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La increíble historia que muestra por qué tienes que ser simpático con tus vecinos
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La increíble historia que muestra por qué tienes que ser simpático con tus vecinos

¿Te atreves a acercarte a la puerta de al lado y llamar al timbre? Quizá descubras algo increíble sobre tu pasado, como le ha sucedido a las protagonistas de esta historia

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

Pese a que en las grandes ciudades cada vez es más normal vivir ajeno a quiénes son tus vecinos, qué hacen o incluso si viven o no, en realidad no hace mucho tiempo las personas que, por casualidad, se encontraban puerta con puerta, eran algo más que esas a las que pedir sal o aceite, preguntar si acudir a la próxima reunión o aguantar la puerta del portal cuando llegan cargados con muchas bolsas.

Aunque esas relaciones vayan perdiéndose poco a poco y seamos cada vez más desconocidos en nuestro propio micromundo, con muchas caras conocidas a las que no sabemos poner nombres, aún hay esperanza. Ejemplo de ello es la historia que se ha hecho viral por lo insólito de la misma, como ha informado 'BBC': ¿qué sucedería si la persona que se muda a la puerta de al lado tiene lazos de sangre contigo y tú no lo sabes?

Una casualidad

La estadounidense Hilary Harris fue adoptada cuando era una niña, como ella explica: "Mis padres adoptivos fueron muy cariñosos conmigo cuando era una niña. Crecí en Wisconsin, fui a la Universidad en 2005 y conocí a mi marido poco después. Nos casamos en 2008 y decidimos comprar una casa en 2011, que fue donde nos mudamos, en Eau Claire (ciudad perteneciente al mencionado Wisconsin) porque era donde habíamos estudiado. Entonces descubrí que estaba embarazada".

Fui adoptada de niña y crecí en Wisconsin, donde también acudí a la universidad y conocí a mi marido. En 2011 decidimos mudarnos...

En esa época fue a la oficina de adopción porque quería conocer e indagar un poco más sobre su pasado. "Descubrí los nombres de mis padres biológicos y, para mi sorpresa, también que tenía hermanos", indica. "Pero a quién no pude encontrar fue a mi medio hermana, que respondía al nombre de Dawn Johnson. Mientras tanto seguíamos buscando casa y dimos con la que tenemos en la actualidad. Era un vecindario donde todo eran casas de alquiler, por lo que había vecinos nuevos cada poco tiempo, y fue en 2017 cuando llegó una nueva vecina muy especial".

Como la gente no duraba mucho en el barrio y en seguida se mudaba, a Harris le dio pereza presentarse a la nueva vecina, que respondía al nombre de Dawn Johnson. "Yo también nací en Wisconsin", explica. "En una ciudad muy pequeña. Mis padres no estaban casados y en realidad yo no supe quién era mi padre biológico hasta que cumplí los 18. Cuando me mudé a Eau Claire pasé por multitud de casas, pero esta me pareció perfecta. Lo primero en lo que me fijé es que entre mi chalet y el de al lado había una entrada compartida, recuerdo que pensé: '¿Quién limpiará la nieve?'. Pero no me importó mucho más, en cuanto me mudé vino a verme la niña de al lado, que se llamaba Estella".

Me atreví a hacerle la pregunta: 'No seremos, por algún casual, hermanas, ¿no?'. Hubo un silencio al otro lado de la línea

Estella era la hija de Hilary, y como ella misma cuenta, no le gustaba mucho que merodease por la casa de enfrente. "Solía quedarme en la ventana mirando pero no me acercaba, hasta que un día mi marido me dijo que había hablado con la nueva vecina y que se llamaba Dawn. Ese nombre resonó en mi cabeza pero lo dejé pasar, ¿cuántas oportunidades había, realmente? Hasta que un día llegué a casa y había varias propiedades suyas en una caja, porque iba a hacer un mercadillo benéfico. En un libro pude leer el apellido Johnson. Dios mío. Era demasiada casualidad", relata.

Foto: Fotograma de 'La que se avecina'.

La primera vez que se presentó, no se atrevió a decir nada, estaba demasiado aterrorizada. Simplemente la miró para buscar en ella sus propios rasgos; el pelo rizado, las manos grandes... "No quería arruinar su vida o algo por el estilo", explica. "Un día me llamó", relata Dawn. "Me dijo que era mi vecina de al lado y me preguntó que cuál era el nombre de mi padre. Le dije que se llamaba Wayne pero que desgraciadamente había muerto en 2010, después vino un silencio muy largo. Me atreví a hacerle la pregunta: 'No seremos hermanas, ¿verdad?'".

Al día siguiente, Dawn decidió visitar a su vecina y nueva hermana llevándole fotografías del padre de ambas, dado que nunca había tenido la oportunidad de conocerle, también flores y una postal que decía: "Bienvenida, hermanita, estoy muy contenta de haberte conocido". Hablaron mucho, por supuesto, y pasaron mucho tiempo juntas. Ambas admiten que han tenido muchísima suerte de encontrarse y que no es algo que suceda todos los días. "Ahora tenemos mucha confianza y nuestra vida ha cambiado un montón, hemos hecho mil cosas juntas", dice Hilary. "Nos vemos literalmente todos los días, cosa que ya no sucede con los vecinos porque la gente está demasiado concentrada en su vida como para llamar al timbre de al lado, pero oye, nunca se sabe, quizá podría estar tu hermana detrás de la puerta", dice Dawn. "Y oye, ya no tenemos ninguna vergüenza si nos surge la necesidad de pedir diez rollos de papel higiénico", concluye, entre risas.

Pese a que en las grandes ciudades cada vez es más normal vivir ajeno a quiénes son tus vecinos, qué hacen o incluso si viven o no, en realidad no hace mucho tiempo las personas que, por casualidad, se encontraban puerta con puerta, eran algo más que esas a las que pedir sal o aceite, preguntar si acudir a la próxima reunión o aguantar la puerta del portal cuando llegan cargados con muchas bolsas.

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