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Las matemáticas de la vida o el curioso sentido numérico con el que nacen los bebés
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Las matemáticas de la vida o el curioso sentido numérico con el que nacen los bebés

Durante mucho tiempo, científicos, matemáticos y filósofos han buscado si este sentido numérico viene preinstalado o se aprende con el tiempo, y parece que el asunto ya está claro

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Los científicos cognitivos lo llaman sentido numérico. Se trata de una parte de la mente humana que inconscientemente resuelve problemas matemáticos simples. Esta capacidad, don o como quieras llamarlo, está abriendo nuevas puertas de conocimiento en torno al funcionamiento de la mente humana y los límites de nuestra inteligencia.

El acto de contar no parece un asunto nuevo a debate. Durante mucho tiempo, científicos, matemáticos y filósofos han buscado si este sentido numérico viene preinstalado o se aprende con el tiempo. Platón fue uno de los primeros en la tradición occidental en proponer que los humanos tienen habilidades matemáticas innatas. En el diálogo Menón, Sócrates convence a un niño analfabeto para que aprenda el teorema de Pitágoras haciéndole una serie de preguntas sencillas. Lo hizo, y la conclusión a la que llega Sócrates es que el niño tenía un conocimiento innato de la lógica de aquel teorema, el cuestionamiento simplemente le ayudó a expresarlo.

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Más tarde, en el siglo XVII, el filósofo John Locke rechazó aquella idea. La mente humana, para Locke, es al principio como una pizarra en blanco; es decir, para este el conocimiento es casi todo adquirido a través de la experiencia. He aquí lo que se pasó a denominar Empirismo, una corriente que siguió extendiéndose con otros pensadores como John Stuart Mill asegurando que aprendemos que dos más tres es cinco al ver ese resultado en muchos ejemplos visuales: dos manzanas y tres manzanas son cinco manzanas.

Siglos de debate

El empirismo dominó la filosofía y la psicología hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando pensadores más afines a los nativistas como Noam Chomsky volvieron a inclinar el péndulo hacia Platón. En su momento, Chomsky se centró en el lenguaje. Propuso que los niños nacen con un instinto lingüístico innato que les permite adquirir rápidamente su primer idioma sin necesidad de una instrucción profunda. Para finales de la década de 1970, científicos cognitivos como CR Gallistel y Rochel Gelman extendieron aquella idea a las matemáticas: argumentaron que los niños aprenden a contar mapeando las palabras numéricas en su idioma en un sistema innato de conteo preverbal que los humanos comparten con muchos otros animales.

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Desde entonces, poco a poco, la investigación se ha ido poniendo de acuerdo, salvo por pequeños detalles que marcan la diferencia. Así, la idea es que mientras que Platón sugería que tenemos un conocimiento matemático innato, o la capacidad de pensar en números, el asunto es más preciso: lo que tenemos es una percepción matemática innata, como explican Sam Clarke y Jacob Beck en un artículo de 2021 para la revista científica Behavioral and Brain Sciences. Sí, vemos los números de la misma manera que percibimos las formas y los colores.

No obstante, no todos están de acuerdo con este consenso emergente, y en la última década ha surgido una nueva ola de empirismo. Los críticos que rechazan la existencia de una capacidad para sentir los números de forma innata destacan un desafío científico más amplio e importante: ¿cómo podríamos conocer el contenido de la mente de un bebé o de un animal no humano?

Décadas de experimentos

La respuesta a preguntas como esa están en la práctica misma. En 2004, un equipo de investigadores franceses dirigido por Dehaene y Pierre Pica, llevó aquella cuestión a las profundidades de la Amazonía brasileña. Les bastó un portátil de energía solar, una pantalla con puntos y un grupo de personas de aldeas indígenas aisladas para demostrar que todas ellas tenían la misma capacidad para distinguir entre números de puntos suficientemente diferentes, sin llegar a contarlos, y a pesar de que tenían una formación matemática limitada o nula y hablaban un idioma en el que las palabras numéricas precisas no superaban el cinco.

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Casi al mismo tiempo, un grupo de investigadores de Harvard utilizaron un experimento modificado de puntos y destellos en niños de cinco años. Resultó que los pequeños también tenían la misma habilidad. Por supuesto, es fácil preguntarse si aquellos niños ya tenían edad suficiente como para haber aprendido algo en torno a los números. Sin embargo, se han encontrado resultados similares en una amplia gama de especies animales, desde lobos a ratas. Los primeros, por ejemplo, consideran el tamaño de su manada antes de decidirse a cazar, y prefieren un grupo de dos a seis para atacar a un alce, pero un grupo de al menos nueve para enfrentarse a un bisonte. En cuanto a las ratas, estas aprenden a presionar una palanca un cierto número de veces a cambio de comida.

Si los números son abstractos, ¿cómo es posible que los percibamos? Pues bien, de la misma forma que percibimos las formas, valga la redundancia

Sabiendo todo esto, por si aún quedaba alguna duda entre los más escépticos, solo quedaba demostrar la gran hipótesis en los sujetos ideales para probar que verdaderamente existe un sentido numérico innato. Era el turno de los recién nacidos, porque son los que no han tenido tiempo de aprender mucho de nada. No hablan, no se desplazan, pero son capaces de llevar a cabo una acción mucho más potente para lo que aquí nos compete: mirar, observar. Los bebés parece que siempre tienen los ojos abiertos, prestando una atención máxima a lo que les rodea. Y eso es clave para zanjar este debate, o al menos para entenderlo.

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En 2009, un equipo de investigadores franceses dirigido por Véronique Izard y Arlette Streri se pusieron en marcha con la tarea reuniendo a varias decenas de recién nacidos en un hospital de París. Los pequeños, todos con menos de cinco días de vida, escucharon durante dos minutos secuencias auditivas que contenían, por un lado, cuatro sonidos muy básicos, y por otro, 12. Tras la escucha, los investigadores mostraron a cada bebé una pantalla visual que contenía la imagen de cuatro, por un lado, y 12 por otro. Se sabe que a los bebés les gusta mirar cosas familiares, como la cara de su madre. Izard y sus colegas razonaron que si los bebés extraían números de los estímulos auditivos, preferirían mirar una pantalla que contuviera un número equivalente de elementos: cuatro objetos justo después de haber escuchado secuencias que contenían cuatro sonidos o 12 objetos justo después de escuchar secuencias que contenían 12 sonidos. Y eso es exactamente lo que sucedió. ¿Casualidad? Ya no podía tratarse de ella.

La idea de ver números aún puede parecer desconcertante, si te detienes a pensarlo. Después de todo, los números son abstractos. ¿Cómo es posible que los percibamos? Pues bien, de la misma forma que percibimos las formas, valga la redundancia: aunque puedes ver la vela de un barco como triangular, no puedes ver un triángulo puro por sí solo, independientemente de cualquier objeto físico.

Los científicos cognitivos lo llaman sentido numérico. Se trata de una parte de la mente humana que inconscientemente resuelve problemas matemáticos simples. Esta capacidad, don o como quieras llamarlo, está abriendo nuevas puertas de conocimiento en torno al funcionamiento de la mente humana y los límites de nuestra inteligencia.

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