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Solsticio de verano, la luz infinita
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Solsticio de verano, la luz infinita

La llegada del verano es algo más que un cambio de estación. Viejas creencias hacen de este día una jornada muy especial. Desde la antigüedad, todas las civilizaciones lo han celebrado.

Foto: Solsticio de verano
Solsticio de verano

El solsticio de verano, el día con el mayor número de horas de luz solar al año, es una fecha muy señalada considerada como “mágica” desde la antigüedad por su carácter sobrenatural. Durante el solsticio de verano nuestros ancestros ya realizaban rituales relacionados con el Sol, el fuego y el agua. Muchos de estos ritos procedentes de diferentes religiones, creencias, tradiciones y culturas, sobreviven o han ido evolucionando. Estos rituales entrelazan ciencias milenarias con técnicas actuales. En el hemisferio norte, el solsticio de verano tiene lugar entre el 20 y el 22 de junio. Un concepto astronómico que representa la abundancia y la fertilidad, siempre con el Sol como símbolo central.

Aparte, durante la noche de San Juan (la noche del 23 al 24 de junio) el sol cobra protagonismo a través del fuego como elemento con el que se representa. Según los expertos este culto a la divinidad solar simboliza también “que la luz atrapa a la oscuridad”. El Sol es el astro fundamental para el desarrollo de la vida. Un protón del sol tarda en crearse millones de años y apenas 8 minutos en llegar a la Tierra.

Seis meses antes tiene lugar el solsticio del invierno, una época de introspección, recogimiento y prepararnos interiormente de cara a la luz del solsticio de verano ante el que nos encontramos.

Un fecha especial

Por la posición de la Tierra y del Sol, este es uno de los momentos más potentes del año a nivel energético. Yolanda García, experta en bienestar físico, mental y emocional, cree que el solsticio de verano “es un momento ideal para reconectar con nuestra verdadera esencia y con nuestro propósito en la vida”. Ella lo vivió hace años en primera persona. Conoce bien el estrés diario en la oficina, lo sufrió directamente hasta que la práctica del Chi Kung le cambió la vida. Desde entonces ha hecho de su pasión su profesión. Una revelación que le vino en pleno proceso de luz coincidiendo con el solsticio de verano.

Luisa Figueroa, profesora de yoga y meditación comenta que “El solsticio de verano es un momento único para transmutar energías y abrirse hacia una renovación constante. La vida son procesos cíclicos y ahora toca estar cerca de la luz y del Sol”.

El propósito también es vaciarnos de creencias tanto propias como externas, de forma consciente y, lo más complicado, desde el inconsciente. “Es un buen momento para acabar con esas creencias que nos limitan a seguir creciendo”, afirma Figueroa.

“Es una ocasión excelente también para la explosión de la vida, para celebrar la abundancia de la tierra y la tendencia hacia el exterior de la vida natural. A nivel personal, nos brinda la ocasión para ‘dar luz’ a los aprendizajes integrados durante el ciclo pasado, ofreciéndonos la posibilidad de soltar lo que ya no necesitamos, para recibir la luz de lo nuevo”. Sin ir más lejos, durante las hogueras de San Juan quemamos lo que ya no queremos.

En definitiva, se trata de transmutar energías negativas en positivas. Vaciarse de lo negativo que nos pesa porque “una taza solo sirve cuando está vacía” como decía el pensador Krishnamurti. Si algo está lleno no hay nada que se pueda agregar. Lo mismo sucede con nuestras vidas, tenemos que deshacernos de los lastres que nos pesan para llenarnos de lo que queremos.

El solsticio de verano, el día con el mayor número de horas de luz solar al año, es una fecha muy señalada considerada como “mágica” desde la antigüedad por su carácter sobrenatural. Durante el solsticio de verano nuestros ancestros ya realizaban rituales relacionados con el Sol, el fuego y el agua. Muchos de estos ritos procedentes de diferentes religiones, creencias, tradiciones y culturas, sobreviven o han ido evolucionando. Estos rituales entrelazan ciencias milenarias con técnicas actuales. En el hemisferio norte, el solsticio de verano tiene lugar entre el 20 y el 22 de junio. Un concepto astronómico que representa la abundancia y la fertilidad, siempre con el Sol como símbolo central.

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