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Los productos químicos que dañan la capacidad respiratoria de los niños
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Los productos químicos que dañan la capacidad respiratoria de los niños

Hay elementos químicos en el aire que dañan la capacidad respiratoria de embarazadas y niños: el ftalato o el etilparabeno son algunos de ellos

Foto: Foto: iStock.
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Desde el vientre materno hasta el último día de nuestra vida, vivimos expuestos a una multitud de sustancias desconocidas de las que no somos conscientes. Son los efectos secundarios de habitar en una sociedad postindustrial en la que, como consumidores, conocemos realmente poco sobre todo lo que pasa por nuestras manos o la calidad del aire que llega hasta nuestros pulmones. Se ha hablado largo y tendido sobre los hipotéticos daños para la salud de la contaminación, el ruido, los productos de limpieza o el estilo de vida. Y también sucede que los sujetos que más predisposición tienen a entrar en contacto con estos agentes puedan terminar desarrollando enfermedades que reviertan en un nivel bajo o alto de gravedad.

¿Cuál es el impacto concreto que pueden tener los químicos que nos rodean en nuestra vida cotidiana, desde la infancia hasta la más tardía edad adulta? Un equipo internacional se ha puesto manos a la obra con el objetivo de terminar de comprender los efectos concretos que tienen estos productos en nuestra salud a medida que pasa el tiempo. Pero no es nada nuevo. Este afán por conocer cómo nos influye el medio ambiente tiene sus orígenes en 2005 con el epidemiólogo del cáncer Christopher Paul Wild, en un artículo titulado 'Complementando el genoma con un "exposome": el sobresaliente desafío de la medición de la exposición ambiental en la epidemiología molecular'.

El embarazo y los primeros años de vida son muy sensibles a los factores ambientales. Las consecuencias duran toda la vida

"En su forma más completa, la exposición abarca las exposiciones ambientales durante el trascurso de una vida entera desde el período prenatal hasta adelante". El concepto "exposom" se propuso por primera vez para alentar a la comunidad científica de la urgente necesidad de conseguir datos mejores y más completos sobre cómo influye la exposición al medio ambiente en los genes. En 2012, Wild inventó métodos para abordar su estudio, que incluyeron sensores personales, biomarcadores y las llamadas técnicas "ómicas", las cuales se usan pueden procesar enormes cantidades de datos para analizar genomas, proteomas o metabolomas completos.

Hoy en día, estos estudios se han multiplicado. Ahora mismo un gran equipo de investigación formado por científicos del INSERM (el Instituto Nacional de Salud francés), la Universidad Grenoble Alpes, el CNRS (el Centro Nacional para la Investigación Científica de Francia) y del Instituto de Salud Global de Barcelona, ya está demostrando que "la exposición postnatal a diferentes contaminantes químicos se asocia con una disminución de la función repsiratoria en niños", según informa 'Le Figaro'.

Cuanto más expuestos están, peor respiran. Los tóxicos pueden ser inhalados, ingeridos o absorbidos por la piel

El trabajo, publicado en 'The Lancet Planetary Health', busca tener en cuenta todos los riesgos químicos a los que están expuestas las madres y niños, y relaciona esta exposición con la salud, el crecimiento y el desarrollo vital de los más pequeños. "El embarazo y los primeros años de vida son períodos muy sensibles a los factores ambientales, cuyas consecuencias duran toda la vida", aseguran desde su sitio web.

Un total de 1.033 mujeres embarazadas con hijos de seis países europeos (Francia, España, Grecia, Inglaterra, Lituania y Noruega) se sometieron a análisis teniendo en cuenta su ambiente externo (contaminación del aire por partículas finas y ruido), los químicos (disruptores endocrinos, metales, contaminantes orgánicos persistentes...) y su estilo de vida (dieta y actividad física). "Las mujeres embarazadas y los niños estaban generalmente expuestos a docenas de sustancias químicas en distintos niveles", concluyen los invesigadores. "Más de dos tercios de los biomarcadores de exposición química tuvieron niveles detectables en al menos nueve mujeres".

Por todas partes

Los expertos estiman que la exposición prenatal a dos tipos de compuestos perfluorados (por ejemplo, presentes en los utensilios de cocina antiadherentes o en los envases de alimentos) se asoció con una disminución de la función respiratoria. El estudio relaciona nueve tipos de exposición a problemas respiratorios: el más fuerte es el ftalato, un disruptor endocrino reconocido, utilizado como plastificante. "Pueden ser ingeridos, inhalados o absorbidos por la piel", afirman en el estudio. Otra sustancia química muy peligrosa es el etilparabeno, un conservante usado en cosméticos que se asocia a un fuerte descenso de la función respiratoria en los niños.

"Cuanto más expuestos están, peor respiran", opina Valérie Siroux, investigadora del Instituto para el Avance de las Biociencias (Inserm), en 'Le Figaro'. "Pero debemos ser cautos. Esta solo es una primera etapa de selección que ciertamente permite identificar exposiciones sospechosas pero que aún requiere un trabajo más desarrollado y específico". La conclusión, por tanto, es que todavía queda un largo camino para saber con exactitud cuáles son esos agentes químicos cotidianos que más daño infringen a la salud y su responsabilidad a la hora de contraer enfermedades peligrosas.

Foto: La autora de 'Medio Ambiente y Salud' durante una entrevista.

Una de las mayores expertas sobre este tema, la endocrinóloga Carme Valls, quiso resaltar el peligro que supone para las mujeres estar expuestas a este tipo de tóxicos, sobre todo a las que ejercen la profesión de limpiadoras: "Estos productos ambientales, llamados disruptores endocrinos, alteran el equilibrio hormonal. Este ciclo, si se le altera, afecta de forma significativa al cuerpo femenino. Empezamos a colocar insecticidas en los alimentos desde 1945. Estas sustancias tóxicas pertenecen a una clase de productos que alteran la función endocrina, sobre todo en las mujeres, ya que los hombres no tienen ciclo", explica, en una entrevista a El Confidencial.

Desde el vientre materno hasta el último día de nuestra vida, vivimos expuestos a una multitud de sustancias desconocidas de las que no somos conscientes. Son los efectos secundarios de habitar en una sociedad postindustrial en la que, como consumidores, conocemos realmente poco sobre todo lo que pasa por nuestras manos o la calidad del aire que llega hasta nuestros pulmones. Se ha hablado largo y tendido sobre los hipotéticos daños para la salud de la contaminación, el ruido, los productos de limpieza o el estilo de vida. Y también sucede que los sujetos que más predisposición tienen a entrar en contacto con estos agentes puedan terminar desarrollando enfermedades que reviertan en un nivel bajo o alto de gravedad.

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