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Cuando ser nosotros mismos es el problema: los rasgos desadaptativos de la personalidad
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Cuando ser nosotros mismos es el problema: los rasgos desadaptativos de la personalidad

Si sentimos que nos van bien las cosas, tal vez nos falte un poco de autocrítica. ¿Por qué aquello bueno que nos define a simple vista también es nuestra mayor condena?

Foto: Foto: iStock.
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En ocasiones, cuando tenemos un conflicto con nosotros mismos o con otra persona, podemos caer en el vicioso y esquivo "es que yo soy así". Esta frase, que seguramente hayamos pronunciado más veces de las necesarias, está bien para salir del paso, ser prácticos y, en cierto sentido, no comernos la cabeza demasiado. Pero su propia formulación esconde algo un tanto perverso, que no es más que el hecho de pensar que el mundo o lo de fuera tiene que cambiar para que a mí me vayan bien las cosas. Y sí, puede que no nos vaya del todo mal siendo nosotros mismos, pero a la hora de la verdad seguramente ciertos actos y actitudes que se sustentan en este argumento pueden derribar el edificio emocional e ideológico que nos sostiene.

Aquello que se supone que nos ayuda, también puede a largo plazo hacer que nos hundamos. Por ello es importante hacer el esfuerzo de intentar verse desde fuera. Tal vez, preguntarle la opinión a una persona cercana a la que conozcas bien. Si queremos mejorar debemos ser críticos con nosotros mismos, incluso cuando parece que hacemos las cosas bien, porque tal vez no sea la forma más adecuada de enfrentar determinadas situaciones. De ahí que a veces sea inevitable arrepentirse por algo que dijimos o que, al contrario, nos guardamos para nosotros.

Ser muy autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente

Mark Travers, psicólogo de la revista Psychology Today, ha disertado sobre estos rasgos de la personalidad a simple vista "buenos", que a la larga no lo son tanto. El primero de ellos, sin ir más lejos, es hacer un uso indiscriminado del sentido del humor, sobre todo en situaciones en las que no conviene hacer bromas. No tiene que ser necesariamente tomarnos a broma los dramas ajenos, ya que este es un detalle bastante feo de la personalidad, sino más bien reírnos de nosotros mismos y de nuestras debilidades para ganar cierta aceptación social.

Reírnos demasiado de nosotros mismos

Por ejemplo, cuando nos corregimos a nosotros mismos en tono jocoso, haciendo especial énfasis en nuestra ignorancia sobre un tema. Ser radicalmente autocríticos está bien, pues no hay nada mejor que reírse de uno mismo, pero hacerlo en exceso puede generar una negatividad subyacente que a largo plazo nos deparará problemas. Esto les sucede mucho a los que se autoidentifican como cínicos potenciales o se jactan del humor negro que practican con circunstancias ajenas o personales.

Foto: Henri Bergson, autor de ensayo 'La risa'

"Lo que hace que tu sentido del humor sea adaptativo o desadaptativo tiene que ver más con el propósito que con el contenido", asegura Travers. "¿Estás utilizándolo para manipular a alguien o para que tú o los demás queden mal? ¿O lo estás usando para mejorar tus relaciones personales y disminuir tu ansiedad?". Evidentemente, la primera equivaldría a hacerse el tonto constantemente, lo cual está mal para los asuntos serios, mientras que el otro sería la forma sana y responsable de echarse unas risas por tus propios fallos para que los demás te entiendan mejor.

Ser demasiado soñador

Otro de los rasgos desadaptativos que destaca el psicólogo es tomarse demasiado en serio el trabajo. Lo que vendría a ser hacer gala de una actitud workaholic. Esto puede llegar a ser peligroso, sobre todo cuando nuestra profesión también es nuestra pasión, lo que hace que haya muchas posibilidades de que se convierta en una obsesión. Para que eso no ocurra, Travers aconseja realizar otras actividades al margen de la principal, que aquella que nos ha generado éxito profesional, y vivir de una manera armoniosa cada una de nuestras ocupaciones. Lo mismo ocurriría en sentido inverso: si trabajamos en algo que no nos hace felices y no desarrollamos otras facetas de nuestra personalidad que sí que nos gustan para compensar, estaremos cayendo en una actitud errática que solo nos llevará a sentirnos quemados e insatisfechos.

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Por último, el psicólogo menciona el hecho de vivir demasiado pegado a una fantasía o fetiche. Lo que podríamos calificar como ser un completo soñador. Obviamente, está bien visto ser creativo, tener aspiraciones y proyectos artísticos, pero cuando vives más en las nubes que en tierra firme, normalmente las cosas no tienden a ir bien. Así lo descubrió un estudio publicado en la revista Personality and Individual Differences, que dividió estas ensoñaciones en cuatro tipos: una mera distracción de la realidad actual, un medio para cumplir tus deseos, una sensación de huida el tedio cotidiano o simplemente un pasatiempo que sea gratificante. A su vez, los temas más recurrentes fueron el hecho de estar obsesionado con encontrar el amor verdadero, conseguir poder, recibir la atención de los demás de manera constante o directamente escapar.

En ocasiones, cuando tenemos un conflicto con nosotros mismos o con otra persona, podemos caer en el vicioso y esquivo "es que yo soy así". Esta frase, que seguramente hayamos pronunciado más veces de las necesarias, está bien para salir del paso, ser prácticos y, en cierto sentido, no comernos la cabeza demasiado. Pero su propia formulación esconde algo un tanto perverso, que no es más que el hecho de pensar que el mundo o lo de fuera tiene que cambiar para que a mí me vayan bien las cosas. Y sí, puede que no nos vaya del todo mal siendo nosotros mismos, pero a la hora de la verdad seguramente ciertos actos y actitudes que se sustentan en este argumento pueden derribar el edificio emocional e ideológico que nos sostiene.

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