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La historia de la huelga de la Canadiense en Barcelona (y qué podemos aprender de ella)
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UNA METÁFORA DE LA CRISIS DEL CORONAVIRUS

La historia de la huelga de la Canadiense en Barcelona (y qué podemos aprender de ella)

Cuando salgamos de este huracán no podemos volver a las andadas, ya que este milenario constructo llamado España se iría por las alcantarillas de la historia

Foto: Huelga de la Canadiense en Barcelona en 1919. (El Confidencial)
Huelga de la Canadiense en Barcelona en 1919. (El Confidencial)

"Si no nos damos cuenta de que nos están lavando el cerebro, es que ya lo han conseguido".

Coronel Pedro Baños.

La eternidad no dura para siempre. Lo que percibimos en este breve instante de apariencias es más que relativo, y esta flagelada humanidad, quizás, algún día se establezca cuando se dio el momento del que surgió el primer aliento pero dudo que lleguemos a saber quién lo provocó. Bastaría afrontar nuestra particular cosmovisión desde un punto de vista no mediatizado por falsas creencias basadas en premisas incorrectas e ideologías y religiones que más parecen corsés que caminos de liberación, y así, nuestros pequeños egos de arrogantes bípedos mareados, alcanzarían a comprender mejor, que las diferencias que nos separan de los “otros”, son realmente milimétricas ante magnitudes tan colosales.

Por ello, en el caso de que existiera alguna verdad, la verdadera aristocracia entre la especie humana, residirá siempre en el idealismo y la utopía, en la compasión y en la solidaridad con los otros seres humanos mientras que el respeto, sea el carril por el que circulen estos valores; pero la amenaza que representa la estupidez de la raza humana, hace que el meteorito que acabó con los dinosaurios se quede en un pequeño accidente intrascendente.

Se hace perentorio un pacto de estado para dejarnos de tocar las partes pudendas de una vez por todas con un proyecto ilusionante de futuro

Muchas veces, en los sofismas o bulos, hay un agujero negro donde se patina con facilidad, el llamado paralogismo o errores deductivos. Pongamos un caso clásico muy común acorde con el tema que hoy se desarrolla en el artículo, tal que fue la famosa huelga de La Canadiense en la temprana Barcelona del siglo XX y sus repercusiones en las conquistas que se proyectaron en el posterior mundo laboral. Sabemos que un sofisma es como un silogismo viciado. Para lo ocurrido en La Canadiense en aquellos momentos de consolidación industrial en Cataluña; puede ser válida la siguiente referencia.

Toda violencia es deplorable. Algunas protestas son violentas y otras son deplorables. Si a esto le unes la falacia capciosa o falsa (lo que en el mundo anglosajón se conoce como “Red Herring”, la "falacia del arenque rojo o cortina de humo", o sea, desviar la atención del debate hacia otro tema, algo muy actual en el mundo político, o su alternativa, el alegato especial o arte del vilipendio mendaz, acto que consiste en acusar al adversario de carecer de sensibilidad, conocimientos o capacidades homologadas, descalificándolo como inepto, algo también muy patrio) pues estaríamos ante una España ejemplar y puntera en esta metodología de las descalificaciones a “saco” con los “fakes” en la vanguardia de la desinformación.

La inquina tradicional de este país tan polarizado no nos conduce al futuro, si no a la Edad de Piedra

En el famoso, milenario y ancestral clásico confuciano, el libro chino de las mutaciones llamado 'I Ching', hay un dicho que reza así: "Conviene tener un sitio donde ir, y para ello, es preciso cruzar las grandes aguas”. La situación actual la pintan calva de cara a ponernos de acuerdo en las grandes líneas de crecimiento de nuestra nación, pero sospecho que acabará en un ajuste de cuentas y vuelta a empezar. Huelga recordar que hace doce años éramos la décima potencia mundial y hoy estamos peleando por mantenernos en el puesto número trece y con una muy previsible tendencia a la baja tras la catástrofe que está aconteciendo. Se hace, no necesario, si no perentorio, un pacto de estado para recuperar posiciones y convertirnos a la voz de ya y sin demora, en un país febrilmente fabril y dejarnos de tocar las partes pudendas de una vez por todas con un proyecto ilusionante de futuro que nos devuelva al rango de potencia y dejar así, de ser comparsas.

Falta de autocrítica y respeto al adversario

La inquina tradicional que tiene a este país tan polarizado, no nos conduce al futuro, si no a la Edad de Piedra. No está el horno para bollos y cuando salgamos de esta, no podemos volver a las andadas porque de seguir así en plan “kindergarten”, este milenario constructo llamado España se ira por las alcantarillas de la historia, que están llenas por cierto de imperios que lo fueron . En consecuencia, dejemos las hormonas aparcadas y no nos pongamos exquisitos porque el precario equilibrio en el que estamos no aguanta otro huracán. Quizás, la más alta instancia de la nación, tendría que salir con urgencia a la palestra y arrear algunas collejas a discreción y dejarse de paños calientes; esto es, “mojarse”…

Las soluciones no se encuentran en la tertulia en un bar con una caña en la mano, si no en la toma de conciencia de nuestra desnudez e ignorancia

Este parvulario nacional en el que vivimos, básicamente por la falta de autocrítica y respeto a nuestros adversarios, signo de inmadurez donde los haya, pues para parecer superior hay que demonizar al otro, es el dueño de la patente o argumento 'ad ignorantiam'. Como es sabido por los estudiantes de filosofía, afirma la validez o falsedad de una premisa a partir de la existencia o falta de pruebas para demostrarlo. Así, se basa la argumentación, no en el conocimiento efectivo, sino en la supuesta ignorancia propia (normalmente no reconocida por el ego limitante) o del oponente, al que se le supone no tiene virtudes; Lao Tse dixit.

Y así las cosas, nos acercamos al aglutinante de esta historia que no es otro que la famosa huelga de La Canadiense, ejemplo de estas tensiones patrias y un rio de sueños desembocando en la realidad, o tal vez, en uno de esos abismos que el odio teje. A veces, la luz no viene de afuera, si no que nace en mundos íntimos y arcanos residentes en nuestro más profundo interior. Por ende, las soluciones no se encuentran en la tertulia desinhibida en un bar con una caña en la mano, si no en la toma de conciencia de nuestra desnudez e ignorancia y de sus avispados inductores.

La huelga alcanza a engrosar a más de 100.000 trabajadores, despedidos por centenares de industrias que quedaron paralizadas

Cuando el periodo de industrialización ya se había consolidado en Cataluña, polo de desarrollo crucial por su proximidad a Europa, la caja de resistencia de esta emblemática industria, La Canadiense se basaría hasta el momento de su extinción en la solidaridad mutualizada, que no es exactamente eso de dar lo que te sobra, si no compartir lo que tienes. Pero en el polo opuesto, existían gentes cuya ambición desmedida los acorralaba por su pertinaz egoísmo y falta de comprensión de una justicia digna de tal nombre. Solo importaba el beneficio.

Fundada en 1911, esta empresa se dedicaba al suministro de electricidad con una tecnología puntera para la época. Pero un buen día, ocho trabajadores fueron expulsados por plantarse ante una bajada de sueldo unilateral y como consecuencia de ello, toda la plantilla hizo piña con los despedidos, de los que la mayoría, eran padres de familia. Pero no contentos con ello, cuando la patronal descubre que otros 117 trabajadores intentan sindicarse, los expulsa también, alcanzándose así unas cotas de violencia reactiva desconocidas en la Ciudad Condal. Pronto, todo el tejido industrial catalán impregnado por la infiltración del todopoderoso sindicato anarquista de la CNT, paraliza la actividad en amplios segmentos del comercio y la industria así como del sector primario. El fondo de resistencia alcanzó la inestimable cifra de 50.000 pesetas y cubría los gastos esenciales de los despedidos.

placeholder Joaquín Milans del Bosch. (Wikipedia)
Joaquín Milans del Bosch. (Wikipedia)

El 23 de febrero se suman todos los trabajadores de la otra compañía rival, Energía Eléctrica de Cataluña, con lo cual, la bella ciudad de Barcelona, una urbe trazada con tiralíneas y un Mediterráneo amable abrazándola siempre, queda literalmente a oscuras. Lo que empieza como un tema aparentemente intranscendente acaba convirtiéndose en Estado de Guerra dirigido por Milans del Bosch (sí, un antecesor del que se hizo famoso en el 23 F), en este caso siguiendo órdenes del conspicuo Conde de Romanones, un frívolo aristócrata que en petit comité hablaba de mano dura con detalles que dejaban helados a sus interlocutores. Este uniformado de triste recuerdo, encarceló a más de 300 trabajadores en Montjuic interviniendo la prensa y radio que posteriormente manejaría a su antojo con soflamas escalofriantes.

El ejército toma la ciudad y se hace con el control de las dos grandes empresas hidroeléctricas. A pesar de la durísima represión, la situación queda en un bloqueo con las espadas en alto, y la huelga alcanza a engrosar a más de 100.000 trabajadores a su vez, despedidos por centenares de industrias que quedan paralizadas por las restricciones de transporte y electricidad ¿No nos suena esto a algo? A todo esto, hay que añadirle el asesinato por parte de matones al servicio del gobierno, del intelectual anarquista Miguel Burgos justo, cuando se iba a llegar a un acuerdo de pacificación y reintegro de los trabajadores a sus respectivas empresas.

La "censura roja"

La CNT vivía en esos años un momento dulce según Antonio Rivera, profesor de Historia de la Universidad del País Vasco. Este sindicato anarquista sumaba cerca de 350.000 afiliados, cifra que no es moco de pavo, y su capacidad de presión era de tal magnitud que implantarían la llamada "censura roja" por la cual se negaban a imprimir noticias adversas a la movilización obrera. Paradójicamente, a pesar de que su cúpula estaba presa desde semanas antes, el movimiento anarquista, que funcionaba con un plan B y mucha horizontalidad dada la preparación que tenían sus adheridos, jamás sería descabezado. Muchos de sus miembros habían sido detenidos durante la campaña policial en contra de las manifestaciones nacionalistas solapadas con las reivindicaciones obreras, favorables las primeras al proyecto del Estatut d'Autonomia, que llevaba meses siendo debate público. Pero, el catalanismo, un verdadero quebradero de cabeza para el gobierno central (llueve sobre mojado), quedaría en la trastienda pasando a un segundo lugar durante el conflicto obrero.

Los empresarios se la tenían jurada al Noi del sucre, Salvador Seguí (el chico del azúcar) un cenetista moderado que postulaba la unión con la UGT.Un lluvioso atardecer de un día de marzo fue asesinado como otros líderes sindicales, por matones a sueldo de la patronal. Aunque alejado ya de las jornadas luctuosas de La Canadiense, en las que tuvo un papel destacado, este obrero hecho a sí mismo con unas capacidades asombrosas para la oratoria y la organización de masas, daría cientos de mítines por toda España viajando siempre en tercera. En el punto álgido del conflicto liderado por una potente CNT en imparable ascenso, el Gobierno del Conde de Romanones hastiado de la duración de la huelga y las pérdidas producidas, se convirtió por arte de magia en uno de los pioneros en la Europa de entonces al conceder por decreto la jornada de ocho horas.

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Salvador Seguí, el 'chico del azúcar'. (El Confidencial)

Poco después la humillada patronal catalana se aliaría con el Ejército para reprimir al sindicalismo en Cataluña con su propia organización paramilitar, una banda de criminales a sueldo dirigidos por mandos policiales, el llamado somatén, una antigua institución revitalizada para el efecto y muy relacionada con el orden rural y la lucha contra el bandolerismo. El ejército, de clara posición anticatalanista, se unió al somaten sin dudarlo. Entre ambos colectivos (el orden público y los obreros en armas) se desarrollaría un fuerte choque que derivaría durante los años siguientes en una espiral de violencia en la que el pistolerismo de la patronal masacraría cerca de 250 interfectos hasta llegado el año 1923.

Ese mismo año, la dictadura de Miguel Primo de Rivera, alzado el 13 de septiembre de 1923, no solamente por los disturbios y alteraciones de la convivencia entre los somatenes y los anarquistas, sino también para tapar las onerosas conclusiones del informe Picasso sobre la Guerra del Rif, se consideraría el primer ensayo consciente del nacionalismo español con un radical acento autoritario, cuyo instrumento obviamente sería el Ejército, en aquel tiempo, rotundamente corporativo y militarista no por oficio si no por metodología, sobre todo con la aparición, crescendo e intervención en los asuntos sociales, de los militares africanistas y sus ideas de exclusión de cualquier fórmula de conciliación aplicando la mano dura por definición.

Foto: Fuente: Pixabay.

La durísima huelga en la que fueron torturados salvajemente muchos de los sindicalistas y varios murieron a causa de dichas prácticas, acabaría tras 44 días de enorme tensión con la readmisión de los despedidos, aumentos de sueldo y la firma a nivel nacional de las ocho horas de trabajo por ley. Pero antes de finalizar esta historia, quería poner en valor una metáfora que viene al caso. Hierón II, que en un tiempo pretérito fue el tirano de Siracusa, ordenó a un orfebre de gran reputación que hiciera una corona de oro puro para mayor gloria del gobernante. Pero una vez acabado el trabajo de confección de la simbólica joya, le asaltó la duda sobre si el artista le había “levantado” una parte del oro. Pues bien…

España tiene un motor de una gran potencia pero con un freno de camión echado. Que Dios nos ampare en el caso de que esté despierto

Para descubrir la verdad, esto es, calcular el volumen del objeto solo había un camino. Oro y plata son metales que no tienen la misma densidad, lo cual significa en castellano sencillo, que una pieza de oro y una pieza de plata podrían tener el mismo peso pero diferentes volúmenes o por el contrario, el mismo volumen pero diferentes pesos. Yendo al grano, 1 kilo de plata ocupa un volumen de 95.33 cc, mientras que 1 kilo de oro ocupa un volumen de 51.76 cc. Si la corona pesase 1 kilo pero ocupara un volumen mayor a 51.76 cc, el orfebre además de sufrir una alopecia súbita, debería de pensar en hacer las maletas y darse a la fuga a velocidad sostenida por su propio bien. Fue entonces cuando Hierón en medio de profundas cavilaciones pidió la ayuda de Arquímedes.

Arquímedes, como es sabido, se puso a cavilar hasta dar con la tecla. Un día, mientras introducía su cuerpo en un barreño tradicional a modo de bañera, se le ocurrió una idea. Vio que a medida que su cuerpo se sumergía, el nivel de agua subía. Tras unas sencillas pruebas se dio cuenta de que el volumen del agua desplazada era igual al volumen del objeto que se sumergía. En consecuencia, usando el nivel del agua a modo de indicador, podía calcular el volumen de cualquier cosa más allá de su peso o forma. Desnudo y vivamente emocionado, gritando su famoso Eureka (lo encontré), tomó oro puro con el mismo peso que la corona, y tras sumergirlo en una pequeña balsa, midió la subida del nivel del agua. Luego hizo lo propio con la corona. Obviamente el nivel del agua aumentó más, por lo que se demostró que el orfebre era un crápula y un mangante.

Foto: Recorte de prensa de la época sobre la epidemia de gripe española

Pues eso, esta metáfora viene a cuento si sumamos las desavenencias, práctica habitual en este convulso predio nacional, y las comparamos con las potencialidades que nos supondría un gran pacto de estado por el bien de España, geografía política en la que viven los españoles por cierto. Pero el problema básicamente es de origen técnico; tenemos un motor de una potencia extraordinaria pero con un freno de camión echado. Que Dios nos ampare en el caso de que esté despierto.

¿Qué queremos ser? ¿El gato estilo Escher que sube las escaleras o el que las baja?

"Si no nos damos cuenta de que nos están lavando el cerebro, es que ya lo han conseguido".

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