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Historia de la sinestesia: cuando los números flipan en colores
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Historia de la sinestesia: cuando los números flipan en colores

Solo un 5% de la población tiene la capacidad de ver color en las notas musicales o saborear las palabras, pero ¿cuánto se sabe sobre esta experiencia sensorial tan extraña?

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Imagina por un momento que pudieras notar el tacto frío y pegajoso de una ventana una fría mañana de invierno con tan solo saborear un café. O que al escuchar una nota musical pudieras percibir de qué color es. Algo más: que le pusieras un carácter determinado a una letra del abecedario, pero no de forma aleatoria, sino porque realmente supieses acerca de su idiosincrasia. Suena tanto a locura como a superpoder, pero tiene un nombre: sinestesia, y algunos personajes memorables, como Nabokov (que veía el alfabeto de colores y con un detalle asombroso) lo experimentaron.

La sinestesia es una variación de la percepción humana, sin tener nada de patológico, y fue Gustav Fechner el primero en diagnosticarla en 1812. Las personas sinestésicas experimentan de forma automática e involuntaria la activación de una vía sensorial o cognitiva adicional en respuesta a estímulos concretos y, como decíamos al principio, pueden ver un color cuando escuchan un sonido o percibir un tacto cuando saborean un alimento. Sería algo así como una unión de sentidos, aunque tampoco sería eso del todo, puesto que no hay mezcla y cada sentido se percibe perfectamente. Es decir, los sonidos se escuchan y los colores se ven, pero además se experimenta sinestesia, algo difícil de comprender para aquellos que no pueden imaginar qué es.

Juan Lupiáñez Castillo, catedrático del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, se interesó hace unos años por este particular fenómeno debido a una suerte de serendipia mientras daba clase. "Estábamos hablando de cómo los seres humanos perciben el color, y cuando terminó, una chica se acercó y me contó que veía las palabras y las letras en colores", cuenta. "Me interesó, empecé a buscar y descubrí que había poca información sobre el tema, que comenzó a estudiarse en el siglo XIX". Junto con Alicia Callejas comenzó una línea de investigación que plasmaron en el libro 'Sinestesia'.

¿Es más común entre artistas y mujeres o es que ellos son más proclives a comunicar su experiencia personal?

Desde que Fechner lo diagnosticara, se calcula que el número de personas que experimentan el efecto es increíblemente ínfimo. Señala Lupiáñez que tan solo un 5% de la población. Antes se creía que tanto las mujeres como los artistas eran más proclives a experimentar sinestesia, pero el catedrático lo niega: "Lo que sucede es que en los primeros estudios se solía poner un anuncio en el periódico, del estilo 'si eres una de estas personas ponte en contacto con nosotros', y solían contestar más mujeres, pero se trataba de un sesgo de muestreo. Asumían que lo habían leído hombres y mujeres por igual, pero la pregunta estaba ahí: ¿es más común entre artistas y mujeres o es que ellos son más proclives a comunicar su experiencia personal? Cuando se hizo con muestras más grandes se llegó a la conclusión de que es igualmente común y que el porcentaje es ese 5% aproximado. El problema es que puedes ser sinestésico sin darte cuenta de que lo eres".

Porque en general, hay muchísimos tipos de sinestesia. La pronunciación de una palabra puede producir un sabor (por ejemplo, 'nube' sabe a caramelo), asignas un signo, letra, número o persona con un color (grafema-color, y el número 2 sería azul), o ves un color cuando escuchas una determinada nota musical (música-color). Algunas personas, incluso, pueden experimentar en su propio cuerpo lo que otras personas están sintiendo físicamente (tacto-espejo).

Problablemente, la percepción del color fue una de las últimas cosas que adquirió el ser humano (cuando se hizo sedentario)

"En realidad el tacto-espejo tampoco es tan extraño", me cuenta Lupiáñez. "Al final, la sinestesia es una experiencia sensorial que los que no somos sinestésicos también tenemos, pero sin llegar a tener la experiencia. Por ejemplo: cuando ves a alguien que se corta con un cuchillo y te da grima. O cuando alguien te sonríe, está demostrado que los músculos relacionados con la sonrisa de aquel que la recibe también se activan. De cualquier manera, aunque hay muchísimos tipos de sinestesia, hay algunos mucho más comunes que otros, en particular todos los que tienen que ver con el color".

"Me parece muy interesante y no se ha estudiado mucho, pero la explicación que se me ocurre es que, si analizamos a los homínidos, la percepción del color fue una de las últimas cosas que adquirió el ser humano. Probablemente necesitaron diferenciar colores cuando se hicieron sedentarios, para poder distinguir los frutos. A nivel evolutivo el área cerebral se especializaría en aquel momento, y por haber sido una de las últimas en el tiempo, por ello puede no estar tan independizada como otras áreas sensoriales", explica.

La letra A es roja para casi todo el mundo

Teniendo en cuenta que parece bastante subjetivo, plantearon su estudio midiendo si se trataba de algo consistente: "Abríamos una paleta de color y preguntábamos a los voluntarios qué letras veían según el color determinado. Después, a las semanas, volvíamos a hacer las mismas preguntas y así descubríamos si el color y la letra asociada tenían un juicio consistente. Al final, algunas asociaciones las tenemos todos, como se puede ver con el efecto bouba/kiki, o se ha descubierto que la letra 'A' es roja para casi todo el mundo, pero la diferencia es que con los sinestésicos no hablamos de asociaciones, sino de una experiencia real", explica. Y, por supuesto, tienen un carácter involuntario: la persona no hace ningún esfuerzo ni nada especial para experimentarlo, simplemente lo hace.

placeholder Todos atribuimos que 'Bouba' es la primera figura y 'Kiki' la segunda.
Todos atribuimos que 'Bouba' es la primera figura y 'Kiki' la segunda.

Al principio, se creía que cada persona tenía sus asociaciones con pura idiosincrasia, aunque fueran consistentes y automáticas. Los estudios, sin embargo, han demostrado que no es exactamente así: tenemos, como decíamos, asociaciones más comunes que otras, que siguen a las leyes generales de nuestras correspondencias (el signo agudo lo vemos arriba y el grave abajo, o pensamos que el futuro está delante y el pasado detrás. Pero es que hay personas que directamente lo ven).

¿Los bebés experimentan sinestesia?

"Es un fenómeno consistente en el tiempo", indica el catedrático. "No se ha descrito mucha gente que lo pierda, aunque a algunas personas se les ha atenuado, quizá porque cambia su experiencia sensorial o simplemente porque se han habituado. También hay personas que lo sienten con más fuerza en momentos de estrés, debido a las medicinas o a drogas como el LSD, incluso por ataques epilépticos. Pero en general suele ser bastante consistente. Además, muchas personas sinestésicas suelen experimentar distintos tipos. Cuando eso sucede puede llegar incluso a ser molesto, en los ambientes que están especialmente cargados, igual que a los que no somos sinestésicos nos molestan los lugares donde hay mucho ruido, luz...".

Hay personas que lo sienten con más fuerza en momentos de estrés, debido a las medicinas o a drogas como el LSD o por ataques epilépticos

Algunos investigadores han demostrado que los bebés de menos de cuatro meses de edad tienen una cierta fusión de sentidos o podrían presentar un cerebro sinestésico, debido a que a tan pronta edad el cerebro todavía no ha realizado la especialización de las distintas áreas ante estímulos sensoriales. "Una persona que investigaba conmigo sobre la sinestesia viajó a Waterloo y ahí le explicaron que estaban haciendo un estudio sobre las personas que visualizan los meses del año en posiciones diferentes en el espacio. Dijo entonces: 'pero eso lo vemos todos, ¿no?'. Fue así como descubrió que también era sinestésica y no se había dado cuenta". Quién sabe entonces, quizá usted, que lee estas líneas, también podría serlo.

Imagina por un momento que pudieras notar el tacto frío y pegajoso de una ventana una fría mañana de invierno con tan solo saborear un café. O que al escuchar una nota musical pudieras percibir de qué color es. Algo más: que le pusieras un carácter determinado a una letra del abecedario, pero no de forma aleatoria, sino porque realmente supieses acerca de su idiosincrasia. Suena tanto a locura como a superpoder, pero tiene un nombre: sinestesia, y algunos personajes memorables, como Nabokov (que veía el alfabeto de colores y con un detalle asombroso) lo experimentaron.

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