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El misterio de la muerte de Poe: la solución está en sus escritos
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El misterio de la muerte de Poe: la solución está en sus escritos

El escritor apareció en las calles en un estado de delirio, con ropas que no eran las suyas y falleció poco después. Un estudio podría estar cerca del motivo de su desaparición

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El 7 de octubre de 1849 la voz del cuervo que decía "nunca más" se apagó para siempre. Rimbaud o Verlaine fueron escritores/poetas malditos que decidieron convertir su propia vida en arte, mediante la autodestrucción, pero ninguno de ellos llegó a los niveles de oscuridad y sufrimiento que poblaban la pobre alma atormentada de Edgar Allan Poe, el exponente absoluto del Romanticismo oscuro.

Su muerte, como su vida, sucedió entre sombras de alcohol y desesperación. Otros amigos se habían ido antes y le habían abandonado las esperanzas, y el escritor de 'El corazón delator' fue encontrado en un completo estado de delirio un 3 de octubre: desaliñado y vestido con la ropa de un extraño, a los cuatro días murió en un hospital. Sus últimas palabras fueron: "Señor, ayuda a mi pobre alma". Un alma que se apagaba demasiado pronto, arrastrando consigo a todos sus fantasmas internos.

¿Asesinato, suicidio o accidente?

La causa de su extraña muerte aún no se ha aclarado. Nadie sabe por qué fue hallado en tal situación de delirio, con unas ropas que no eran las suyas, ni tampoco se sabe hasta qué punto es cierta la leyenda recogida por autores como Julio Cortázar que aseguran que en sus últimos momentos invocaba obsesivamente a un tal Reynolds. Los informes médicos y el certificado de defunción se perdieron, aunque los periódicos de la época hablaban de 'inflamación cerebral', debida a su alcoholismo crónico. Las especulaciones han incluido delirium tremens, epilepsia, sífilis, meningitis, cólera e incluso un asesinato.

Un año antes ya había tratado de suicidarse con una sobredosis de láudano. Sus últimas palabras fueron: "Señor, ayuda a mi pobre alma"

Otros han sugerido el suicidio, como su contemporáneo Charles Baudelaire. El escritor de 'Las flores del mal' también tradujo las obras de Poe y sugirió que el incidente había sido "un suicidio preparado durante mucho tiempo". Nada muy descabellado, si nos atenemos a sus escritos. Entierros prematuros, crímenes, gatos negros, enfermedades escondidas tras máscaras... todas sus historias parecen plagadas de desesperación y muerte. En más de una ocasión, el escritor dio pruebas de su deseo de morir: "Desde que publiqué Eureka no tengo deseos de seguir con vida", le escribiría a su tía en una ocasión.

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Su vida personal no fue fácil, aunque quizá fue la que le ayudó a evocar esos relatos tan desesperanzadores. El abuso de alcohol y sustancias se mezclaba con la pérdida de sus seres queridos (incluida su esposa), y un año antes de su muerte ya había intentado suicidarse mediante una sobredosis de láudano. Como no se realizó autopsia al cadáver, es complicado saber qué sucedió exactamente. Sin embargo, hoy tenemos herramientas que pueden medir la psicología de una persona a partir de las palabras que usan en la vida cotidiana. El lenguaje, en este caso, puede dar explicaciones sobre diferentes perfiles de personalidad.

El estudio de su obra

Un estudio reciente ha demostrado que las personas que sufren depresión utilizan un lenguaje diferente a las que no lo están, informa 'The Conversation'. Las primeras no solo tienden a usar palabras más negativas, sino también autorreferenciales y menos pronombres colectivos ('yo' frente a 'nosotros'). La investigación ha descubierto que las personas que se suicidan pueden identificarse mediante estos patrones de lenguaje, que tienden a aumentar drásticamente a medida que se acercan a su muerte. Otras personas famosas además de Poe han ayudado a establecer estos parámetros, como fragmentos de cartas de Marilyn Monroe o los diarios del topógrafo e investigador Henry Hellyer.

Los años más tristes fueron también los más exitosos, aunque la fama fue muy complicada y no obtuvo ninguna remuneración por sus logros

Con esta premisa, el estudio ha analizado más de 400 historias, poemas y cartas personales escritas por el autor a lo largo de su vida. Teniendo en cuenta sus propios patrones lingüísticos únicos, se identificaron picos prolongados que señalaban períodos probables de depresión. A lo largo de su vida, casi 20 textos obtuvieron puntuaciones anormalmente altas en los índices de depresión del estudio, la mitad de los cuales fueron escritos en 1843, 1845 y 1849 (el año de su muerte), y fueron más pronunciadas en sus cartas personales (el mejor reflejo de sí mismo). Curiosamente, los años más tristes fueron también los más exitosos, aunque quizá eso también tenga algo que ver: su relación con la fama fue muy complicada y no obtuvo prácticamente ninguna remuneración de sus propios logros.

¿Fue entonces un suicidio? En sus últimas cartas establece varias veces su aflicción y sus deseos de morir: "Mi tristeza es inexplicable y eso me entristece más aún. Estoy repleto de tenebrosos presentimientos. Nada me anima, nada me consuela (...)", escribiría a su novia Annie Richmond en abril, aunque, sorprendentemente, su última misiva parece más optimista: "Los periódicos me han elogiado hasta ponerme en los cuernos de la luna; en todas partes se me recibe con entusiasmo".

Pese a que no se pueden descartar definitivamente otras teorías, el estudio apunta que "la hipótesis del suicidio actualmente se erige como la única causa de muerte que tiene evidencia objetiva detrás de ella. Es una posibilidad real, pero como el suicidio suele estar influenciado por numerosos factores complejos, es difícil aventurarse y afirmarlo. Por lo menos, queda claro que su creciente depresión desempeñó algún papel en su juicio y la toma de decisiones que condujeron a su muerte", concluye. Una muerte plagada de tenebrismo, como lo fue su obra y, en buena parte, también su vida y sus pensamientos.

El 7 de octubre de 1849 la voz del cuervo que decía "nunca más" se apagó para siempre. Rimbaud o Verlaine fueron escritores/poetas malditos que decidieron convertir su propia vida en arte, mediante la autodestrucción, pero ninguno de ellos llegó a los niveles de oscuridad y sufrimiento que poblaban la pobre alma atormentada de Edgar Allan Poe, el exponente absoluto del Romanticismo oscuro.

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