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Melusine, mujer sirena o serpiente: el mito que construyó Europa
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La inagotable fuerza de la leyenda

Melusine, mujer sirena o serpiente: el mito que construyó Europa

Era una mujer, un hada, una sirena y muchas cosas más. Melusine era un relato público, una especie de espejo compartido desde Irlanda hasta Armenia en la Edad Media

Foto: Fuente: Wikimedia
Fuente: Wikimedia

Mitad humana, mitad animal, la representación de las mujeres a través de lo híbrido hasta pasada la Edad Media fue una especie de gruta del lenguaje, una forma igualmente dual de adjuntar patrones, ideas acerca de la realidad social. Si los mitos y leyendas abrazaron las incertidumbres en las civilizaciones más tempranas, las posibilidades mismas al consuelo quedaron reducidas a las páginas bíblicas. Las mujeres quedaron asignadas en Eva, y, por tanto, sus representaciones surgían también de la misma. No obstante, algunas de aquellas entidades sobrenaturales previas al catolicismo siguieron discurriendo por los pasillos de la Europa católica medieval.

Melusine (también conocida como Mélusine o Melusina) era una mujer, era un hada, era una sirena y muchas cosas más. Melusine era un relato público, una especie de espejo compartido desde Irlanda hasta Armenia. Con reflejos diferentes, la pregunta siempre ha sido la misma: ¿por qué la monarquía y la nobleza decidió vincularse a una figura mágica que, además, en ninguna de sus versiones asiste a misa?

Foto: 'El combate de las amazonas', de Anselm Feuerbach.

Aquel símbolo de poder femenino, pero también de cliché, se convirtió en una herramienta de propaganda para dos reinas prominentes.

Una lectura de las leyendas

La leyenda se remonta al siglo XIV, cuando el hada Pressyne se enamoró del rey Elynas de Albany, nombre con el que se conocía lo que ahora es Escocia; ambos se casaron y tuvieron tres hijas: Melusine, Melior y Palatyne. Elynas había prometido a Pressyne no presenciar el momento del parto, una promesa que les comprometería para siempre. Sin embargo, lo hizo, y aquello provocó que Pressyne huyera desconsolada con sus hijas.

Se trata de un tema común en todos los cuentos generados entonces: "cómo la desgracia sigue a un hombre que rompe la fe con una esposa que lo ha acercado al éxito", señala el investigador Joshua J. Mark en 'World History Encyclopedia', que añade que "este mismo motivo aparece en mitos y leyendas de muchas culturas antiguas, probablemente el más conocido del cuento de Artemisa y Acteon; cuando Acteon espía a Artemis bañándose sin su conocimiento, ella lo convierte en un ciervo, y sus propios perros de caza lo destrozan".

placeholder  Diana y Acteón. 1608. Colección Privada Joachim Antonisz Wtewael.
Diana y Acteón. 1608. Colección Privada Joachim Antonisz Wtewael.

En todos estos cuentos, se presentaba la culpa del hombre por romper la confianza, y lo mismo ocurre en la leyenda de Melusine. "La diferencia en esta historia es que los hombres parecen comprender que es inútil tratar de recuperar a sus esposas, a pesar de que claramente las amaban, lo que agrega una dimensión trágica a la historia y eleva a Melusine como una heroína que no merece su destino", dice Mark.

El castigo de por vida

Cada mañana, Pressyne llevaba a las niñas a lo más alto de la montaña donde podían contemplar el reino de su padre. "Allí estaríais viviendo si hubiera cumplido con su palabra", les dice cuando cumplen 15 años, mientras les cuenta toda la historia.

"Horrorizada por la crueldad de sus hijas, Pressine les dijo que al encarcelar a su padre habían destruido su felicidad"

Melusine, llena de rabia, convenció a sus hermanas para que la ayudaran a castigar a su padre por no respetar la intimidad de la madre, y juntas usaron sus poderes mágicos para dejarlo atrapado dentro de una montaña junto con todo su tesoro. Según apunta la escritora Bettina L.Knapp en su libro 'French Fairy Tales: A Jungian Approach', al volver junto a su madre esperando elogios y agradecimiento, se encontraron lo contario: "Horrorizada por la crueldad de sus hijas, Pressine les dijo que, al encarcelar a su padre, habían destruido la felicidad que ella había experimentado alguna vez". Así, impuso un castigo para cada una de ellas.

Desde aquel momento, todos los sábados la mitad inferior del cuerpo de Melusine, desde el ombligo hacia abajo, asumiría la forma de una serpiente. Si encontraba a un hombre dispuesto a casarse con ella, tendría que prometer que no la miraría los sábados ni revelaría el tabú a nadie.

Sobre la familia y la propiedad

La historia del hada Melusine y su familia ofrece, sostiene Marck al respecto, una gran cantidad de detalles descriptivos sobre la estructura de vida cortesana y la importancia cultural que fue conformándose sobre la idea familia y de propiedad.

La leyenda resulta para los historiadores una variación de dos tipos de cuentos populares, aquellos relacionados con el tabú de mentir y el cuento de la Doncella del Cisne o Valquiria. La mentira acechaba los miedos de la sociedad medieval, pero también resultaba una herramienta de instrucción ante lo social.

placeholder Fuente: Wikipedia
Fuente: Wikipedia

Por ejemplo, las mujeres de la Edad Media se consideraban impuras después del parto, así como demasiado débiles físicamente para retomar sus responsabilidades cotidianas hasta pasados, al menos, 10 a 20 días. Durante este tiempo, se suponía que el hombre debía dejarla sola para que la atendieran las mujeres de la familia o las sirvientas. Si no lo hacía, se produciría alguna forma de mala suerte, la misma que escondieron los cuentos.

El agua como escondite

En el caso de los cuentos del cisne, estos suelen tener que ver con los esfuerzos que deben realizar los personajes masculinos para demostrar su valía ante las mujeres a las que han traicionado. Presente, por ejemplo, en relatos tradicionales como el de la bruja eslava 'Baba Yaga' o la 'Princesa rana'.

Tras ser desterrada por su madre, y con su nueva condición animal, Melusine se intaló junto a un arroyo en los bosques de Francia, cerca de Poitiers. Allí, un día, conoció al noble Raymondin, que se enamoró rápidamente de ella hasta pedirle que se casara con él. Melusine aceptó y le contó todas las cosas maravillosas que podrían hacer, pero con una condición: prometerle que la dejaría a solas todos los sábados, él juró que así sería.

placeholder Ilustración de 'Histoire de la belle Mélusine' (Jean d'Arras). Fuente: Wikipedia
Ilustración de 'Histoire de la belle Mélusine' (Jean d'Arras). Fuente: Wikipedia

Y así fue, durante más de diez años, hasta que el murmullo alrededor provocó la desconfianza. La gente se preguntaba qué haría Melusine esos días en los que nadie la veía, corrían las especulaciones. Lleno de celos, quiso comprobar que su esposa no le era infiel observándola un sábado a escondidas. Lo que vio fue otra cosa, y no dudó en gritarlo por todas partes: había sido "engañado por una serpiente falsa".

La traición y el dragón

La historia se volvía a repetir y, como hizo su madre, Melusine huyó, pero lo hizo convertida dragón. Solo regresaba para poder visitar a sus diez hijos o como un presagio de muerte, de guerras o de temblor en las tierras… Porque Melusine era capaz de predecir la desgracia. Es por ello que el medievalista Jacques Le Goff, además, también consideró en su momento que este hada representaba una figura de fertilidad, de vida y de crecimiento económico, ya que llevaba prosperidad a las zonas rurales.

Se desconoce, en realidad y de manera concreta, la simbología que ofrece Melusine. En algunos países, se la entiende como serpiente y en otros como sirena. Las sirenas, por su parte, ya aparecen en la decoración de iglesias medievales, a menudo en capiteles y misericordias. Algunas de ellas poseen una cola, pero por lo general es que aparezcan representadas con dos.

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Fuente: Wikimedia

Entre el siglo XIV y el XV aparecieron dos versiones de esta leyenda, la primera de Jean d'Arras (1393-1394), y otra escrita por un autor apenas conocido, llamado Coudrette, en los primero años del siglo XV. Fue a partir de ellos su arraigo en el folclore francés.

Cristianización del mito

D'Arras, sin embargo, alteró el momento en el que la mujer sobrenatural, ofendida, huye, lo hizo para asegurarse de que la audiencia entendiera a Melusine como una buena cristiana amada por sus súbditos que fue injustamente maldecida por una madre de corazón duro y traicionada por un esposo infiel. El trabajo fue encargado por Jean, duque de Berry de la Casa de Lusignan más conocido como mecenas de las artes y coleccionista de manuscritos iluminados.

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Fuente: Wikipedia

De aquellos años se conserva una imagen de Melusine como un dragón, como señala la historiadora de arte medieval Magdalena Łanuszka, volando sobre la fortaleza de Lusignan, en una página del famoso manuscrito iluminado 'Les Très Riches Heures du Duc de Berry', encargado también por el duque.

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Fuente: Wikipedia

Mark señala que el duque empleó el cuento de d'Arras como parte de una campaña de propaganda: "La historia termina en la versión de d'Arras con Melusine regresando al castillo de Lusignan en 1374, justo antes de que las fuerzas del duque lo liberaran de los ingleses. Sus gritos señalaban la victoria del duque y el cambio de manos del castillo, estableciendo al duque como el legítimo heredero de Melusine, quien se pensaba que había construido mágicamente la fortaleza cuando estaba por primera vez con Raymondin. En la versión de la historia de d'Arras, pues, el duque está vinculado directamente al fundador de la casa Lusignan, lo que establece su legitimidad".

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Fuente: Wikipedia

¿Antepasada de las monarquías?

Esta es una de las tantas veces que Melusine ha sido reclamada como antepasado de la nobleza, desde la de Gran Bretaña o Alemania hasta la de Luxemburgo han querido presumir de ancestra. Así, Ricardo I de Inglaterra, rey entre 1189 y 1199, llegó a asegurar que Melusine era su antepasada directa, y que le traía suerte. De hecho, otras familias nobles se había vinculado de manera similar con la leyenda al menos 200 años antes de que Jean d'Arras escribiera su versión, y lo han seguido haciendo, pues aunque cada vez es menos frecuente que hagan público un cruce entre lo religioso y místico, pero su figura todavía aparece en la heráldica familiar de varias familias nobles europeas.

Otro caso fue el de Elizabeth Woodville, una reina inglesa cuya figura generó controversia en la sociedad del siglo V. En 1464, durante la Guerra de las Rosas el rey Eduardo IV se casó en secreto con Elizabeth, una joven viuda que provenía de una familia de Lancaster sin rango real. Algo poco común que impuso las miradas sobre la joven. Sin embargo, esta consiguió un documento que acreditaba su sangre real a través de su madre, Jacquetta de Luxemburgo, un miembro de la poderosa dinastía de los Luxemburgo ducal. Jacquetta rastreó a su familia hasta el mito de Melusine, argumentando que era descendiente de "la princesa de las hadas", ya que, según la leyenda, se había casado con el antepasado de Jacquetta, Siegfried. Aquello, en lugar de calmar las voces, llevó a Elizabeth a juicio condenada por brujería.

placeholder Retrato de Elizabeth Woodville. Fuente: Wikipedia
Retrato de Elizabeth Woodville. Fuente: Wikipedia

En España, mientras tanto, el libro se imprimió durante el mismo período, es decir, bajo el reinado de los Reyes Católicos, como parte de una literatura que tendía a decorar sus políticas e ideología. "A menudo hay presente en ellos un énfasis en la idea de la construcción de un imperio, así como en el viaje y otros temas de índole política. No lo denominaría ‘propaganda’, pero sin duda era un modo de promocionar la figura de Isabel La Católica creando en torno a ella una especie de aura, presentándola como una mujer devota pero a la vez como una dirigente firme y poderosa" apunta la profesora de literatura medieval e historiadora Lydia Zeldenrust, en cuyo proyecto de doctorado investiga sobre las diversas traducciones de Europa occidental del romance medieval tardío de Melusine.

Mirar al monstruo a la cara

La asociación entre la figura de una mujer y la de una serpiente no era nueva, sino una alegoría a la historia de la Caída, contada en Génesis, el primer libro de la Biblia, una base firme que sostenía la misoginia medieval y que sostuvo la misoginia moderna, hasta nuestros días. A pesar de ello, "como figuras del poder y la virtud femeninos, Mélusine parece involucrar a su serpiente en un intercambio ambiguo. Al mirar al monstruo a la cara, ¿lo está desafiando? ¿O lo está abrazando?", se pregunta la historiadora Miranda Griffin en el portal de 'Colecciones especiales' de la Universidad de Cambridge.

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Fuente: Wikipedia

Alicia Guerrero, licenciada en Historia del Arte añade, al entrevistar a Zeldenrust, que "en Melusine habitan las arcaicas deidades ctónicas, Afrodita, las ninfas de las fuentes, las antiguas criaturas híbridas, las hadas célticas…convertidas en una fascinante gentil dama de poderosa naturaleza maravillosa. La historia de la historia de Melusina que ofrece Zeldenrust con su estudio testimonia la inagotable fuerza vital que alimenta a los seres imaginarios, otorgándoles múltiples formas y biografías, con la palabra y el libro como lugares de existencia y transformación".

placeholder Melusine visitando a sus hijos. Fuente: Wikipedia
Melusine visitando a sus hijos. Fuente: Wikipedia

Se ha sugerido, además, que su cola de serpiente es un símbolo fálico, y quizá ése sea el elemento que vuelve tan complicada su figura porque, de ser así, estaría encarnando tanto lo establecido como masculino como lo establecido como femenino. Una combinación entre la belleza, amenazante, y entendida problemática porque estaría amenazando la idea de virilidad de su esposo.

Mitad humana, mitad animal, la representación de las mujeres a través de lo híbrido hasta pasada la Edad Media fue una especie de gruta del lenguaje, una forma igualmente dual de adjuntar patrones, ideas acerca de la realidad social. Si los mitos y leyendas abrazaron las incertidumbres en las civilizaciones más tempranas, las posibilidades mismas al consuelo quedaron reducidas a las páginas bíblicas. Las mujeres quedaron asignadas en Eva, y, por tanto, sus representaciones surgían también de la misma. No obstante, algunas de aquellas entidades sobrenaturales previas al catolicismo siguieron discurriendo por los pasillos de la Europa católica medieval.

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