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Bōsōzoku: historia de la tribu motera más peligrosa de Japón
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Bōsōzoku: historia de la tribu motera más peligrosa de Japón

Surgieron en los años 50: motociclistas que utilizaban este medio de transporte como estandarte de la rebeldía y la insatisfacción contra la sociedad

Foto: Imagen del documental 'Good Speed you! Black Emperor'.
Imagen del documental 'Good Speed you! Black Emperor'.

Cuando el ser humano llega a esa difícil etapa que es la adolescencia, el impacto de la pertenencia al grupo se agrava en su carácter, adquiriendo mucha importancia. Surge entonces una difícil elección: la tribu o subcultura a la que pertenecerá, como símbolo de su paso a la edad adulta. Curiosamente, muchas de ellas han permanecido en el tiempo durante décadas, para que los jóvenes de cada generación se unan, creyendo que son los primeros en hacerlo.

En Europa el movimiento mod, surgido en Reino Unido en los 60, tuvo una gran relevancia gracias en parte a la película 'Quadrophenia', que retrataba a estos jóvenes amantes de las discotecas, las 'anfetas' y, por supuesto, las scooters, su símbolo más reconocible (junto con las parkas). Moviéndonos un poco geográficamente, en Japón surgió y todavía existe una tribu urbana con una pasión muy similar (o incluso superior) por las motos: los bōsōzoku.

placeholder Fotograma de 'Quadrophenia'.
Fotograma de 'Quadrophenia'.

Esta peligrosa subcultura tiene su origen en los años 50 del pasado siglo, cuando la industria de los autos comenzó a expandirse por el país. Antes del bōsōzoku existían los kaminari zoku (tribu del trueno), parecidos a los rockers británicos: motociclistas que utilizaban este medio de transporte como estandarte de la rebeldía y la insatisfacción contra la sociedad. La diferencia del bōsōzoku es que solía provenir de clases sociales más bajas, y su cuadrilla de moteros era su modo de escape de un mundo que parecía darle la espalda.

placeholder  Un grupo de bōsōzoku en 2013.
Un grupo de bōsōzoku en 2013.

Una de las características fundamentales del bōsōzoku es su gran interés por personalizar sus motos (generalmente de manera ilegal), que solían ser de cuatro cilindros. Se encargaban de retirar los silenciadores para generar más ruido, y solían participar en actividades de conducción imprudentes. En los años 50 y 60 estas prácticas estaban más generalizadas, y los bōsōzoku podían o bien entorpecer el tráfico yendo a una velocidad increíblemente lenta en algunas zonas o saltarse los semáforos sin ninguna contemplación. De hecho, la policía de la época llegó a destinar un departamento para escoltarlos cuando llegaban a algún lugar y así evitar peligros, denominándolos 'Maru-Sō'.

Todos portaban armas (sables de madera, bates de béisbol, tuberías o incluso cócteles molotov) y agitaban banderas japonesas imperiales

No solo eso, las pandillas, generalmente compuestas por personas de entre 16 y 19 años, solían tener siempre un líder llamado 'sentōsha', al que ninguno de los demás miembros podía superar cuando conducían. La jerarquía entre los grupos, de hecho, recuerda un poco a la de los sistemas feudales, extremadamente restrictivos. Todos portaban armas (sables de madera, bates de béisbol, tuberías o incluso cócteles molotov) y agitaban banderas japonesas imperiales. La estética, como suele suceder en las tribus urbanas, era especialmente importante, por lo que decoraban con muchos colores sus motos, con banderas (inspirándose en los pilotos kamikazes y aportando un fuerte sentido nacionalista) u otros símbolos que pudieran identificar el grupo concreto al que pertenecía, así como su propietario.

placeholder Fuente: Wikimedia commons.
Fuente: Wikimedia commons.

En sus mejores tiempos, subagrupaciones como 'Black Emperor' no solo se dedicaron a actividades delictivas, sino que también se involucraron en asuntos políticos. Algunos miembros se establecieron como activistas en contra de la Guerra de Vietnam, sin embargo las rencillas internas entre ellos provocaron los primeros problemas y acabaron surgiendo otros grupos emergentes. El documental 'Good Speed you! Black Emperor' de Mitsuo Yanagimachi sigue las hazañas de este grupo concreto.

En concreto, 'Black Emperor' solían llevar en su estética el manji, que a nosotros nos puede llamar la atención por su parecido con la esvástica nazi. Se trata de un símbolo sagrado en el budismo y el hinduismo que se utiliza en los mapas para ubicar los templos budistas y que también es la espiral del pecho del dios indio Vishnu. Cuando los nazis se apropiaron de la esvástica en realidad estaban utilizando un símbolo con más de 50.000 años, y aunque los jóvenes asiáticos siguen usándola en redes sociales, para nosotros es ampliamente llamativo por sus connotaciones asociadas al partido de Adolf Hitler.

Subagrupaciones como 'Black Emperor' no solo se dedicaron a actividades delictivas, también se involucraron en asuntos políticos. Algunos miembros fueron activistas en contra de la Guerra de Vietnam

Durante los años 80 y 90 los bōsōzoku solían viajar en grupo, llegando incluso a conducir más de 100 individuos, amenazando a los conductores o estropeando coches u otras partes del mobiliario urbano. Si bien es cierto que con el paso de los años tanto el propio movimiento como su violencia han ido desapareciendo (durante los años 80 las pandillas llegaron a tener más de 40.000 miembros, y en los años 2000 ese número ha bajado drásticamente), sigue siendo reconocido en Japón, aunque al contrario que los mods, sin expansión o relevancia en un ámbito internacional.

Eso sí, como sucede con muchas otras tribus urbanas, los bōsōzoku han creado un gran impacto cultural en el país. Algunas obras como 'Akira' o la reciente 'Tokyo Revengers' se inspiran en esta subcultura violenta con cierta nostalgia. Lo cierto es que, como sucede con algunas tribus urbanas que no logran escapar del paso del tiempo, los antiguos pertenecientes a esta banda que solían asustar a los transeúntes con sus motos ruidosas, son hoy en día padres de familia. Solo queda el recuerdo de estos pandilleros que lograron encauzar sus vidas cuando pasaron esa difícil edad, y que, como los kamizakes, surcaban como balas las carreteras saltándose los semáforos y sembrando el terror, buscando quizá con ello la libertad.

Cuando el ser humano llega a esa difícil etapa que es la adolescencia, el impacto de la pertenencia al grupo se agrava en su carácter, adquiriendo mucha importancia. Surge entonces una difícil elección: la tribu o subcultura a la que pertenecerá, como símbolo de su paso a la edad adulta. Curiosamente, muchas de ellas han permanecido en el tiempo durante décadas, para que los jóvenes de cada generación se unan, creyendo que son los primeros en hacerlo.

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