Por qué siempre tenemos asociado que el amor se hace por la noche

Desde que somos adolescentes y tenemos nuestro despertar sexual, tenemos asociado que el sexo se practica en la cama y por la noche. Al final, parece ser el lugar y el momento más cómodo de todo el día, cuando todo el ajetreo mundano se apaga y cada persona se recluye en el hogar para descansar. Lógicamente, siempre se puede practicar por la mañana o por la tarde, en el salón o en la ducha, y de hecho muchas personas prefieren estas otras opciones. Pero sin lugar a dudas, parece que el territorio predilecto del arte amatorio es la cama y el instante más propicio es cuando cae la noche.

¿A qué se debe esto? Un estudio realizado en 2018 asevera que es porque normalmente es cuando las parejas sexuales tienen más disponibilidad. Lógicamente, si se trata de una noche de pasión esporádica con alguien a quien acabas de conocer, lo más lógico es que el encuentro suceda de noche, ya que sería muy raro que nada más levantaros os encontrarais en mitad de la rutina y os entraran ganas de intimar. La vida en pareja, sin embargo, tiene sus quehaceres cotidianos, y al final parece que hay que sacrificar (al menos en los días de diario) algunas horas de sueño para tener vuestro momento.

Los niveles de testosterona suelen estar más altos por la mañana, de ahí que suela apetecer más a esta hora del día

Nan Wise, una terapeuta sexual y neurocientífica de Estados Unidos, consultada en un artículo de la revista 'Healthline', cree que el sexo en pareja con nocturnidad es mucho mejor, ya que aporta grandes beneficios a nivel físico, emocional y relacional. Sobre todo si lleváis una vida ajetreada al ser un potente desestresante. "Una de las ventajas de hacerlo por la noche es que puede ser una experiencia profundamente relajante que ayuda a unir mucho a las parejas", asegura. Y obviamente, lo mejor del sexo nocturno es que después ya no tienes que hacer nada. Esto contentará a muchas personas que sienten un tremendo sopor cada vez que llegan al orgasmo, las cuales no son pocas.

Diferencias con otros momentos del día

Ahora bien, ¿qué diferencias hay si optamos por otro momento del día? Evidentemente, tampoco demasiadas: el sexo es bueno a cualquier hora del día o de la noche siempre que se haga con seguridad, confianza y consenso. Sin embargo, desde el punto de vista fisiológico sí que puede haber otros instantes más óptimos para practicarlo. Wise incide en que los niveles de testosterona suelen estar más altos por la mañana, de ahí que muchos hombres se levanten de vez en cuando más 'contentos' de lo normal (por usar un eufemismo).

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E. Zamorano

Con el objetivo de disfrutar más de vuestras relaciones íntimas, la experta ha lanzado una serie de recomendaciones para hacerlo, tanto por la noche como en cualquier momento del día. Lo más importante es que haya una buena comunicación entre la pareja para intentar aumentar el grado de placer, ya que al final todos tenemos placeres ocultos que nos encantaría confesar, pero por vergüenza no solemos hacerlo. Sin más preámbulos, aquí van algunos de ellos:

• Programad, pero no tanto. Si no coincidís en horarios o estáis últimamente demasiado liados, lo mejor es que intentéis sacar un hueco acordándolo previamente. En caso de que gocéis de más tiempo libre, dejad volar vuestro instinto, ya que el 'aquí te pillo, aquí te mato' tiene mucha más emoción.
• Los preliminares, antes de veros. Siempre tendemos a pensar que los juegos relativos a los preliminares sexuales se dan como paso inmediatamente previo al sexo, pero en realidad empiezan mucho antes. Basta un mensaje picante mientras él o ella están en el trabajo para que nada más veros la pasión se desate y os encontréis con muchísimas más ganas.
• Acostaros antes. Dejad el plan de 'manta y peli' para otra ocasión. Si os quedáis hasta muy tarde viendo alguna serie o la televisión, posiblemente cuando lleguéis a la cama ya tengáis tanto sueño que prefiráis dejarlo para otro día.
• Probad nuevas posiciones. Y no, no estamos hablando solamente de la penetración. Explorad un sinfín de movimientos, posturas, caricias, roces... investigad en qué es lo que le gusta o le apetece al otro, comunicaros, hacéroslo saber y no tengáis vergüenza.