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El grave problema que causan los aeropuertos a sus usuarios y cómo evitarlo
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El grave problema que causan los aeropuertos a sus usuarios y cómo evitarlo

Esperas, retrasos, pasillos larguísimos... Muchas personas sufren todos los días la mala planificación de los aeropuertos contemporáneos. Pero hay una solución

Foto: Foto: iStock.
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En un lugar tan hiperpoblado como los aeropuertos por los que pasan millones de personas día es fácil perderse. Mal planificados, mal organizados, con pasillos eternos, se convierten en un perfecto no-lugar en el que nadie siente que vive el presente: sus mentes siempre están puestas en el futuro, en el instante en que por fin lleguen a su destino. El estrés y el agotamiento que causan lleva también a que la gente ni siquiera se mire, lo que deshumaniza aún más la experiencia.

¿Cómo serán los aeropuertos de aquí a unos años? ¿Mejorarán la calidad de sus instalaciones o están condenados a ser un espacio hostil como lo ha sido hasta entonces? Janet Bednarek, profesora de Historia en la Universidad de Dayton, Ohio, ha publicado un interesante artículo en 'The Conversation' en el que aborda estos problemas. "A medida que se abren nuevos aeropuertos en Asia y Oriente Medio, los de Estados Unidos están mejorando sus controles de seguridad con dispositivos tecnológicos que realizan el tráfico de pasajeros y equipaje de una forma más fluida", confirma. Además, establece el que ha sido el gran problema para los pasajeros que día tras día cruzan su interior: el tiempo.

El camino más largo para llegar a un avión dentro de un aeropuerto se encuentra en Pekín, cuyos pasajeros deben andar 3,2 kilómetros

"Cuando los aviones comerciales llegaron a los Estados Unidos a finales de la década de 1950 eran más grandes y más rápidos que sus predecesores, necesitaban pistas más largas y más espacio para estacionar y maniobrar en pista", recuerda Bednarek. "Llevaban más pasajeros, lo que significa que las puertas de embarque tendían a ser más grandes". Eso condujo al nuevo diseño actual llamado "pier-finger terminals". Las explanadas, conocidas como muelles o dedos, ofrecieron la oportunidad de maximizar el espacio de las aeronaves estacionadas.

Aquí en Europa es frecuente encontrar autobuses llenos de pasajeros que transportan a los viajeros a su avión, normalmente a gran distancia. Esta idea la patentó Eero Saarinan, un famoso diseñador de terminales que probó esta medida en las afueras de Washington D.C. En este caso y según las predicciones de Bednarek, los autobuses serán sustituidos en el futuro por trenes subterráneos, como en la T4 de Barajas.

Más grandes, más tiempo

Uno de los aspectos que condicionan la vida dentro de los aeropuertos es el hecho de que a medida que han pasado los años se han ido haciendo más grandes. Una molestia garantizada para los pasajeros, que muchas veces han criticado las enormes distancias que hay desde los controles de seguridad hasta la sala de embarque. Como por ejemplo, los pasajeros de la terminal internacional de Pekín (China), quienes pueden llegar a recorrer 3,2 kilómetros para abordar un avión. Según la CNN, se trata del camino más largo del mundo para entrar en un avión.

La necesidad de aumentar la seguridad hizo que se tuvieran que crear nuevas estructuras para los controles de pasajeros

Pero no solo las personas; también el equipaje facturado. A mediados de los años 80 y principios de los 90, los funcionarios de Denver pensaron que debían plantar cara a este problema con un sistema informático automático que llevara todas las maletas y bolsas. Pero después de repetidos fallos, llevar el equipaje de un lado a otro de la terminal acabó pasando de nuevo a manos humanas.

Otro de los hechos que sin duda cambiaron el mundo de la aviación fue el trágico atentado terrorista de 2001 contra las Torres Gemelas en Nueva York. Desde entonces, los controles de seguridad se reforzaron, creando largas filas de pasajeros y aumentando la cantidad de tiempo que las personas pasaban en el aeropuerto antes de sus vuelos. La necesidad de aumentar la seguridad y el espacio de espera pusieron a prueba el diseño de la infraestructura, que quedó completamente obsoleto.

"Una incógnita"

Ahora, existe una gran inversión para abordar las nuevas reformas que se quieren acometer. Raro es el aeropuerto que no se encuentra con sus instalaciones en obras. Por ejemplo, las operaciones que se están llevando a cabo en el Reagan National Airport en las afueras de Washington D.C. y que están costando cerca de 1.000 millones de dólares (unos 880,350 millones de euros). Todo por dar cabida al exponencial aumento de pasajeros y mejorar su experiencia.

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A medida que más personas se decantan por volar, el crecimiento de los aeropuertos no ha podido dar una respuesta a esta alta demanda. "Después de más de 60 años de pruebas, el que será el aeropuerto del futuro sigue siendo una pregunta sin respuesta. Un lugar en el que los pasajeros y sus maletas se muevan rápidamente por un gran espacio en el que sea agradable estar", concluye la profesora.

En un lugar tan hiperpoblado como los aeropuertos por los que pasan millones de personas día es fácil perderse. Mal planificados, mal organizados, con pasillos eternos, se convierten en un perfecto no-lugar en el que nadie siente que vive el presente: sus mentes siempre están puestas en el futuro, en el instante en que por fin lleguen a su destino. El estrés y el agotamiento que causan lleva también a que la gente ni siquiera se mire, lo que deshumaniza aún más la experiencia.

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