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Por qué los placebos funcionan aunque sepas que son placebo
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CIENCIA CURIOSA

Por qué los placebos funcionan aunque sepas que son placebo

De la mano de dos expertos, descubrimos la razón por la que nos sentimos mejor con estos tratamientos a pesar de que no tengan un efecto real

Foto: Foto: iStock.
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Llamamos 'efecto placebo' al curioso hecho de curarse de alguna dolencia, simplemente creyendo que se está tomando algo efectivo contra este malestar cuando en realidad no ha interferido en el mismo y nos hemos curado por nosotros mismos. Principalmente se usa en los estudios científicos para confirmar o refutar las distintas hipótesis. Tampoco hace falta que sea necesariamente un medicamento, puede ser un tratamiento o una terapia encaminada a la obtención de algún beneficio positivo. De algún modo, corrobora la enorme influencia de la sugestión en los procesos médicos.

Diversos estudios han confirmado que hacer uso de este engaño puede ayudar a reducir los síntomas de ansiedad, depresión e incluso enfermedades respiratorias tan físicas y típicas como el asma. Hay que tener en cuenta, pues, que los placebos son mucho más poderosos de lo que la mayoría de la gente piensa, llegando a interferir no solo en la forma en la que se sienten las personas (es decir, en cuanto a notar reducciones de dolor, por ejemplo), sino también en términos de mejoras fisiológicas medibles.

"Existe la capacidad de una persona para dejarse llevar por las expectativas de que un tratamiento podría tener efectos positivos en su malestar"

"La mayoría de los ensayos de intervención farmacológica y conductual fallan, no porque los fármacos o las intervenciones no funcionen, sino porque el efecto placebo es muy fuerte", aseguran Darwin A. Guevarra, psicólogo de la Universidad de California en San Francisco y Kari A. Leibowitz, psicóloga sanitaria de la Universidad de Stanford, en un artículo reciente publicado en 'Aeon' en el que indagan por qué los medicamentos placebo tienen tanta influencia a pesar de que el propio paciente sepa que se trata de una sugestión suya. Al confirmar su gran efecto frente a fármacos experimentales, "¿por qué no se podrían usar como un tratamiento más?", se preguntan.

Una cuestión de expectativas y condicionamientos

En primer lugar, por las implicaciones éticas. Si tienes que engañar a alguien para que se cure, esto no es una buena práctica médica, ya que uno de los principios en la práctica terapéutica, como en cualquier otra actividad profesional, es ofrecer un diagnóstico y tratamiento honesto y sincero con el paciente. Aun así, no todos los placebos son iguales, hay algunos que son menos engañosos que otros.

Foto: Un porcentaje de médicos opta por recetar placebos (Foto: Pexels)

Un estudio de 2010 de la Escuela de Medicina de Harvard realizado sobre pacientes con síntomas del síndrome de colon irritable hizo una prueba asignando un tratamiento placebo a una parte de ellos, mientras que a otros, el grupo de control, no se les asignó ninguna clase de terapia. La novedad fue que desde el primer momento se les informó de que iban a tomar un medicamento placebo, pero que este era poderoso y que notarían mejoría si lo ingerían durante 21 días completos. Los resultados mostraron claramente que, a pesar de no tener ingredientes activos, el placebo redujo mucho más los síntomas y la calidad de vida de los pacientes que aquellos a los que no se les administró ninguna clase de terapia. Es decir, ninguno de ellos tomó nada realmente efectivo contra este síndrome, pero unos a pesar de saber esto último mejoraron.

Entonces, ¿cuál es el punto de intersección entre la medicina y la psicología para que, a pesar de que los sujetos sepan que están siendo engañados, mejoren su sintomatología en ciertos casos? "Existe la capacidad de una persona para dejarse llevar por las expectativas o por las creencias positivas de que un tratamiento podría tener efectos positivos en su malestar", advierten los psicólogos. "A estos individuos se les dice que no es necesario que crean en los efectos del placebo, pero también se les anima a mantener una mente abierta".

"Nos volvemos más hipervigilantes con las sensaciones de nuestro cuerpo, lo que lleva a que a la mínima disminución de síntomas que notemos nos sintamos aliviados"

Por otro lado, "el cuerpo aprende a asociar efectos beneficiosos con una acción o un ritual". Esto se traduce en que en muchos casos el hecho de haber tomado algo te condiciona a que esto tenga algún efecto. Pura sugestión. "Con el tiempo, el cuerpo puede aprender a asociar el acto de tomar una pastilla con el alivio de unos síntomas", aducen Guevarra y Leibowitz. "Esto puede catalizar una mayor capacidad de curación del propio cuerpo". Otra de las razones es que nos volvemos más hipervigilantes con las sensaciones de nuestro propio cuerpo. Esto produce que a la mínima disminución de síntomas que notemos (lo cual es algo inevitable, ya que todo dolor con el tiempo tiende a disminuir excepto los que delatan problemas serios de salud, obviamente) ya sintamos cierta mejoría.

Entonces, ¿deberían comercializarse placebos no engañosos como complemento o alternativa a la medicina convencional? ¿Alguna vez se podrán recetar no de una manera marginal o como último recurso para aquellos pacientes en los que otros tratamientos han fallado? Es una pregunta complicada. En primer lugar, "la industria farmacéutica no tiene ningún incentivo para promover este tipo de medicamentos", como es lógico, ya que su misión carecería de sentido. Los psicólogos concluyen que sí que se podría usar algunos de ellos para problemas médicos no demasiado graves, como molestias o dolores menores, o en casos leves de ansiedad, estrés o dificultades para dormir. Pero en términos generales, la ciencia y la investigación de tratamientos más eficaces para las distintas enfermedades seguirá primando.

Llamamos 'efecto placebo' al curioso hecho de curarse de alguna dolencia, simplemente creyendo que se está tomando algo efectivo contra este malestar cuando en realidad no ha interferido en el mismo y nos hemos curado por nosotros mismos. Principalmente se usa en los estudios científicos para confirmar o refutar las distintas hipótesis. Tampoco hace falta que sea necesariamente un medicamento, puede ser un tratamiento o una terapia encaminada a la obtención de algún beneficio positivo. De algún modo, corrobora la enorme influencia de la sugestión en los procesos médicos.

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