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Lutero, San Bonifacio y una princesa rusa: la historia del árbol de Navidad
  1. Alma, Corazón, Vida
símbolo de la vida y la eternidad

Lutero, San Bonifacio y una princesa rusa: la historia del árbol de Navidad

Todos los años lo decoramos, pero quizá no sabemos muy bien cómo empezó la tradición pagana que los cristianos adoptaron convenientemente (y con mucho éxito)

Foto: Fuente: iStock.
Fuente: iStock.

Es la tradición por antonomasia en cuanto las calles comienzan a llenarse de luces y las televisiones de anuncios de colonia. Nos invada más o menos el espíritu festivo navideño, todos decoramos el árbol de Navidad que tenemos en casa desde hace años, y después vemos películas donde los protagonistas (americanos, claro) se toman muy en serio eso de decorarlo y se compran uno especial que llega hasta el techo. Por problemas de espacio, los nuestros suelen ser a una escala menor, pero todos compartimos esa tradición tan antigua de decorar el árbol (incluso más que poner el Belén).

La idea de decorar el árbol de Navidad es, en realidad, una adaptación cristiana de tradiciones paganas. Se sabe que los babilonios incluso dejaban regalos en ellos (¿te suena?), que los egipcios llenaban sus casas con árbustos de palmeras verdes en Primavera, en honor a Ra, y como símbolo del triunfo de la vida sobre la muerte, o que los romanos celebraban Saturnalia durante el solsticio de invierno, en honor a Saturno, dios de la agricultura, y decoraban sus casas y templos con ramas de hoja perenne. Los druidas celtas también lo hacían, como símbolo de la eternidad.

Cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa descubrieron que los habitantes celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un árbol no perenne

El árbol representa la vida, por tanto no es de extrañar que tantas culturas se hayan consagrado en torno a él. El solsticio de invierno también marcaba el punto de inflexión: a partir de entonces los días soleados y luminosos estaban cada vez más cercanos.

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Cuando los primeros cristianos llegaron al norte de Europa descubrieron que los habitantes celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un fresno que simbolizaba al árbol del Universo, en una fecha muy cercana a la que nosotros celebramos la Navidad. Ese primer árbol era el Yggdrasil, en cuya copa estaba la morada de los dioses o Asgard, y el palacio de Odín. En las raíces más profundas estaba Helheim, el reino de los muertos.

Para ponernos en contexto tendríamos que remontarnos a la Alemania del siglo XVI. Según recoge 'Country Living', la verdadera tradición comienza en esta época, cuando los cristianos adaptaron las costumbres paganas y comenzaron a decorar árboles (o, si eran tiempos precarios, montones de madera con forma de pirámide) dentro de sus hogares.

Dicen que fue Martín Lutero, líder de la Reforma Protestante, el primero en poner velas encendidas al árbol (se habría inspirado en las estrellas del cielo nocturno y quiso recrear la escena)

Según la creencia generalizada, fue Martín Lutero, líder de la Reforma Protestante de ese mismo siglo, el primero en poner velas encendidas al árbol (según parece se inspiró en las estrellas del cielo nocturno y quiso recrear la escena en casa).

La leyenda habla de que un evangelizador inglés, San Bonifacio, estaba discutiendo con unos druidas cuando cortó un árbol Yggdrasil y en su lugar plantó un pino perenne que simbolizaba el amor de Dios. Ese pino (o abeto en otras versiones), superviviente entre todos, se convertiría en el venerado por ser representación del árbol del niño Jesús. Pronto comenzó a adornarse con manzanas, que simbolizaban el pecado original, y velas, que representaban la luz de Jesucristo. Después comenzaría la tradición de poner regalos para los niños bajo el árbol, traidos por San Nicolás, Santa Claus, Papá Noel o los Reyes Magos, dependiendo de dónde te encuentres.

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Aunque, de cualquier manera, la tradición tardaría en llegar a nuestro país (no lo haría hasta el siglo XIX) y a otros de Europa. Los puritanos ingleses, por ejemplo, estaban en contra de esta clase de celebraciones porque las consideraban paganas. A Finlandia llegó en 1800, a Inglaterra 20 años después.

En España, curiosamente, la primera persona que puso un árbol de Navidad fue una princesa de origen ruso, llamada Sofía Troubetzkoy, en 1870

En España, curiosamente, la primera persona que puso un árbol de Navidad fue una princesa de origen ruso, llamada Sofía Troubetzkoy, viuda del hermano por parte de madre de Napoleón III, que contrajo segundas nupcias con el aristócrata español José Osorio y Silva, marqués de Alcañices, uno de los mayores promotores de la Restauración borbónica. El primer árbol se habría colocado en Madrid durante las navidades de 1870, en el desaparecido palacio de Alcañices, en el paseo del Prado.

Los símbolos del árbol

La forma triangular del árbol de Navidad representa a la Santísima Trinidad, y también recuerda al árbol del Conocimiento que estaba en el Paraíso y de cuyos frutos comieron Adán y Eva. También simboliza la descendencia. Cada una de las decoraciones tiene un significado: la estrella (obviamente una representación de la estrella de Belén) es la fe. La esfera serían esas primeras manzanas con las que San Bonifacio adornó el árbol, representando a las tentaciones. Las luces serían la luz de Cristo, y los lazos representarían la unión de las familias y personas queridas, algo tan importante en estas fechas que están a punto de llegar.

Es la tradición por antonomasia en cuanto las calles comienzan a llenarse de luces y las televisiones de anuncios de colonia. Nos invada más o menos el espíritu festivo navideño, todos decoramos el árbol de Navidad que tenemos en casa desde hace años, y después vemos películas donde los protagonistas (americanos, claro) se toman muy en serio eso de decorarlo y se compran uno especial que llega hasta el techo. Por problemas de espacio, los nuestros suelen ser a una escala menor, pero todos compartimos esa tradición tan antigua de decorar el árbol (incluso más que poner el Belén).

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