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¿De dónde vienen los antojos de comida? Lo que habita en tu intestino tiene la respuesta
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El poder microscópico

¿De dónde vienen los antojos de comida? Lo que habita en tu intestino tiene la respuesta

Desde lo más simple a lo más elaborado, aquel sabor que, de pronto, recuerdas de tu infancia, casi cualquier cosa vale para provocarnos una enorme necesidad de volver a tomarlo

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Quién no ha tenido alguna vez un antojo como un deseo muy fuerte de saborear algo específico. Llegado ese momento, uno nunca se pregunta de dónde viene, sobre todo porque está demasiado ocupado en averiguar a dónde ir para encontrar ese alimento, producto, receta que la mente no deja de reproducirle en un intento constante de insistencia. Desde lo más simple a lo más elaborado, aquel sabor que, de pronto, recuerdas de tu infancia, casi cualquier cosa vale para provocarnos una enorme necesidad de volver a tomarlo. Vamos, que podría cambiarse aquel dicho de "para gustos los colores" por "para gustos los antojos". Si ahora estás libres de ellos, es un buen momento para preguntarse de dónde vienen.

Si crees que, efectivamente, todo radica en tu mente, estás muy equivocado, aunque a tu favor hay que decir que hasta los científicos lo han estado hasta ahora. Una nueva investigación de la Universidad de Pittsburgh ha mostrado por primera vez que los responsables de ese impulso relacionado con la comida son nada más y nada menos que microbios que habitan en tu intestino.

Foto: Los antojos son parte de nuestro día a día menos saludable (Foto: iStock)

Sí, sí. Estos seres microscópicos influyen directamente en lo que eliges para comer. ¿Cómo? Pues produciendo sustancias que son, precisamente, las que provocan antojos. Para llegar a esta conclusión, el profesor asistente en el Departamento de Biología de la Escuela Kenneth P. Dietrich de Artes y Ciencias Kevin Kohl y su compañero Brian Trevelline han llevado a cabo un estudio novedoso.

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El microbioma es la clave

Publicado en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias, el estudio se ha basado en muestras obtenidas en ratones. Para empezar, estos investigadores dieron a 30 roedores que carecían de microbios intestinales una serie de microorganismos presentes en tres especies de roedores salvajes con dietas naturales muy diferentes.

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Lo que descubrieron fue que los ratones de cada grupo elegían alimentos ricos en diferentes nutrientes, es decir, su microbioma estaba cambiando su dieta preferida. Si bien puede parecer una idea descabellada, no sorprende a los científicos. Que no hubieran llegado a esta conclusión no significa que no la consideraran posible.

El intestino y el cerebro están en constante conversación con ciertos tipos de moléculas actuando como intermediarios, apuntan al respecto desde el centro donde se ha realizado la investigación a través del portal 'Science Daily'. Estos subproductos de la digestión, sostienen, indican si has comido suficiente o si aún necesitas ciertos tipos de nutrientes. Sin embargo, los microbios en el intestino pueden producir algunas de esas mismas moléculas, “secuestrando potencialmente esa línea de comunicación y cambiando el significado del mensaje para beneficiarse”.

Lo que explica la serotonina

El triptófano es uno de esos ejemplos que sostienen esta teoría. Un aminoácido esencial común, por ejemplo, como señalan, en el pavo, pero resulta que también en tu intestino porque lo producen los microbios de su interior. "Cuando llega al cerebro, se transforma en serotonina, que es una señal importante para sentirse satisfecho después de una comida", explican los investigadores.

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El estudio, además, también ha demostrado en este sentido que los ratones con diferentes microbiomas tenían diferentes niveles de triptófano en la sangre, incluso antes de que se les diera la opción de elegir diferentes dietas, y aquellos con más de la molécula en la sangre también tenían más bacterias que pueden producirlo en sus intestinos.

"Podría ser que lo que comiste el día anterior sea más crucial que solo los microbios que tienes", apuntan los autores. "Los humanos tenemos muchas más cosas que todavía ignoramos con nuestro experimento, pero muestra una idea interesante en la que seguir avanzando".

Quién no ha tenido alguna vez un antojo como un deseo muy fuerte de saborear algo específico. Llegado ese momento, uno nunca se pregunta de dónde viene, sobre todo porque está demasiado ocupado en averiguar a dónde ir para encontrar ese alimento, producto, receta que la mente no deja de reproducirle en un intento constante de insistencia. Desde lo más simple a lo más elaborado, aquel sabor que, de pronto, recuerdas de tu infancia, casi cualquier cosa vale para provocarnos una enorme necesidad de volver a tomarlo. Vamos, que podría cambiarse aquel dicho de "para gustos los colores" por "para gustos los antojos". Si ahora estás libres de ellos, es un buen momento para preguntarse de dónde vienen.

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