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Las azafatas revelan cómo es trabajar en plena pandemia del coronavirus
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INCÓMODAS CONFESIONES

Las azafatas revelan cómo es trabajar en plena pandemia del coronavirus

Las tripulantes de los aviones comerciales viven con inquietud estos días ante la posibilidad de perder el empleo o algo objetivamente peor: ser contagiadas y caer enfermas

Foto: La azafata brasileña Nicole Alonso. (Fernanzo Bizerra Jr./EFE)
La azafata brasileña Nicole Alonso. (Fernanzo Bizerra Jr./EFE)

El coronavirus está provocando una crisis económica cuyos efectos todavía son difíciles de predecir. Numerosas industrias se han visto afectadas, desde pequeñas y medianas empresas a multinacionales. Si hay una que especialmente ha notado su pérdida de clientes esa ha sido sin duda la de la aviación comercial y del turismo. Una tónica que, además, no cuenta con buenos pronósticos, ya que son muchos los teóricos que auguran tiempos oscuros para los viajes al extranjero incluso una vez pase esta crisis.

Uno de los gremios que más afectados se han visto es el de los tripulantes de vuelo y azafatas. Además, son una de las pocas profesiones que a pesar de haber visto una notoria reducción en el número de servicios, tienen que seguir trabajando cuando el resto de la población permanece en sus casas en cuarentena con el objetivo de frenar la expansión de contagios.

Es muy difícil mantenerte cuerda cuando muchos amigos tuyos y familiares te tratan diferente solo por el trabajo que tienes

El diario norteamericano ‘Business Insider’ ha recogido algunas de las preocupaciones a las que se enfrentan las azafatas hoy en día. Su oficio, como decíamos, no solo se ha resentido económicamente, sino que también ha sufrido una estigmatización por parte de los clientes. Hemos recopilado varias de sus opiniones para conocer de cerca cómo están viviendo estos días y cómo ha cambiado su trabajo, así como la percepción que tienen de la crisis.

Aunque goza de glamour, el trabajo de azafata puede llegar a ser bastante solitario. Pasas demasiado tiempo fuera de casa y los horarios son tan irregulares que no te permiten hacer vida normal. “Puede ser un trabajo muy solitario y cargado de estrés”, admite una mujer de 30 años de San Francisco. Ahora, con la pandamia, su trabajo ha sufrido una estigmatización por parte de los clientes y la sociedad. “A veces me hacen sentir como si fuera transmisora de la enfermedad”, reconoce otra profesional de Seattle. “Puedes notar cómo la gente no quiere estar cerca de ti, sobre todo si vamos en uniforme, eso se percibe en que los pasajeros ya no te piden nada”.

Foto: Foto: iStock

Una azafata de Nueva York asegura que este es el peor momento de su carrera. “Es muy difícil mantenerte cuerda cuando muchos amigos tuyos y familiares te tratan diferente solo por el trabajo que tienes, y tampoco entienden por qué debemos seguir trabajando”, asevera. “Hay un clima de tensión en los vuelos con los clientes que no había notado nunca. En general, el ambiente es bastante raro”.

Incertidumbre total y flexibilidad obligada

Ante tanto aluvión de vuelos cancelados y una industria turística paralizada, muchas de ellas dudan con temor de que al llegar a la próxima ciudad no puedan hospedarse adecuadamente en uno de sus hoteles, ya que la mayoría están cerrados o ni locos querrían acoger a personas que provienen de un entorno tan contagioso como un avión. “Aterrizamos en Atlanta pero no había nada abierto”, recuerda la trabajadora de Seattle. “Es complicado, puedes quedarte aislada en una ciudad durante 30 horas. La gente por lo general subestima este tipo de empleo”.

No entiendo cómo todavía tenemos que seguir trasladando a pasajeros, la empresa está poniendo nuestras vidas en riesgo

“Debemos estar preparadas por si nos quedamos ancladas en una ciudad y llevar suficiente comida con nosotras con un par de días de previsión”, expresa por su parte la empleada asentada en San Francisco. “No sabemos lo que va a pasar, es bastante estresante. Las cosas suelen cambiar en menos de una hora, últimamente tengo mucha ansiedad porque no sé qué va a ocurrir. A veces los vuelos se cancelan en el último momento y tenemos que cambiar de ruta, así que acabamos en otra ciudad que no esperábamos”.

“Debes ser muy flexible y estar preparada para lidiar con todos los problemas que puedan surgir. Se producen cambios muy rápidos y hay mucha incertidumbre. Es algo a lo que ya estábamos acostumbradas, solo que ahora ya excede de la normalidad”, explica la azafata. A todos estos problemas se les suman las dudas que tienen sobre la posibilidad de perder su trabajo. A muchas de ellas las han ofrecido un despido improcedente o directamente una renuncia sin remuneración económica. “No me lo podría permitir”, admite la trabajadora de Seattle. “Aunque cobrase la prestación de desempleo, no podría permitírmelo económicamente. Todos los días son una sala de espera en la que no sabes si serás despedida o perderás tu trabajo”.

Miedo al contagio

Más allá de las consecuencias económicas que muchas temen, lo que más miedo les da es poder caer enfermas. “No entiendo cómo todavía tenemos que seguir trasladando a pasajeros, están poniendo nuestras vidas en riesgo”, afirma tajantemente una empleada con 20 años de experiencia en el diario norteamericano. “Creo que los viajes son necesarios, naturalmente, aunque solo sea para trasladar a personal sanitario de un lugar a otro, pero creo que deberían hacerse con el menor gasto de personal posible”.

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“Estamos continuamente expuestas, y aunque seguimos las recomendaciones, cada vez que nos subimos a un avión nos enfrentamos a un gran riesgo de ser contagiadas”, reflexiona. “No sé si las compañías para las que estamos trabajando están asumiendo la responsabilidad de informarnos de si alguna de las personas que han subido al vuelo han dado positivo”, expresa otra de las empleadas. “Sé que en muchos casos no lo harán, así que intento decirme a mí misma que ninguna de las personas con la que viajo están contagiadas. Claro que se oyen rumores, en parte debido a que la empresa no es lo suficientemente transparente”.

El coronavirus está provocando una crisis económica cuyos efectos todavía son difíciles de predecir. Numerosas industrias se han visto afectadas, desde pequeñas y medianas empresas a multinacionales. Si hay una que especialmente ha notado su pérdida de clientes esa ha sido sin duda la de la aviación comercial y del turismo. Una tónica que, además, no cuenta con buenos pronósticos, ya que son muchos los teóricos que auguran tiempos oscuros para los viajes al extranjero incluso una vez pase esta crisis.

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