Por qué los niños en la Edad Media se representaban como señores jubilados
Quién no tiene algún que otro meme medieval guardado en el móvil. Quizás te hayas fijado en que en esas representaciones rara vez aparecen criaturas pequeñas
Todas las épocas sociales están llenas de misterios y leyendas en las representaciones que se hacen de ellas más tarde. Sin duda, una de las más oscuras y presupuestas es la Edad Media. Los años que discurrieron entre el siglo V y el XV se han entendido como un período dantesco, absurdo y sombrío del que nos separa la evolución moderna. En realidad, esta concepción no es actual, sino heredada de la etapa que le siguió, la llamada Modernidad. Fue entonces cuando se estableció que lo que había ocurrido antes había sido un pasaje parecido al purgatorio, algo que sepultar bajo nuevos conceptos.
Los historiadores no dejan de descubrir nuevos detalles que desmontan esta idea. Sin embargo, muchas siguen ahí, en las imágenes que se imponen a los textos. ¿Cuántas veces te has encontrado una pintura o ilustración medieval en la que todo resulta tan extraño que solo puedes mirarla fijamente entre la incredulidad y la fascinación? Quién no tiene algún que otro meme medieval guardado en el móvil, algún que otro sticker de gente haciendo "cosas medievales". Quizás te hayas fijado en que en esas representaciones rara vez aparecen criaturas pequeñas, niños y niñas haciendo cosas de niños y niñas, aunque sean cosas medievales. Esas raras veces son más raras en sí mismas: encontramos al niño Jesús, una y otra vez, pero sabemos que es él porque aparece en brazos de la virgen. Ningún rastro de niñez en el niño con la Virgen de Duccio di Buoninsegna (1283-1284) del Museo Dell'Opera Metropolitana en Siena. Nada tampoco en la Madonna col Bambino de Cimabue. Cuerpos musculados, arrugas y calva, como si aquel niño ya hubiera nacido para jubilarse.
Que los niños en la Edad Media parezcan pequeños abuelitos tiene una explicación, o varias. Seguirás echándote unas risas cuando te topes con uno en un museo, pero entenderás un poco más a aquella gente y sus cosas: sí, los niños eran niños hace más de cinco siglos, pero de una forma diferente a la actual.
¿No existía la infancia?
En 1987, el historiador francés Philippe Ariès explicaba que en la época medieval existía poca afectividad de las personas adultas hacia los niños y las niñas. Que no consideraban sus capacidades. Según Ariès, los niños eran mirados como adultos pequeños a los que había que tratar como tal, y solo cuando lograban cierta autonomía, al menos en la parte de su autocuidado, comenzaban a ser considerados como miembros al uso de la familia.
"En el marco comunitario de la familia de la Edad Media, los niños no eran percibidos como una categoría específica, diferente, y pasaban de un período relativamente breve de estricta dependencia física, a ser socializados directamente en el mundo adulto a través del contacto con la comunidad. Existían niños, pero no infancia y, paradójicamente, los niños gozaban de mayor libertad que tras la invención o descubrimiento de esta", sostiene el historiador.
En el S. XVII, el Abad Bérulle escribía: "No hay peor estado, más vil y abyecto, después del de la muerte, que la infancia". Esto podría explicar muchas cosas, la idea del niño como ser perverso y corrupto que debe ser socializad y moldeado mediante la disciplina y el castigo para alcanzar cuanto antes la adultez llevaría a una concepción social generalizada, plasmada por los pintores y monjes copistas. Sin embargo, pese a lo que muestren ilustraciones y cuadros, biológicamente los bebés medievales no podían aparentar sesenta años más, por mucho que el contexto se esforzara en ello.
La imagen de Cristo: "un bebé real no hace milagros"
Precisamente en los monjes copistas se encuentra la clave, que lleva a otra teoría: todo tiene que ver con la visión católica. “El Nuevo Testamento no describe claramente cómo era Jesús cuando era un bebé. Por lo tanto, durante la era medieval, la iglesia asumió que Cristo nació como un hombre perfectamente formado. En otras palabras, consideraron que Cristo era un 'mini hombre' que no cambió mucho en términos de apariencias faciales a lo largo de su vida. Esta suposición llevó a los pintores de la época a aceptar las señales de la iglesia y pintar a Cristo en forma adulta”, apunta Jade Bhakdibhumi en el portal de ‘Symposium Review’.
“Mientras los fieles oraban debajo de una pintura de María y su hijo bebé, los fieles querían el consuelo de sus oraciones en manos de alguien que pudiera ayudarlos. Un bebé real no puede hacer nada, por eso había que representar a Jesús como alguien especial a esa edad”, sostiene Averett al respecto en una entrevista para el portal de Vox.
De esta idea proviene el término homúnculo que a menudo se utiliza para hablar de las representaciones del niño Jesús en obras de arte. De origen latino, significa literalmente “pequeño hombre”. Según indica en 'The Collector', "el homúnculo tomó un giro diferente en el siglo XVI cuando los eruditos creían que existían humanoides superpequeños. Incluso después de ser desacreditado, tomó vida propia en la cultura popular en el siglo XIX, con el Frankenstein de Mary Shelley".
De la Edad Media al Renacimiento
Así, numerosos historiadores especializados en el medievalismo, como Averett, advierten sobre conformar en la actualidad una visión retorcida en torno a la infancia en el pasado: "Los padres de la Edad Media no amaban a sus hijos de manera diferente a como lo hacían los padres del Renacimiento, pero durante el Renacimiento se estaba produciendo una transformación de la idea de los niños, de pequeños adultos a criaturas excepcionalmente inocentes".
De hecho, el arte demuestra cómo efectivamente la representación del niño Jesús cambia a partir del siglo XIV, apareciendo más infantil y "angelical" desde entonces. Durante la era medieval, se consideraba que la edad adulta comenzaba a partir de los siete años, entendida esta como la edad de la "razón".
Sin embargo, a lo largo del Renacimiento el proceso de moralización de la sociedad se manifestó con relación a la infancia en "la creación de un régimen especial para los niños dentro del cual debían ser preparados para la entrada en la vida adulta", señala Ariès. No obstante, de este período nacen nuevas dicotomías: "La infancia es recluida en el mundo privado, en las instituciones específicas para niños, la escuela y la familia, lugares donde los niños gozaron de una libertad bastante menor que la que habían disfrutado antes de su descubrimiento, y se les asignaron roles específicos diferentes del resto de las personas".
Además, es importante recordar que la sociedad medieval era principalmente agraria, como subrayan desde el portal de 'Greelane': "Desde el punto de vista económico, nada era más valioso para una familia campesina que los hijos para ayudar con el arado y las hijas para ayudar con el hogar. Tener hijos era, esencialmente, una de las principales razones para casarse".
Entre la nobleza medieval, se entendía que los niños perpetuarían el apellido y aumentarían las propiedades de la familia mediante el avance en el servicio a sus señores feudales y mediante matrimonios ventajosos. Algunas de estas uniones se planearon mientras los futuros novios aún estaban en la cuna.
Así pues, pueden hacernos gracia estos pequeños ancianos de la Edad Media, pero no quiere decir que la sociedad de entonces fuera menos consciente de que los niños eran el futuro, de una forma no tan distinta a la sociedad actual.
Todas las épocas sociales están llenas de misterios y leyendas en las representaciones que se hacen de ellas más tarde. Sin duda, una de las más oscuras y presupuestas es la Edad Media. Los años que discurrieron entre el siglo V y el XV se han entendido como un período dantesco, absurdo y sombrío del que nos separa la evolución moderna. En realidad, esta concepción no es actual, sino heredada de la etapa que le siguió, la llamada Modernidad. Fue entonces cuando se estableció que lo que había ocurrido antes había sido un pasaje parecido al purgatorio, algo que sepultar bajo nuevos conceptos.
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