Si haces esto justo después de casarte, tu riesgo de divorcio se dispara

No es lo que estás pensando. Evidentemente, la causa más directa de divorcio justo después de casarte es la traición conyugal. La infidelidad matrimonial, incluso cuando la unión acaba de producirse, es la causa más directa de separación, pero hay una razón mucha menos obvia y más subliminal que esta. Una investigación de hace unos años realizada por los Centros de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidense achaca los motivos de la ruptura a algo que puede pasarse por alto cuando dos personas suben al altar: tener un hijo antes de la boda o inmediatamente después.

El informe recogió una muestra a nivel nacional de más de 12.000 mujeres y de 10.000 hombres de 15 a 44 años de edad y de 2006 a 2010 para analizar todos los datos concernientes a las probabilidades que tenían de divorciarse. En sus conclusiones dejaron algo claro: "el momento del primer nacimiento fue determinante en la duración del primer matrimonio".

Los hombres que tuvieron su primer hijo antes de casarse solo tenían un 48% de posibilidad de que su matrimonio durase al menos 15 años

Los investigadores descubrieron que el límite estaba en ocho meses. Este era el tiempo óptimo que esperar para que los proyectos familiares tuvieran éxito y no se vieran truncados. De hecho, el 77% de las mujeres casadas que esperaron hasta esta fecha tenían más posibilidades de alcanzar los 15 años de duración, frente a las que esperaban menos, las cuales tenían solo un 48% de probabilidad de terminar en tres lustros. En cuanto a los hombres, los porcentajes eran muy similares: un 78% de ellos tenían éxito si pasaban de esta franja de tiempo sin tener un niño, frente al 55% que lo tuvieron antes.

Hijos demasiado pronto o divorciarte

La probabilidad de divorcio tempranero se hace más frecuente si había un niño cuando ya las parejas estaban casadas. Los hombres que tuvieron su primer hijo antes de casarse solo tenían un 48% de posibilidad de que su matrimonio durase al menos 15 años, frente al 44% de las mujeres. "Estos hallazgos respaldan otras investigaciones que demuestran que el aumento de los nacimientos prematrimoniales está asociado con una descompensación entre la satisfacción conyugal y la natalidad de las últimas décadas", concluye el informe de los CDC, en declaraciones recogidas por 'Best Life'.

En España, la edad media de las mujeres para tener un hijo está actualmente en los 31 años. Lo más curioso es que, según datos del Instituto Nacional de Estadística, las mujeres solteras con hijos superan a las casadas, lo cual muestra una tendencia un tanto diferente respecto a Estados Unidos. Esto no quiere decir que no tengan pareja, sino que no han pasado por el altar. Por su parte, aquellas que sí se casaron esperaron de media 37 meses para tener a su primogénito, según datos de 2018, lo que vendría a ser poco más de 3 años. Un promedio de tiempo que ha ido en aumento con el paso de los años, lo que quiere decir que cada vez se piensa y espera más tener a un bebé.

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Ada Nuño

Por otro lado, como afirma John Gottman en el medio estadounidense, psicoterapeuta y experto en relaciones, "el riesgo de divorcio para las parejas jóvenes es más alto en los primeros siete años de matrimonio", lo que quiere decir que si pasas esta franja de tiempo puedes quedarte más tranquilo. Además, de acuerdo al experto, la mayor causa de separación matrimonial en este período se debió al hecho de haber tenido un hijo. Un estudio de la agencia de Gottman halló que el 67% de las uniones informaron una disminución considerable de la satisfacción de la vida en pareja después de la llegada de su primer bebé.

Por ello, conviene pensárselo dos veces antes de tener un hijo. Que sea buen marido o esposa no quiere decir que sea buen padre o madre, con todo lo que eso conlleva. Según los estudios del experto norteamericano algunos de los factores que explican esta bajada del bienestar conyugal vienen dados por sentirse poco apreciados por sus respectivas parejas tras la llegada del niño, un aumento de la intensidad y frecuencia de las discusiones y también la posibilidad de experimentar cambios fuertes en la identidad, así como una disminución de la cantidad de sus relaciones íntimas.