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¿Cuándo surgió la sangre caliente? La respuesta podría estar en el interior de los oídos
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Perfilando los rastros de la evolución

¿Cuándo surgió la sangre caliente? La respuesta podría estar en el interior de los oídos

En el caso de los mamíferos, esta característica les permitió hace millones de años ocupar nichos ambientales desde el polo hasta el ecuador, soportando la inestabilidad de los climas antiguos, pero no siempre fue así

Foto: Fuente: iStock.
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La temperatura de la sangre nos distingue a unos y otros en el mundo animal. Aunque el dicho popular asegure que más de una persona tiene sangre fría, lo cierto es que los seres humanos funcionamos porque nuestra sangre es caliente. No obstante, conocida también como endotermia, no es exclusiva de los mamíferos: entre otras cosas, las aves se parecen a nosotros por esto mismo.

En el caso de los mamíferos, les permite regular la temperatura interna de su cuerpo mediante el control de sus tasas metabólicas. Esta característica fue precisamente la que hace millones de años les permitió ocupar nichos ambientales que iban desde el polo hasta el ecuador, soportando la inestabilidad de los climas antiguos. ¿Pero siempre fue así?

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Al principio de su historia, la sangre solo corría fría por los cuerpos de los seres que habitaban el planeta. Poco a poco, la vida fue cambiando, y ahora, un grupo de investigadores ha encontrado la forma de reconocer si aquellos animales imposibles de encontrar en la actualidad eran de sangre fría o caliente. Basta con mirar dentro de sus orejas, incluso si están fosilizados.

Millones de años atrás

Usando un método novedoso que analiza el tamaño y la forma de los canales del oído interno, estos investigadores dirigidos por el paleontólogo de vertebrados de la Universidad de Lisboa, Ricardo Araújo, sugieren que los ancestros de los mamíferos se volvieron de sangre caliente repentinamente hace unos 233 millones de años.

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Los datos hallados, publicados en la revista Nature el pasado mes de julio, no han llegado a vislumbrar cuándo evolucionó la endotermia, algo que sigue siendo todo un misterio en la evolución, pero quizás no por mucho tiempo. Aun así, empleando como base los análisis fósiles de las tasas de crecimiento y los isótopos de oxígeno encontrados en restos óseos, han propuesto fechas para la aparición de la sangre caliente que datan de hace 300 millones de años.

La clave para precisar las fechas podría estar en las estructuras del oído interno de los mamíferos y sus ancestros. Compuesto por un laberinto de canales semicirculares, este contiene un líquido que responde a los movimientos de la cabeza en todos los mamíferos y en sus ancestros, rozando las diminutas células ciliadas del oído y ayudando a mantener el sentido del equilibrio. Pues bien, resulta que ese líquido puede volverse más espeso o más delgado dependiendo de la temperatura corporal.

El rastreo en fósiles

En comparación con los vertebrados de sangre fría de tamaño similar, dice Araújo, los mamíferos tienen oídos internos "muy singulares". Las dimensiones de los canales semicirculares de estos, como el grosor, la longitud y el radio de curvatura, son particularmente pequeñas: "Sus conductos son muy delgados y tienden a ser muy circulares en comparación con otros animales".

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Esto les llevó a hacerse la pregunta estrella de su estudio: ¿Y si, según dicha hipótesis, el tamaño y la forma de los canales auditivos están relacionados con la temperatura corporal del animal? En los animales de sangre caliente, el líquido se vuelve menos viscoso, por lo que los canales pueden haberse contraído para compensar. Si esto resultaba cierto, cabía la posibilidad de rastrear en fósiles cómo la forma de los canales del oído interno fue cambiando, y descubrir de esta forma cuándo surgió la sangre caliente en el linaje de los mamíferos.

Los investigadores se lanzaron a la hipótesis mediante una herramienta que denominan "índice de termomotilidad", con la que han podido vincular la sangre caliente con tales dimensiones del oído interno en hasta 341 vertebrados diferentes. Teniendo en cuenta las diferencias de tamaño, el valor de este índice resultó seguir de cerca la temperatura corporal de un animal, desde peces hasta reptiles y mamíferos.

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Así, mientras que los reptiles tenían valores de dicho índice bajos, en los mamíferos eran altos. Todo cuadraba, y el equipo siguió apuntando: aplicó este índice a los canales auditivos fosilizados de 56 especies de ancestros de mamíferos extintos.

Y entonces llegó la sorpresa: los datos mostraron un cambio brusco en la morfología del oído interno hace unos 233 millones de años. Eso correspondería a un aumento en la temperatura corporal de entre 5 y 9 grados centígrados. Aunque la investigación debe seguir perfilándose, este descubrimiento supone un enorme avance en los conocimientos de la ciencia evolutiva.

La temperatura de la sangre nos distingue a unos y otros en el mundo animal. Aunque el dicho popular asegure que más de una persona tiene sangre fría, lo cierto es que los seres humanos funcionamos porque nuestra sangre es caliente. No obstante, conocida también como endotermia, no es exclusiva de los mamíferos: entre otras cosas, las aves se parecen a nosotros por esto mismo.

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