pasado, los investigadores creían que contar con los dedos, y especialmente la forma en que lo hacemos en Occidente, era la esencial para los niños cuando comienzan a aprender a contar y cuando intentan comprender qué son los números en realidad. Una razón para lanzar la duda en torno a ello es que hay una infinita diversidad cultural en cómo se usan los dedos o las partes del cuerpo para contar". De hecho, hay pueblos que ni siquiera usan los dedos para esta tarea, sino los nudillos de las manos, como es el caso del pueblo indígena Pame, en el Norte de México, o el idioma Yuki (ya extinto) en California, que usaba los espacios entre los mismos.

Los científicos cognitivos como Bender llevan ya varias décadas trabajando en la observación minuciosa de esta cuestión, convencidos de que acercarse a ella con menos prejuicios podría ofrecernos datos muy interesantes, tanto a gran como a pequeña escala, incluso sobre cada uno de nosotros. Así, informa Jagatia, están comenzando por demostrar que aún queda mucho por descubrir sobre la relación entre el gesto y el aprendizaje de idiomas. “Por ejemplo, los gestos pueden cambiar la forma en que escuchamos las palabras, pero no sabemos si el gesto informa la elección de la palabra o viceversa”.

¿Qué implicaciones cognitivas tienen estas diferencias? ¿Cómo aprenden a contar los niños que crecen con diferentes representaciones de números y a qué les lleva cada fórmula? Todo esto son aún preguntas en el aire que muy pronto pueden convertirse en nuevos esquemas para la investigación social.