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Demasiado buenas para desperdiciarlas: el curioso origen de las risas enlatadas
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Carcajadas bajo demanda

Demasiado buenas para desperdiciarlas: el curioso origen de las risas enlatadas

El recurso más clásico de la televisión tiene un origen bastante antiguo, aunque últimamente no vive su mejor época en la pequeña pantalla

Foto: Steve Urkel (interpretado por Jaleel White), mítico personaje de 'Cosas de casa'.
Steve Urkel (interpretado por Jaleel White), mítico personaje de 'Cosas de casa'.

Todos nos conocemos la escena: el protagonista entra en el único escenario de la 'sitcom' (generalmente una casa, quizás un bar), abre la puerta y dice algo extremadamente ingenioso. Un público imaginario se retuerce de la risa, mientras el personaje espera pacientemente a que las risas acaben, con una ligera sonrisa en los labios, para poder soltar otra perla que quizá sorprenda o vuelva a hacer reír a los espectadores. Son las risas enlatadas, un clásico de las series de televisión exportadas de Estados Unidos, a las que estamos totalmente hechos, hasta el punto de que las ignoramos mientras vemos nuestra serie favorita.

Las risas enlatadas son uno de los recursos más frecuentemente usados y, realmente, marcan la diferencia en las series. Invitan al espectador a reír, le explican que el chiste ha terminado y que es momento de soltar una carcajada, como si de una representación teatral se tratase. El académico Kenneth L. Brewer escribió en su día que esta pista incluso se ha llegado a tratar como un problema de moralidad, al obligar a reír o hacer al espectador más receptivo a los mensajes ideológicos de los medios.

Los chistes de Burns eran arriesgados para transmitirse, pero se consideró que las risas se podían guardar para usarse en otros momentos

Pero ¿cómo surgieron? Antes de que el vídeo matara a la estrella de la radio, esta ya usaba sonidos de las audiencias de estudio en vivo para señalar a los oyentes que estaban sintonizando un momento de comedia. Algunos apuntan el origen a un programa de radio de Bing Crosby, desarrollado entre 1949 y 1952, grabado en cinta magnética porque Crosby así lo quería, pudiendo librarse de la tiranía que suponía la transmisión en vivo y la necesidad de volver a hacer el mismo programa para que se transmitiese después en la Costa Oeste.

La anécdota es así: uno de los invitados de Crosby (el cómico Bob Burns) contó algunos chistes que hicieron reír a carcajadas a la audiencia que se encontraba en el estudio. Aunque se pensó que los chistes eran demasiado arriesgados para transmitirlos, se consideró que las risas en sí mismas eran oro y podían guardarse para usarse en otros momentos: como cuando los chistes sin censura no conseguían tantas carcajadas. Una manera de salvarse las espaldas, por decirlo de otro modo.

El primer programa de televisión que incluyó este recurso fue 'The Hank McCune Show' en 1950, por iniciativa del técnico Charles Douglass

El primer programa de televisión que incluyó este recurso fue 'The Hank McCune Show' en 1950, por iniciativa del técnico Charles Douglass, que fue el que lo introdujo en ese mundo.

Con el paso del tiempo se convirtieron en un sello distintivo de las 'sitcoms de los años sesenta y algunas series de animación. Aunque en los años setenta comenzaron a caer un poco en desuso con la llegada del estéreo y el sonido multicanal (pues permitían la grabación en estudios con público), no murieron del todo. Series como 'Los héroes de Hogan', 'MA*S*H' o 'The Mary Taylor Moore Show' las utilizaban, y durante mucho tiempo se debatió si algunas como 'All in the family' ('Todo en familia' en España) las empleaban o realmente se grababan con un público en directo. Esta duda ha planeado sobre muchas series posteriores.

"Estás ordenando a un ingeniero que apriete un botón para hacer reír a personas que no existen"

Psicológicamente, tiene sentido eso de que nos inviten a reír, pues al fin y al cabo nos reímos más en grupo que a solas. "Básicamente, lo que una pista de risa hace es presentarte como parte de una audiencia más grande que ve una obra", explicaría el mezclador de sonido Bob Manahan a 'Chicago Tribune' en el 92. Ya entonces muchos técnicos de sonido se quejaban de ellas, alegando que eran terriblemente deshonestas: "Estás ordenando a un ingeniero que apriete un botón para hacer reír a personas que no existen".

Pero también eran (y son, los programas de la factoría Disney las usan con frecuencia) una manera de endulzar momentos quizás un poco crudos. Por ejemplo: si ves a una persona abofetear a otra en una película, lo más probable es que te sorprenda, pero no te haga reír. Pero en una comedia, esa pista de risa te está indicando que hay un poco de payasada y comedia en todo el asunto. Y, de hecho, cuando se quitan las risas a estas series en las que estamos tan acostumbrados a escucharlas, el efecto es terrible. A veces nos sorprende descubrir que no tienen absolutamente nada de gracia. Se han hecho algunas demostraciones con 'Big Bang Theory' o 'Friends', donde el personaje de Ross Geller pasa de ser un tipo aburrido pero gracioso a una especie de maníaco peligroso.

Pese a los detractores, muchas 'sitcoms' de los ochenta, noventa e incluso de los dos mil continuaron utilizándolas. Las ya mencionadas 'Friends' o 'Big Bang Theory' son ejemplo, pero también 'Seinfeld', 'El príncipe de Bel Air', 'Padres forzosos', 'Cosas de casa' (las entradas de Steve Urkel en escena son míticas), 'Dos hombres y medio' o 'Cómo conocí a vuestra madre'. Y las series que carecen de ellas, como 'Los Simpson', 'Bojack Horseman' o 'Scrubs', han utilizado alguna vez el recurso de manera irónica para demostrar lo mal que queda eso de que te obliguen a reír.

A día de hoy, la risa enlatada ha pasado en la mayor parte de las series a mejor vida. En España se utilizó en alguna ocasión, pero nunca llegó a cuajar tanto como en Estados Unidos. Sin embargo, en la última década ha ido perdiendo presencia, y algunas series de televisión como 'The Office', 'Fleabag' o 'Modern Family' han comenzado a utilizar un nuevo recurso, que ya en su día usaba Malcolm en 'Malcolm in the Middle': romper la cuarta pared y contar lo que está sucediendo en el momento. Un sinónimo de que lo que acaba de suceder es gracioso, aunque nadie se esté riendo. O, como en 'La maravillosa señora Maisel', simplemente se sueltan los chistes de manera natural, sin silencios incómodos o miradas a cámara, tal y como sucede en la vida real, al fin y al cabo.

¿Es el fin de las risas enlatadas? Por un tiempo, por lo menos, es probable que así sea. Han quedado desfasadas y tienen un puntillo 'kitch'. Quizá lo de romper la cuarta pared también acabe siendo molesto y haya que probar otras técnicas. Lo único que parece haberse demostrado es que a la gente no le gusta que le digan cuándo tiene que reír. Citando a Henry Miller en 'Trópico de Capricornio': "Tenía la ilusión de participar en una desdicha común, universal. Cuando lloraba, el mundo entero lloraba". Hay ocasiones en las que cuando reímos, preferimos estar solos.

Todos nos conocemos la escena: el protagonista entra en el único escenario de la 'sitcom' (generalmente una casa, quizás un bar), abre la puerta y dice algo extremadamente ingenioso. Un público imaginario se retuerce de la risa, mientras el personaje espera pacientemente a que las risas acaben, con una ligera sonrisa en los labios, para poder soltar otra perla que quizá sorprenda o vuelva a hacer reír a los espectadores. Son las risas enlatadas, un clásico de las series de televisión exportadas de Estados Unidos, a las que estamos totalmente hechos, hasta el punto de que las ignoramos mientras vemos nuestra serie favorita.

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