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El Nimatrón: así irrumpió en la sociedad de los años 30 el primer videojuego del mundo
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¡Las máquinas estaban vivas!

El Nimatrón: así irrumpió en la sociedad de los años 30 el primer videojuego del mundo

El entretenimiento y la seguridad eran las dos guindas del pastel de la época cuando abrió las puertas en Nueva York el "paraíso futurista" donde el Nimatrón nació y murió

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Estaba acabando la truculenta década de 1930 y nadie se atrevía a predecir futuro alguno. La guerra seguía, las muertes seguían, el horror era el suelo de aquel presente del que nacía el futuro, "El mundo del mañana", como llamaron a la Feria Mundial de Nueva York. Abrió sus puertas en 1939 envuelta por una ciudad a la que disimular se le daba muy bien: allí todo parecía brillar y relucir, el lugar perfecto para presentar el antídoto emocional y financiero contra la Depresión y los conflictos del mundo. Allí se iba a disfrutar, a admirar, a entretenerse y sentirse seguro.

El entretenimiento y la seguridad eran, precisamente, las dos guindas del pastel de la época, pero dos ingredientes difíciles de mezclar. Nada que un paraíso futurista levantado sobre el terreno donde una vez existió un vertedero de cenizas no pudiera conseguir.

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Evidentemente, la Feria alcanzó las máximas de la fama, ofreciendo multitud de programas de actividades que te adentraban en el país de las maravillas. Aquello debía ser aquel país imaginado, no cabía duda. ¡Hasta las máquinas pensaban! ¡Las máquinas estaban vivas! Con todos ustedes, el Nimatrón, vuestro peor adversario.

Dos metros y medio de máquina

Más de cuarenta millones de visitantes recorrieron el recinto en los dos años que estuvo funcionando. Mientras tanto, los espectáculos se sucedían entre bailarinas, acróbatas, músicos, nadadores, familias circenses y hasta una puesta en escena bastante subida de tono creada por el mismísimo Salvador Dalí. Nada, sin embargo, superaba a aquel enorme cacharro que lo ganaba todo.

placeholder Edificio de exhibición RCA. (Wikipedia)
Edificio de exhibición RCA. (Wikipedia)

Una computadora digital no programable, así presentaban sus creadores al Nimatron ante el público atónito. Medía casi dos metros y medio de alto, pesaba una tonelada e incluía 116 relés eléctricos enhebrados con unos 3 kilómetros de alambre de cobre. Todo dispuesto para convertirse en el mejor jugador del Nim.

El Nim era uno de los juegos más populares del momento. No había edad para picarse, tanto que formaba parte de los ratos libres de muchos trabajadores y trabajadoras. Como explica Betsy Golden Kellem en Jstor, se juega colocando montones de monedas o fichas. Hay dos jugadores, y cada uno toma su turno quitando una cierta cantidad de monedas de una sola pila. Hay dos versiones de Nim, y el objetivo (dependiendo de a qué juegues) es hacer el último movimiento, sin dejar monedas atrás, o evitar ser el último jugador en moverse.

La tecnología de la diversión

A diferencia de otras tecnologías que se exhibieron durante la feria, el Nimatron de dos metros y medio de altura "no tuvo otro propósito útil que entretener". En realidad, toda aquella exhibición se había programado para conmemorar el 150.º aniversario de la investidura de George Washington. Por tanto, también había pabellones de gobiernos de todo el mundo, pero esto también quedó eclipsado por la diversión que la subconsciente buscaba.

placeholder El público asiste a 'The Billy Rose Aquacade', uno de los muchos espectáculos de Feria Mundial de Nueva York. (Wikipedia)
El público asiste a 'The Billy Rose Aquacade', uno de los muchos espectáculos de Feria Mundial de Nueva York. (Wikipedia)

De hecho, fue allí donde el por entonces presidente del país norteamericano, Franklin D. Roosevelt, se convirtió en el primer presidente en aparecer en televisión al dar un discurso nacional desde la feria. Aun así, el atractivo de la tecnología construida expresamente para divertir sigue siendo hoy el legado más singular de aquella reunión mundial, cuya sede se fijó claramente en el pabellón de la de Westinghouse Electric, una importante fábrica estadounidense de productos electrónicos que había acogido entre ellos al Nimatron.

Había sido ideado por el científico nuclear Dr. Edward Uhler Condon meses antes de iniciarse la feria, con la ayuda de Gerald L. Tawney y Willard A. Derr. ¿Y cómo llegó a Westinghouse? Pues porque Condon había sido nombrado Director Asociado de Investigación de la compañía en 1937.

La magia tenía truco

Condon era uno de esos tantos aficionados al juego y, este caso, a las matemáticas. En sus ratos libres solía crear partidas con sus compañeros de trabajo, hasta que se les ocurrió construirse un oponente mecánico. Y tachán. Según el propio Condon, unas 50.000 personas habrían jugado a su nuevo invento durante los 6 meses que estuvo en exhibición, pero muy pocas lo superaron. Para el jugador con mentalidad matemática, el Nim era un juego fácil, porque su curso se podía predecir desde el primer movimiento.

"Los jugadores de la Feria estaban exasperados por la rapidez y la seguridad diabólicas de la máquina. Además, se añadieron ruidosos retrasos al monstruo para que los jugadores humanos, que siguen siendo derrotados, pudieran tener la satisfacción de hacer que el Nimatron se enfade, gruña o se agite en cada movimiento", exclamaba la revista Science.

placeholder Una chica juega al Nimatrón en el pabellón de Westinghouse en 1939. (Wikipedia)
Una chica juega al Nimatrón en el pabellón de Westinghouse en 1939. (Wikipedia)

Aunque la magia, por supuesto, tenía truco: la máquina tenía un retraso incorporado antes de realizar sus movimientos. Se pensó que los jugadores humanos, que tenían que pensar antes de hacer su próximo movimiento, se sentirían avergonzados si la máquina, a su vez, se tomara solo una fracción de segundo para tomar sus propias decisiones. Así, pareciera que Nimatron pensaba de verdad en los segundos previos a mover ficha.

La primera ralentización deliberada de una computadora iba, pese a todo, a pasar de largo en la historia posterior de la informática. A pesar de su éxito como atracción pública, Condon nunca estuvo del todo satisfecho con su invento, así que nunca defendió que un simple juego pudiera ser, no solo poco simple, sino mucho más que un juego.

La patente que había presentado incluía una descripción de la representación interna de los números, un concepto que más tarde resultó universalmente importante en la revolución informática. Mucho ha ocurrido desde entonces, y los juegos siguen siendo mucho más que juegos. En la era de los videojuegos, nadie parece recordar la máquina matriz, como podría entendérsela.

Estaba acabando la truculenta década de 1930 y nadie se atrevía a predecir futuro alguno. La guerra seguía, las muertes seguían, el horror era el suelo de aquel presente del que nacía el futuro, "El mundo del mañana", como llamaron a la Feria Mundial de Nueva York. Abrió sus puertas en 1939 envuelta por una ciudad a la que disimular se le daba muy bien: allí todo parecía brillar y relucir, el lugar perfecto para presentar el antídoto emocional y financiero contra la Depresión y los conflictos del mundo. Allí se iba a disfrutar, a admirar, a entretenerse y sentirse seguro.

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