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Cómo será tu futuro empleo dependiendo de si eres hombre o mujer, según McKinsey
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PEQUEÑAS DIFERENCIAS, GRANDES MEDIDAS

Cómo será tu futuro empleo dependiendo de si eres hombre o mujer, según McKinsey

El último informe de la consultora pone de manifiesto las diferencias que experimentarán ellos y ellas durante los próximos años a la hora de encontrar trabajo. ¿Muerte o gloria?

Foto: La salud, el sector que más crece. (iStock)
La salud, el sector que más crece. (iStock)

Los adagios que se repiten incansablemente sobre el futuro del empleo –la automatización eliminará algunas tareas aunque alumbrará otras nuevas, los puestos de menor cualificación son más vulnerables– suelen pasar por alto un factor esencial. No es lo mismo ser un hombre que una mujer cuando de búsqueda de empleo se trata, pero las investigaciones no suelen trazar diferencias. Y no nos referimos a supuestas divergencias biológicas, ni siquiera a la discriminación laboral, sino a las labores que unos y otros suelen llevar a cabo, y que provocan que sus futuras derivas laborales sean diferentes para unos y otros.

No necesariamente peores, si se toman las medidas necesarias, señala el informe 'The future of women at work: Transitions in the age of automation' ('El futuro de las mujeres en el trabajo: transiciones en la era de la automatización') que acaba de publicar el Instituto Global de la consultora McKinsey. Este indica que de aquí a 2030, entre 40 y 160 millones de mujeres pueden verse obligadas a cambiar de ocupación, por lo general, a puestos más cualificados. Muerte o gloria: en esta transición se juegan “encontrar trabajo más productivo y mejor remunerado” o “enfrentarse a una mayor diferencia de sueldos o incluso abandonar el mercado laboral”.

Los hombres más afectados serán los operadores de máquinas; las secretarias o recepcionistas, las más vulnerables entre las mujeres

Un cruce de caminos donde resuena el eco de esa amenaza que se repite incansablemente: la posibilidad de que los ganadores ganen más y los perdedores, lo pierdan todo. No se trata, en este caso, de que la automatización vaya a “desplazar” una proporción mayor de trabajos femeninos, ya que los datos, en principio, las favorecen: un 20% (107 millones) frente al 21% de hombres (163 millones). Tampoco de la creación de nuevos puestos, que a nivel global calculan en un 20% para mujeres por un 19% para hombres (aunque en países desarrollados como Estados Unidos, el 60% de los nuevos empleos serán masculinos).

La clave se encuentra en los sectores femeninos más vulnerables. Mientras que el sector tradicionalmente masculino que más perderá durante la automatización son los operadores de maquinaria (que supone un 40% de puestos perdidos frente al 15% para las mujeres), las mujeres que más lo notarán son las trabajadoras de apoyo de oficina (un 70% de trabajos perdidos en los países desarrollados), además de las empleadas del sector servicios. Se trata de secretarias, recepcionistas o personal de administración, “trabajos cognitivos rutinarios”, que tanto en países desarrollados como en economías en crecimiento conformarán un 52% de los empleos femeninos prestos a extinguirse.

La otra cara de la moneda

La diferencia entre sectores masculinos y femeninos beneficia a las mujeres que se dedican a la salud y los cuidados, el sector que más crecerá en el futuro inmediato debido al envejecimiento de la población y el aumento de los costes sanitarios. “Las mujeres están muy bien representadas en el creciente sector de la salud, lo que puede llegar a suponer un 25% de los empleos potenciales obtenidos por las mujeres”, señala el informe. El equivalente masculino, aunque pueda parecer sorprendente, es el de las manufacturas. La consultora recuerda que, paradójicamente, la fácil automatización de estas labores puede provocar que se dispare la productividad, y con ella, el sector se expanda, especialmente en los países en vías de desarrollo.

El problema se encuentra, una vez más, en los empleos peor pagados, que serán donde la demanda se contraiga. “Más mujeres trabajan en ocupaciones mal pagadas que hombres”, señala el informe. “En las economías maduras, la demanda en las profesiones con sueldos altos aumentará, mientras que la demanda en los sueldos medios y bajos se reducirá”. Esta situación puede provocar un efecto dominó en los sueldos, por el cual los hombres que actualmente se encuentran en la clase media laboral comiencen a copar los puertos peor remunerados y las mujeres que realizan estas labores sean expulsadas del mercado laboral.

La solución que identifica la consultora pasa, una vez más, por la formación y la adquisición de nuevas habilidades, generalmente, relacionadas con el sector tecnológico. Lo más probable es que en los sectores ocupados por mujeres se produzca una automatización parcial, no total, como sí ocurre con los masculinos. Es lo que ha ocurrido con secretarias o profesoras, que han visto cómo su labor cambiaba a medida que se adoptaban procesos informatizados. Habilidades como las técnicas (se emplearán durante un 55% más de tiempo) o las emocionales y sociales (un 24% más) aumentarán al mismo tiempo que se reducen las físicas, manuales y cognitivas básicas.

Las mujeres lo tienen más difícil que los hombres a la hora de entrenarse, ya que el trabajo no remunerado en el hogar les resta tiempo libre

Una cuestión, la de la adquisición de nuevas habilidades, en la que las mujeres lo tienen también más difícil que los hombres. “Las barreras establecidas desde hace tiempo provocarán que sea más difícil que las mujeres lleven a cabo esta transición”, explica el informe. “Tienen menos tiempo para formarse o buscar empleo que los hombres porque gastan mucho más tiempo que ellos realizando trabajo no remunerado en el hogar”. También su flexibilidad laboral es menor, debido a las barreras legales y las amenazas a su integridad física. La educación digital, no obstante, ha favorecido la formación de las mujeres en países en vías en desarrollo, mientras que en los más ricos hace tiempo que la brecha universitaria prácticamente se ha eliminado.

Una ¿nueva? vida

Si hay diferencias sustanciales entre hombres y mujeres, también las hay entre mujeres de países desarrollados y países en vías de desarrollo. La agricultura, uno de los sectores más fácilmente automatizables, dejará en el paro a un gran número de mujeres en países como India, China, México o Sudáfrica. “En las economías maduras, es posible que solo los trabajos que requieren un título universitario o equivalente sean más demandados”, señala el trabajo. “En las economías emergentes, la gran cantidad de mujeres con escasa formación empleadas en la agricultura de subsistencia puede tener problemas buscando trabajo en otros sectores”.

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“Los políticos y los negocios necesitan dar un paso adelante para implantar medidas, algunas de ellas dirigidas a mujeres, para que derriben estas barreras”, concluye el informe, una vez más, animando a la acción política. “Las prioridades más urgentes incluyen una mayor inversión en formación y apoyo en la transición laboral; refuerzo en el cuidado infantil y transporte seguro y barato; hacer frente a los estereotipos sobre las profesiones; favorecer el acceso de las mujeres a una internet móvil y a las habilidades digitales y economías emergentes; y apoyar a las mujeres en profesiones STEM y emprendimiento”.

Los adagios que se repiten incansablemente sobre el futuro del empleo –la automatización eliminará algunas tareas aunque alumbrará otras nuevas, los puestos de menor cualificación son más vulnerables– suelen pasar por alto un factor esencial. No es lo mismo ser un hombre que una mujer cuando de búsqueda de empleo se trata, pero las investigaciones no suelen trazar diferencias. Y no nos referimos a supuestas divergencias biológicas, ni siquiera a la discriminación laboral, sino a las labores que unos y otros suelen llevar a cabo, y que provocan que sus futuras derivas laborales sean diferentes para unos y otros.

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